NACIÓN
Las torturas a las que sometían a las víctimas de la casa del terror
Caminar descalzos sobre piedras calientes, golpes en crueles ejercicios de “cara a cara”, rapadas de forma violencia y baños en piscinas llenas de hongos. A esas torturas sometían a las víctimas de la llamada casa del terror.
Decenas de jóvenes fueron llevados a una fundación con la promesa de curar sus adicciones. Pero vivieron un calvario. Se trata de la Fundación de Jesús, ubicada a 3 kilómetros del centro de Villeta, en la vía a Guaduas. Es un predio que durante años funcionó como complejo ecoturístico. Se llega por un puente colgante desgastado que facilita el cruce de la quebrada Cune. El ingreso es por una reja roja, vieja y oxidada, de la que cuelgan, desde el pasado 21 de enero, dos letreros en hojas tamaño carta con sello de la Policía: advierten que el lugar está sellado por irregularidades.
Los denunciantes que hablaron con SEMANA coinciden con las víctimas que la Defensoría confirmó y registró en el informe, ya en poder de la Fiscalía; consideran que lo ocurrido allí son delitos como secuestro y no simples contravenciones en materia de salubridad.
“Se puede evidenciar que los hechos denunciados corresponden a los hallazgos de la visita interinstitucional a la Fundación de Jesús, con evidentes casos de tortura, maltrato, violencia y humillaciones a los niños, niñas, jóvenes y adultos, sobre todo a los menores de edad”, señala el informe de la Defensoría del Pueblo.
Las entrevistas realizadas por SEMANA expresan el nivel de angustia de quienes pasaron por esta Fundación. Hablan de castigos que incluyen caminar descalzos sobre piedras calientes, atacar a sus propios compañeros en un ejercicio que bautizaron como ‘cara a cara’, raparlos de forma violenta y meterlos a una piscina plagada de hongos.
Una mujer de 40 años con problemas mentales denunció que “la golpearon, la metieron desnuda en la piscina cochina y le lanzaron baldes de agua fría”. Además, advirtió que por órdenes de los llamados “líderes”, encargados de cuidarlos, las otras pacientes tenían la orden de golpearla, amarrarla y encerrarla en una habitación, con apenas un colchón en el suelo.
Los denunciantes, ahora testigos en un proceso de la Fiscalía, cuentan cómo algunos intentaron escapar y, por medio de la “Operación Rescate”, no solo los volvían a reducir, sino que los dejaban en espacios de confinamiento “carcelario”, amarrados, sometidos, en ayuno y forzados a trabajar bajo el sol.
En la sede de Villeta, según los denunciantes, la mayoría son mujeres, los hombres son llevados a Choachí. El denunciante recuerda que fue testigo de golpizas, lo drogaron con medicamentos psiquiátricos para trasladarlo de una sede a otra, le cortaron el pelo, le dieron comida en descomposición y presenció intentos de suicidio de sus compañeros.
Asegura que quienes lideraban el proceso de rehabilitación eran, a la vez, consumidores de bazuco en las instalaciones. Su problema de adicción a la marihuana pasó a segundo plano con las secuelas de los medicamentos psiquiátricos que le dieron para mantenerlo en un letargo indefinido.