Escándalo
Laura Bozzo: la protagonista de su propia desgracia
Por vender un lote embargado, la presentadora peruana pasó de ser una diva de la televisión a una prófuga que la justicia buscada en más de 190 países. Su historia da para uno de sus programas de televisión.
Desde el 7 de agosto pasado, la conductora de televisión peruana Laura Bozzo olía que algo ocurriría en su contra. Ese fue el último día en que la presentadora, recordada por su repetida frase “¡que pase el desgraciado!”, publicó dos fotografías en su red social Instagram.
En las imágenes aparece como presentadora de su programa rosa, delante de una de las tantas mujeres víctimas que han pasado por su set de televisión. “Amo mi programa, vamos con toda a luchar contra la trata de mujeres. No lo vamos a permitir más”, escribió. Horas después, reportaron algunos de sus conocidos a la prensa mexicana, se esfumó. Nadie sabía del enredo en el que estaba envuelta y que convirtió a la afamada estrella de las cámaras en una prófuga judicial.
Un juez federal de México ordenó su arresto porque no se presentó ante las autoridades que adelantan un proceso en su contra por delitos fiscales. La molestia de la justicia fue de tal tamaño que la Fiscalía solicitó a la Interpol una circular roja para buscar a la estrella de la farándula en más de 190 países.Bozzo fue procesada por un presunto delito fiscal que sobrepasa los 12 millones de pesos mexicanos (602.000 dólares). Y no es para menos: vendió un condominio que estaba embargado por el Servicio de Administración Tributaria (SAT), una entidad que tiene las funciones de la Dian en Colombia.
El predio, según las investigaciones, estaba embargado para garantizar el cumplimiento de una millonaria deuda, y por eso ella habría incurrido en el delito de depositario infiel. Si la encuentran y condenan, la mujer podría pasar entre tres y nueve años en prisión, una pena considerable a sus 70 años. Significaría además un retiro a la fuerza de la televisión. Mientras huye, sus abogados y su expareja Christian Suárez –con quien tuvo una ruptura tormentosa que llegó a los tribunales– argumentan los problemas de salud de la controvertida peruana. “La primera cosa que tiene Laura en su contra es la depresión. Si a ella la encerraran la estaríamos matando. Es una advertencia: si a Laura Bozzo le llegara a pasar algo daré los nombres de los contadores y de mucha gente que tuvo que ver para que ella esté pasando por estas cosas”, aseguró Suárez. La familia dijo que ella padece de un enfisema pulmonar, pero a juzgar por las recientes fotografías de sus redes sociales, su salud pasa por un extraordinario momento.
Pero ¿cómo llegó Bozzo a manos de la justicia mexicana? El actor Alfredo Adame, uno de sus principales enemigos, se atribuye la denuncia. Confesó que lo ubicaron los compradores del predio que vendió Laura y le narraron que después de firmada la promesa de compraventa, fueron hasta donde un notario, quien les reportó que el terreno tenía rollos judiciales. La denuncia le cayó como anillo al dedo. Él, sin dudarlo, llevó el caso ante las autoridades y, de paso, se sacó el clavo que tenía contra la peruana tras un enfrentamiento en un set de grabación. Las diferencias entre Bozzo y Adame no solo han sido públicas, sino que han desfilado en los estrados judiciales. “Sus programas me dan asco”, dijo él en su momento. Hoy, según el actor, Laura “es una delincuente, una rufiana”.
El problema es que Bozzo ya parece una invitada más de su programa porque su vida salta de escándalo en escándalo. La opinión pública, que se acostumbró a ver en la pantalla a una mujer consejera y práctica en los temas judiciales y del corazón, ahora tiene una imagen de ella que se ha desdibujado. La presentadora es otra por fuera de las cámaras de grabación. Esta no es la primera vez que la peruana, de 70 años, está envuelta en un lío con la justicia. En 2018, por ejemplo, la acusaron por evasión fiscal por 17 millones de pesos mexicanos porque no pagó varios impuestos. Ella, con el estilo que la caracteriza, dijo ser “muy bruta para pagar impuestos”, y responsabilizó a sus contadores por el mal manejo de sus cuentas.
El primer escándalo que sacudió a Bozzo fue en 2002, cuando su popularidad se desbordó gracias a su programa Laura en América. En un viaje a Miami fue arrestada cuando salía del Aeropuerto Internacional de Lima. La investigaban por supuestos vínculos con la red de corrupción de Vladimiro Montesinos, asesor de Alberto Fujimori, un hecho por el que le ordenaron un arresto domiciliario. El exmandatario peruano permanece detenido desde 2005 por asesinato, desfalco, secuestro y crímenes de lesa humanidad. “Hay mucha gente que me odia, que me envidia, que dice que Bozzo ya cayó, pero no, señores, hay Laura para rato”, reaccionó en su momento. La peruana, en una salida audaz, pidió al juez que los estudios de televisión se convirtieran en el lugar para pagar su condena. Allí, entre luces, cámaras y maquillaje, estuvo cobijada con la casa por cárcel, emitiendo sus polémicos programas caracterizados por los escándalos y la violencia intrafamiliar.
Como su ingreso a Estados Unidos se frustró, Bozzo, tras pagar su pena, escogió México como su nueva plaza para avanzar en su carrera. En 2009, la abogada formó parte de TV Azteca y desde ahí se convirtió en una de las mujeres más influyentes en la pantalla mexicana.Laura en América –su programa más recordado– le dejó grandes satisfacciones, pero centenares de críticas. Aunque era una serie odiada por gran parte de América Latina, era casi imperdible por los hogares, incluidos los colombianos. La señorita Laura aprovechaba su profesión de abogada para impartir justicia, gritar y desbordarse en cuestionamientos para cualquiera de las partes en conflicto. “¡Que pase el amante!”, gritó muchas veces. Y en la pantalla aparecía un hombre, con su rostro agachado, intimidado por la presencia de la diminuta, pero imponente mujer rubia de voz ronca.
En muchas ocasiones se especuló que los protagonistas de sus programas eran pagados, personas que aceptaban el insulto, la grosería y las agresiones físicas frente a las cámaras y ante la mirada de millones de televidentes a cambio de dinero.En una oportunidad, Laura Cecilia Bozzo Rotondo (su nombre completo), en su afán por alcanzar sus mayores niveles de audiencia, presentó el caso ‘Hago todo por dinero’, en el que humilló a sus invitados. Una mujer, por ejemplo, corrió desnuda por el set, mientras el público aplaudía y la observaba con asombro, mientras otros lamieron las axilas y los pies de un desconocido. Las escenas fueron fuertemente cuestionadas.La diva es excéntrica, colorida y jamás quiere pasar desapercibida. El 5 de agosto pasado, dos días antes de desaparecer de Instagram, apareció en un balcón desde donde se divisa el mar, con traje de baño de una pieza mostrando un improvisado bronceado. Con gafas negras, levantando los brazos y con tacones, bailó salsa. Cali pachanguero, del Grupo Niche, la canción que escogió. “A punto de cumplir 70 años, miren”, dijo con un gesto de vanidad. “Colombia… Cali pachanguero”, siguió cantando.
Y es que Bozzo ha querido mostrar una nueva faceta ante sus seguidores: el baile. Incluso, fue participante del programa Las estrellas bailan, un reality show mexicano del que fue expulsada porque sus movimientos corporales no son su mayor potencial. Observarla en la escena, con sus figuras descoordinadas, era objeto de burlas.
Los críticos, que seguramente la admiraban por muchos de sus programas, la destrozaban cuando la veían saltar y cruzar las piernas con escasa o nula táctica. Lolita Cortés, una de las jueces, le dijo a Bozzo que no bailaba y que una de sus muestras no era una coreografía. La afamada presentadora se enfureció y le restó importancia al comentario. Sin embargo, la ira se apoderó de ella cuando la juez le insistió que si no estaba a gusto podía marcharse.
“Amo los memes, me encanta conectar con la gente joven, me encanta que me digan ridícula, momia. Me divierto, porque yo me siento segura de lo que soy”, respondió Bozzo, la presentadora, la estrella, la bailarina, la mujer escondida de las autoridades y buscada por la Interpol, cuya vida pasó a ser una verdadera desgracia.