PAZ
Las implicaciones que trae que las víctimas retiren sus archivos del Centro de Memoria
Desde que el presidente Duque empezó a postular a directores, la entidad ha recibido solicitudes formales de víctimas para que les devuelvan los archivos que donaron. ¿Qué va a pasar?
Pese a todas las críticas, el presidente Iván Duque nombró al historiador Darío Acevedo como el nuevo director del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), una entidad que lleva más de 10 años trabajando en la explicación y construcción de la memoria del conflicto armado en Colombia. La decisión ha sido polémica porque Acevedo ha defendido en varias oportunidades la tesis de que “el conflicto armado no existe”. Según él, lo que vivió el país durante más de cincuenta años fue algo similar a un levantamiento armado o una amenaza terrorista.
La decisión de Duque no solo ha generado revuelo en en la opinión pública, sino que además ya está teniendo consecuencias para el Centro de Memoria. Diferentes colectivos de víctimas decidieron retirar el material que habían aportado. "Un funcionario que desconoce el conflicto armado, no puede hacer memoria en Colombia", dijo a SEMANA el vocero de las víctimas de Bojayá, Leyner Palacios.
Fuentes cercanas al CNMH, que pidieron mantenerse en el anonimato, explicaron que desde el año pasado están llegando solicitudes formales de víctimas para que les devuelvan las donaciones que habían hecho de forma voluntaria: “Lo que nos han dicho es que no tienen garantías del tratamiento que les van a dar a los documentos. La confianza, el pilar sobre el cual nos donaron sus archivos, se está resquebrajando. Algunas víctimas tiene temores porque han narrado cosas delicadas y temen que estén corriendo riesgo o que se tomen represalias en su contra”.
Como el objetivo del CNMH, de acuerdo con la Ley de Víctimas 1448, es reunir y recuperar todo el material documental, testimonios orales, objetos, fotografías, audios, relatos, archivos y cualquier otro medio relativo a las violaciones de derechos humanos, la decisión de los grupos de víctimas es un golpe duro. Hasta diciembre de 2018, el CNMH tenía bajo su custodia más de 381.545 unidades documentales puestas al servicio en el Archivo Virtual de los Derechos Humanos y Memoria Histórica. En ese compilado están archivos de instituciones del Estado que están en la obligación de entregar la información solicitada por el centro, como es el caso de la Fiscalía.
Con las donaciones de las víctimas y 5.000 organizaciones de defensa de derechos humanos el asunto es distinto. Se trata de una donación voluntaria y es por esta razón que frente a las solicitudes de retorno del material, el CNMH está en la obligación de devolverlos. Lo que vendrá será un debate ético sobre si el Centro puede, de forma unilateral, tomar la decisión de sacarle copia a estos archivos antes que vuelvan a manos de los donantes. Hay documentos que no están disponibles para el público y tienen el carácter de confidencialidad. Estos seguramente serán los de mayor sensibilidad a la hora de tomar decisiones.
Todavía no se sabe cuál es el camino a seguir pues se trata de un caso inédito para el CNMH. Sin embargo, se firmaron más de 300 convenios en los que se estableció que ningún documento podría ser tratado sin previa autorización de las víctimas. Es decir, que todos los informes que se construyen en el Centro con base en esos documentos tienen que ser consultados con los donantes.
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El centro de memoria no sería el único afectado si la gente sigue pidiendo sus archivos. El Museo de la Memoria, que está apenas en construcción, también tendría una gran pérdida. Al CNMH le quedan tres años de vida. En ese tiempo tendrá que seguir construyendo memoria, pero además deberá estar al frente de la construcción de la sede de ese museo, cuya narrativa visual está en marcha y para el 2021 debería ser inaugurado. Este Museo de la Memoria recogerá las funciones del CNMH y, a diferencia de otros del mundo, seguirá construyendo un relato sobre el conflicto hasta que la paz sea una realidad en todo el país. Cabe la pregunta, además, de si Acevedo cambiará la narrativa del espacio en cuyo diseño y curaduría ya había avanzado su antecesor Gónzalo Sánchez, defensor acérrimo de la idea de que en Colombia si hubo un conflicto.
Por ahora el reto para Acevedo no será solo que las víctimas no retiren sus documentos, sino que además deberá establecer un diálogo con todas las víctimas que hacen falta. Al Centro todavía le queda por hacer informes con los sindicalistas, indígenas, mineros, desmovilizados de los paramilitares, entre otros. También tiene que llegar a regiones cuya investigación todavía es incipiente, como es el caso del Pacífico y el Caribe. Eso podría entorpecerse si nuevos sectores se abstienen de entregar sus archivos.
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SEMANA trató en varias oportunidades de comunicarse con Darío Acevedo pero no fue posible. No obstante, Acevedo ha prometido en varias entrevistas que se acogerá a la Ley de Víctimas que parte del reconocimiento del conflicto interno, y que como académico dejará de lado sus opiniones personales para dirigir el centro de memoria “con el rigor que ha caracterizado mi trabajo”.
La relación de confianza entre las víctimas de diferentes actores armados ha sido uno de los logros que requirió más esfuerzo del CNMH, pero además es sobre el único que se puede construir memoria. Se trata del mayor reto que afrontará Acevedo y su equipo de trabajo, en caso de que le den a las víctimas un lugar relevante, como lo plantea la misión del Centro.
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