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Las mortales drogas que los delincuentes están usando en Bogotá para atracar y matar a sus víctimas

Utilizar escopolamina u otros químicos no solamente hace que la víctima sea vulnerable de un robo o abuso sexual. Varios de los casos terminan en muerte.

21 de mayo de 2022
    Los ladrones están acudiendo a las llamadas benzodiacepinas, fármacos que afectan el sistema nervioso central y que se usan en procesos de anestesiología o para tratar problemas de insomnio o depresión. En muchos casos, los delincuentes mezclan los medicamentos para que tengan un mayor efecto en las víctimas.
Los ladrones están acudiendo a las llamadas benzodiacepinas, fármacos que afectan el sistema nervioso central y que se usan en procesos de anestesiología o para tratar problemas de insomnio o depresión. En muchos casos, los delincuentes mezclan los medicamentos para que tengan un mayor efecto en las víctimas. | Foto: istock

¿Cuántas veces se sale de la casa con la incertidumbre de si volverá? Algunos suelen ser más conscientes de lo sorpresiva que es la vida, otros simplemente dan como obvio el regreso porque forma parte de la cotidianidad. El 12 de mayo, el ingeniero Pawel Restrepo, quien vivía en Ibagué, Tolima, aprovechó un día de trabajo en Bogotá para reencontrarse con sus amigos. “Ya casi me voy”, le dijo a Deisy, su esposa, la última vez que hablaron. Eran pasadas las 11 de la noche, estaba en los bares de la avenida Primero de Mayo, en la localidad de Kennedy. “Se escuchaba bien”, recuerda la mujer.

Mientras que estaba en esa llamada, quizás sin ni siquiera percibirlo, a menos de un metro de distancia se cruzaron un par de mujeres. Ellas, ese mismo día, salieron de su casa creyendo tener todo bajo control, tenían en sus manos unos fármacos, de esos que venden en las droguerías a bajo precio, menos de 24.000 pesos, una caja de diez tabletas, y basta decir que no se puede conciliar el sueño para que la vendan. “Yo creo que se lo echaron en la bebida cuando salió a contestar la llamada. Huyendo del ruido, probablemente descuidó la mesa”, es una de las explicaciones que encuentra Deisy para describir el inicio de una tragedia. “Lo escopolaminaron para robarlo”, fue lo que le dijeron durante más de 60 horas de búsqueda continua. El padrino de matrimonio, con quien estaba departiendo, es la prueba clara de que fueron víctimas de atraco bajo sedación.

Fue una mezcla de fármacos, lo que menos tenía era escopolamina porque esa sustancia poco la están usando para cometer delitos. Según el Instituto Nacional de Salud (INS), desde junio de 2021 a abril de 2022, los hospitales de todo el país han reportaron 145 casos de intoxicaciones por escopolamina, mientras que durante el mismo periodo se notificaron al sistema 397 casos por intoxicación con medicamentos de uso neurológico, psiquiátrico, sustancias psicoactivas y otros fármacos. Esas cifras son solamente una pincelada del problema, pues no hay una base de datos bien organizada para reflejar la realidad.

No todos los casos llegan a los hospitales, por lo que no son reportados al INS y Medicina Legal, que debería tener el registro de todos los casos, no discrimina las razones por las cuales las personas llegan intoxicadas, lo cual dificulta a las autoridades hacer una evaluación efectiva del flagelo. El uso de estas sustancias conocidas como facilitadoras del delito, no solo terminan en hurto o abuso sexual, sino también en homicidio. El toxicólogo Miguel Tolosa aclara que depende de la cantidad de sustancia que se suministre y la condición biológica de la víctima lo que puede causar la muerte. La edad, el peso, las alergias o enfermedades preexistentes influyen. El 24 de abril se conoció la muerte de Hernán Felipe Mejía por una intoxicación fuerte y masiva. “Aún estamos esperando que nos digan con exactitud qué más sustancias le dieron”, cuenta a SEMANA su padre, desconcertado y con miedo. No sabe qué represalia pueda tomar la banda que drogó a su hijo de 39 años en Chapinero para robarlo, ahora que las investigaciones avanzan en la Fiscalía.

Sentir que las piernas y los brazos pesan, sensación de mareo, taquicardia e, incluso, escalofríos son señales de que la víctima cuenta con pocos segundos para buscar un refugio. Debe decirle a alguien que se siente mal de inmediato. La recomendación del coronel John Robert Chavarro, jefe del área de Prevención Antinarcóticos de la Policía Nacional, es que la ayuda no la solicite a nadie que esté a menos de un metro de distancia, porque muy seguramente el victimario está así de cerca. La manera en la que están suministrando las sustancias son por vía oral, inyectada o en atomizadores, esparciendo las sustancias en el aire.

La Policía ha hecho múltiples llamados para que la ciudadanía sea prudente a la hora de concretar citas por aplicaciones. Está demostrado que uno de los factores de mayor vulnerabilidad es el de concretar citas con personas desconocidas y en establecimientos públicos porque allí es en donde las bandas aprovechan para drogar a las víctimas.

Además, no existe un control para la venta de medicamentos que están siendo usados para drogar a las personas. Aunque muchos de los fármacos requieren fórmula médica, se están vendiendo de manera libre y para las autoridades es difícil controlar esta situación.Tolosa aclara que el químico más letal es el que se proporciona vía ingesta, los otros tardan más en hacer efecto, de dos a diez minutos, pero pueden generar un paro cardiorrespiratorio. Las víctimas, en su mayoría, son hombres entre los 20 y 40 años de edad que han departido en un bar. La muerte puede llegar por los efectos que generan los fármacos, logran que la persona pierda la conciencia, ubicación, se altere y haya una pérdida de la motricidad. “Muchos llegan al hospital con contusiones en la cabeza o arrollados por vehículos”, dijo el especialista.

Eso fue precisamente lo que le pasó al ingeniero Pawel Camilo. Lo atropelló un carro cerca de donde lo atracaron, el conductor huyó y como le robaron la billetera, estaba indocumentado, terminó en una morgue de Medicina Legal, como N. N., mientras las mujeres que compraron los fármacos volvieron a sus casas siendo responsables de un homicidio. En la puerta de la casa del ingeniero está su hija de dos años preguntando a su hermano de 15 y a su mamá: “¿Papi ya llegó?”.