POLÍTICA
Máxima tensión en el uribismo: las peleas de cara a las presidenciales
En el Centro Democrático hay dos corrientes: la que está con el Gobierno y la que se ha venido desmarcando de Iván Duque. ¿Podrá Óscar Iván Zuluaga lograr la unión?
El uribismo atraviesa por una fuerte tormenta. Varios episodios recientes, como la disputa entre algunos congresistas por la presidencia de la Cámara de Representantes o la falta de reglas claras sobre quiénes serán los precandidatos presidenciales, han evidenciado las grietas en el Centro Democrático, a menos de un año de las elecciones de 2022. El excandidato presidencial Óscar Iván Zuluaga quiere convertirse en un factor de unión y ser el aspirante único del partido con el objetivo de retener el poder y suceder a Iván Duque en la Casa de Nariño.
Tras permanecer siete años en silencio, alejado de los medios, Zuluaga tiene ya el camino despejado luego de que la Fiscalía archivó la investigación contra su hijo David por el escándalo del hacker Andrés Sepúlveda y las interceptaciones al proceso de paz en La Habana durante el Gobierno de Juan Manuel Santos.
Zuluaga, como lo anticipó SEMANA, jugará fuerte en los comicios que se avecinan, y este jueves viajó hasta el Ubérrimo y se reunió durante media hora con el expresidente Álvaro Uribe. El tema central de la conversación fue la decisión de la Fiscalía sobre su hijo y, por supuesto, el panorama electoral de 2022. A Uribe le suena la candidatura del exministro de Hacienda, a quien considera un hombre preparado, con trayectoria y votos, que en 2014 logró derrotar a Santos en la primera vuelta.
En el uribismo dicen que a Zuluaga le robaron las elecciones en la segunda vuelta por cuenta del “montaje” del hacker. Pero no se puede desconocer que los tiempos han cambiado, el escenario político es distinto y Zuluaga, cuyo nombre no provoca mayores resistencias, hasta ahora vuelve a salir al ruedo público.
Por eso, en el encuentro con Uribe, no se sellaron compromisos electorales. El expresidente ha dicho que no quiere comprometerse con ningún precandidato por ahora ni tampoco con las reglas de juego para escoger a un candidato único. Todo eso será después del debate de la reforma tributaria que presentará el Gobierno Duque el próximo 20 de julio.
Además, la discusión sobre si Zuluaga puede ser el hombre llamado a aglutinar al uribismo se da en momentos en que el partido se dividió entre quienes están con el Gobierno y quienes han venido marcando distancia con el presidente Duque. Los que están jugados con la Casa de Nariño son, por ejemplo, los congresistas Ernesto Macías, María del Rosario Guerra, Edward Rodríguez y Nicolás Fernando Araújo.
Por el contrario, cada vez más distantes están las senadoras María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Paola Holguín y el precandidato Rafael Nieto. De hecho, Rodríguez y Cabal chocaron recientemente, en público, por las críticas de la senadora al Gobierno y su aspiración presidencial.
Lo cierto, en cualquier caso, es que Cabal goza hoy del respaldo del expresidente Uribe, a quien le gusta la manera en que ella defiende los ideales de la derecha y se enfrenta contra la izquierda radical. Uribe la aconseja a diario, le marca la ruta en algunos temas de coyuntura y le pide moderación en determinadas circunstancias.
La pelea en la Cámara
La escogencia de la representante Jennifer Arias como nueva presidenta de la Cámara de Representantes a partir del próximo 20 de julio suscitó fricciones durante algunos días, pues varios representantes del Centro Democrático aspiraban a dicho cargo desde hace meses y, al final, tuvieron que declinar de manera abrupta ante las movidas del Gobierno para que la elegida fuera la congresista del Meta. Representantes como Gabriel Santos se preguntaron si existió algún acuerdo debajo de la mesa porque los demás aspirantes empezaron a declinar de un momento a otro, mientras que su colega Gabriel Jaime Vallejo dijo que hay que ver si la nueva presidencia de la Cámara será un apéndice de la Casa de Nariño o jugará un papel independiente.
Bajo esas agrias disputas surge ahora la opción de Zuluaga. La duda es si los demás posibles postulantes aceptarán declinar sus aspiraciones presidenciales y estarán dispuestos a que el nombre del exministro de Hacienda sea ungido como candidato único del partido sin necesidad de una consulta, a diferencia del camino que recorrió Duque en 2017. Por ahora, lo que todos le piden a Zuluaga es que primero defina oficialmente si quiere lanzarse a nombre de la colectividad.
“Me parece buenísimo que Óscar Iván entre al proceso. Es un hombre intachable y con una gran trayectoria. No tengo la menor duda de que le robaron las elecciones en 2014, en una combinación entre el montaje del hacker más la plata de Odebrecht”, afirmó el exviceministro Rafael Nieto. Con quien resultará difícil llegar a un acuerdo es con el representante Edward Rodríguez, quien le contó a SEMANA que avanzará en su aspiración presidencial, pese a que María del Rosario Guerra les pidió a todos los precandidatos del Centro Democrático dar un paso al costado y permitirle a Óscar Iván que aspire a la presidencia. “No me parece democrático”, aseguró Rodríguez, en un episodio más de las divisiones internas.
En ese orden de ideas, la escogencia del precandidato uribista dividirá al partido entre las figuras más radicales y de derecha y la nueva generación que defiende la tesis e ideología de la centroderecha por su cercanía con Iván Duque. Así mismo, hay otros candidatos por fuera del Centro Democrático que llaman mucho la atención, como el exalcalde de Medellín Federico Gutiérrez y el exalcalde de Bogotá Enrique Peñalosa. Ambos inscribirán sus candidaturas por movimientos independientes y podrían participar de una consulta amplia en marzo de 2022 para definir un solo nombre que dé la pelea por la presidencia.
Si Zuluaga no evita la atomización de su partido, no le quedará otra salida que aspirar también por firmas, como un candidato independiente, aunque le costará desmarcarse del uribismo. SEMANA confirmó que las directivas de Centro Democrático estudian la posibilidad de reglamentar los perfiles de sus precandidatos presidenciales porque algunos líderes no están de acuerdo con la aspiración de cualquier militante. La idea es que reúnan algunos requisitos mínimos. El representante a la Cámara Christian Garcés propuso que quien se lance como precandidato quede inhabilitado para luego aspirar al Senado. Argumentó que los precandidatos presidenciales tienen una mayor visibilidad y eso pondría en desventaja a los demás postulantes al Congreso. La iniciativa, aunque no ha sido votada, no ha sido bien recibida.
Por ejemplo, el Centro Democrático busca a 54 mujeres para integrar sus listas al Congreso y no se puede dar el lujo de perder a figuras reconocidas como María Fernanda Cabal, Paloma Valencia y Paola Holguín en caso de que ellas no sean las elegidas internamente, a finales de este año, para competir por la Casa de Nariño. Por ahora, el Centro Democrático establecerá un tiempo para oficializar precandidaturas y otro para tomar la decisión. Y aunque se habla de que en octubre próximo se escogería el precandidato único, ese plazo le parece tarde a Zuluaga porque Gustavo Petro ha tomado cierta ventaja en las encuestas.
La divergencia en el uribismo puede agravarse en los próximos meses. En voz baja, un sector avanza en cocinar consensos alrededor de Zuluaga, mientras que las figuras cercanas a la centroderecha insisten en buscar la continuidad del Gobierno, así sea con candidatos por fuera del partido. Ambas corrientes están en el afán de encontrar el nombre de un hombre o una mujer que retome las banderas uribistas por excelencia. Pero la tarea no es fácil, y está desatando más de una división.