Los colombianos acusados de narcotráfico en China, como la modelo Juliana López y su novio Juan Esteban Marín, terminan en un severo sistema carcelario en el que muchas veces se les violan sus derechos. Además quedan incomunicados por desconocer el idioma mandarín.

JUSTICIA

'Mulas' a China: un viaje sin retorno

El caso de Juliana López, capturada en China con cocaína, puso al descubierto el lucrativo negocio controlado por mafias que operan desde el Eje Cafetero.

8 de agosto de 2015

Desde que tomó el taxi en el aeropuerto de Leticia, Santiago Henao Henao ya mostraba los signos de alguien que está a punto de morir. Pálido como una hoja de papel y con síntomas de asfixia comenzó a delirar y a repetir insistentemente: “La Policía me va a capturar”.

Pero Santiago, nacido y residente en Pereira, no podía esconder más los síntomas. Cuando por fin llegó al hotel en el que se iba a hospedar, confesó que llevaba cocaína en el estómago. En medio del trance, pidió que llamaran una ambulancia.

Según la Policía, el paciente ingresó al hospital San Rafael de Leticia a las dos de la tarde. Dos horas después, conectado a un respirador en la unidad de cuidados intensivos, Santiago falleció. En su intestino estalló una de las 101 cápsulas de cocaína que, según el reporte oficial, se había tragado. La droga sumaba 1.268 gramos.

A raíz de este trágico caso sucedido hace algunos meses, la Fiscalía 54 especializada en antinarcóticos y lavado de activos, con el apoyo del CTI de Risaralda, logró detectar una ruta de ‘mulas’ del narcotráfico que viajaban desde el Eje Cafetero hacia Bogotá por tierra, para luego tomar un avión a Leticia. De allí, volaban hasta Brasil, desde donde emprendían una incierta travesía hasta Dubai, para saltar de allí al destino final: China.

En ese mismo país fue capturada hace un par de semanas la modelo paisa Juliana López, acusada de llevar cocaína dentro de un computador portátil. El caso de esta joven y el de su exnovio Juan Esteban Marín, detenido dos días después en el Aeropuerto Internacional de Guangzhou Baiyun, provincia de Cantón, puso de nuevo en las primeras planas la forma como algunas bandas están llevando drogas al gigante asiático y el grave problema en el que terminan quienes son capturados, ya que en China ese delito se castiga con penas que van desde la cadena perpetua hasta incluso la pena de muerte.

Según el Ministerio de Relaciones Exteriores, 138 colombianos están presos en China, la mayoría acusados de haber intentado ingresar droga. De ese número, 11 fueron condenados a cadena perpetua y 12 más a pena de muerte, sentencia que para nueve de ellos se encuentra suspendida por dos años. Ese congelamiento temporal significa para los detenidos y sus familias una oportunidad para que los dos gobiernos firmen un acuerdo que permita, por una parte, que a los connacionales no se les impongan penas que no existen en Colombia y, por otra, que se logre, en el mejor de los casos, que puedan ser repatriados para que terminen de cumplir sus condenas en prisiones nacionales.

En otras palabras, ese acuerdo permitiría salvarles la vida a los condenados a muerte y les daría a todos los condenados la posibilidad de ver de nuevo a sus familias. Esto, porque la inmensa mayoría no tiene cómo pagar un viaje hasta el otro lado del mundo para ver a los condenados, quienes además tienen derecho a solo una visita al mes.

Diana Pérez es hija de Luis Leoncio Pérez, un campesino nacido en Caquetá, capturado el 9 de febrero de 2013 en Shanghái con droga en su maleta, quien resultó condenado a la pena capital. Pese a la suspensión de dos años que consiguió la Cancillería, sus días están contados, pues ese periodo ya terminó. Por eso, Diana se despierta cada mañana pensando en si su padre logrará salir con vida de la Unidad no.8 de extranjeros de la cárcel del condado de Gingpu, de Shanghai, en donde comparte una pequeña celda con 12 presos más que duermen en el piso.

Diana no justifica lo que hizo su padre. Sin embargo, ella y los familiares de los demás condenados en China han decidido librar una lucha encaminada a que les respeten sus derechos humanos, a que no sean condenados a penas que no existen en Colombia y a que ningún connacional más decida tomar semejante riesgo para ganarse una plata.

En la decisión de llevar droga a otro país no siempre influye la avaricia. Luis Leoncio, sin estudios y sin nunca haber salido del país, salió para Leticia sin mencionar nada sobre China. Con el paso de los meses, Diana se fue enterando de la situación de su padre. “Nosotros no sabíamos nada del viaje. A mi papá se le habían muerto los cultivos, por lo que trató de pedir un crédito con el Banco Agrario, pero no se lo otorgaron. Desesperado intentó vender la finca. Y ahí fue cuando cometió el peor error de su vida, uno no sabe si presionado. El caso es que nosotros, de haberlo sabido, no lo hubiéramos permitido. Yo misma lo dejé en el terminal de buses y nunca más lo volví a ver”.

Aunque China no ha mostrado mucho interés en adelantar un acuerdo de este tipo con Colombia, hay quienes creen que es posible si la Cancillería hace un esfuerzo importante. Diana Pérez dice que China ha suscrito acuerdos de repatriación con países como España o Australia. “No es un escenario imposible”, dice.

Según las autoridades, los grupos dedicados a traficar drogas hacia China son en su mayoría pequeñas bandas o carteles como la Cordillera de Pereira y Dosquebradas. No son delincuentes en capacidad de mandar grandes cargamentos, por lo que se valen de correos humanos. Para llevar a cabo la misión eligen personas que generalmente nunca han pisado una escuela o que están acosadas por las deudas. La mayoría llegan a los aeropuertos sin saber ni siquiera el lugar de destino. “Estas bandas los siguen, les dicen que conocen a sus familias, que saben dónde viven. Es un acoso constante hasta que logran convencerlos”, dice un funcionario de la Sijín de Pereira.

Datos de la Policía indican que un kilo de coca puede costar 2.500.000 pesos en Bogotá. Al salir del país se transa en dólares: 10.000 en México, 20.000 en Miami, 70.000 en Londres y 120.000 en China. Sin embargo, los narcos le ofrecen generalmente a una ‘mula’ no más de 30 o 40 millones de pesos, dinero que, en todo caso, es una fortuna para alguien en problemas.

Ahora bien, la mayoría de quienes viajan con droga son conscientes de lo que están haciendo, independientemente de las circunstancias. Esa realidad ha salido a flote todas veces en las que la Policía Antinarcóticos ha capturado ‘mulas’ en las terminales aéreas.

El coronel Jorge Mendoza, jefe de puertos y aeropuertos de la Policía Nacional, dice que cuando los detenidos se sienten atrapados terminan por confesar, en medio de lágrimas, su delito. Y no solo colombianos. Este año, Antinarcóticos ha capturado a 274 personas en los aeropuertos. De ellos, 98 eran extranjeros.

Las cifras indican que el fenómeno de las ‘mulas’ en los aeropuertos no tiene freno. En lo que va de 2015 la Policía ya les ha incautado más de una tonelada de cocaína, 30 kilos de heroína y 183 kilos de marihuana. Los destinos más frecuentes son Panamá, Madrid, París, Dubái, es decir, sitios que sirven de tránsito para escalar a Medio Oriente o a países asiáticos. De hecho, las autoridades presumen que Henao, el joven que murió por intoxicación aguda en Leticia, tenía presupuestado llegar a China, Singapur o Tailandia.

Aquello se pudo establecer en medio de las investigaciones por su muerte. Justamente, en noviembre del año pasado, fueron capturados 11 integrantes de la banda dedicada a reclutar las ‘mulas’. Todos ellos fueron acusados de porte de estupefacientes y concierto para delinquir agravado. Y solo a tres de ellos (alias Andrea, alias Armando y alias Alcides) les fue imputado el homicidio de Santiago. Su muerte, al menos, no quedó impune.