JUDICIAL
Estas son las propiedades que dejó la 'reina de la coca' en Medellín
La Fiscalía puso los ojos sobre lo bienes de Griselda Blanco, asesinada en el 2012. Al momento de su muerte vivía de arriendos de casas que nunca le “tocaron”.
Un viejo Jaguar oxidado todavía acumula polvo en el garaje de la última casa en la que vivó Griselda Blanco, más conocida como “la reina de la coca”.
Se trata de una suntuosa vivienda de más de 800 metros cuadrados, avaluada en 1.600 millones de pesos y que hace parte de una unidad residencial de la loma de El Tesoro, en Medellín. Allí mismo donde Griselda alcanzó a celebrar, con mariachis y con sus amigos de Barrio Antioquia, su cumpleaños número 69.
A casi tres años del asesinato en Medellín de quien en 1974 enviara un cargamento de cocaína escondido en el buque Gloria de la Armada Nacional, la Fiscalía General de la Nación comenzó a ocupar aquellos bienes que nunca le fueron intervenidos.
De hecho, cuando Blanco regresó al país, luego de pagar una condena de 20 años de cárcel en Estados Unidos, en su historial no le aparecían antecedentes penales. En sus últimos ocho años de vida, Griselda pudo tener cuentas bancarias y traspasar bienes como cualquier ciudadano. Era una anciana que se paseaba por Medellín en un modesto Mazda 3 negro.
Según lo pudo constatar Semana.com, además de la casa de la Loma del Tesoro, al momento de su muerte a Griselda aún le figuraba a su nombre una vivienda en la calle 33 con carrera 76, de matricula inmobiliaria No. 535679; otra en el sector de La América, de matrícula No. 470360; y una más en la calle 32 E con 75 C, de matrícula 902189.
Griselda aprovecho sus años de “jubilación” para vender las propiedades que había comprado a principios de la década del ochenta, cuando escaló en el mundo de la mafia de Miami, de la mano de sus sucesivos esposos: Darío “Pestañas”, Alberto Bravo y Darío Sepúlveda, con quien tuvo un hijo al que bautizó con el nombre de Michael Corleone.
En la Oficina de Instrumentos Públicos de Medellín quedó evidencia de que Blanco vendió, el 20 y el 26 de noviembre de 2007, dos bienes inmuebles cuyas matriculas llevan los números 870628 y 902182, respectivamente. El 17 de noviembre de 2010 transfirió otra propiedad con matricula No. 173539.
Pero hay más. Una casa en el barrio Campo Valdés, Blanco la negoció con Diego Marín Torres. Y otra, ubicada en la calle 52B con carrera 78, se la vendió a su hermana Nury del Socorro Restrepo, una mujer de la tercera edad, que según sus vecinos del barrio Antioquia siempre estuvo alejada de la estridente vida de Griselda.
Pero la Fiscalía tiene certeza de muchos más bienes, entre los que están fincas y apartamentos a nombre de testaferros, de los que Griselda usufructuaba los arriendos. Uno de los mejores amigos de la “reina de la coca” dice que en sus años de senectud ella siempre se quejó de la falta de plata.
“Una vez me dijo que si yo no sabía quién le podía comprar un cuadro en el que estaba retratada ella con sus hijos. Yo le dije, ´Griselda, por Dios, la verdad es que ese cuadro no es que valga mucho’”, cuenta.
El hombre se refiere a una pintura que aparece en una de las fotos que acompaña esta nota y que nunca había sido publicada. La imagen corresponde a la sala de la casa de la loma de El Tesoro, donde hasta hace poco vivía Dixon Trujillo, uno de los dos hijos de Griselda que aún viven. Michael Corleone está domiciliado en Miami. Y a Uber y a Osvaldo los asesinaron en Medellín hace más de 20 años.
Griselda marcó una historia oscura del narcotráfico en Estados Undos, que quedó plasmada en documentales como Cocaine Cowboys, o libros como La Patrona de Pablo Escobar, de José Guarnizo, o La viuda negra, de Marta Soto.
Según Bob Palombo, el agente de la DEA que en 1984 capturó a Griselda en en un pueblito de California, a ella se le podían adjudicar más de 100 homicidios en Miami. Pero tal vez el hecho delictivo que más conmoción causó fue el intento de secuestrar en junio de 1995 a John F Kennedy Jr, hijo del expresidente Kennedy.
La historia está documentada en archivos desclasificados del FBI. Por esos días Griselda estaba en la cárcel. A través de un papelito que en una visita conyugal le escribió a Charles Cosby, su amante, Blanco dio la orden de ejecutar el secuestro, uno que estuvo a punto de llevarse a cabo. Varios sicarios viajaron desde Colombia hasta Nueva York y alcanzaron a seguir por varias horas a Kennedy por las calles del barrio Tribeca. Pero el delito no se conjuró por la fuerte presencia de policías en la zona.
Aún así, el solo plan de querer atentar contra un integrante de la dinastía Kennedy, dejó ver el talante de Griselda. Porque es que cualquier persona que intente vulnerar la vida de algún miembro de una familia presidencial de ese país deja de ser un simple delincuente, para entrar a convertirse en un enemigo de los Estados Unidos.