GÉNERO

El poder gay en Colombia

El país, que históricamente había sido del Sagrado Corazón, es hoy un ejemplo de progresismo e igualdad de derechos. Cuatro de las mujeres más importantes del país han contribuido a esta nueva realidad.

25 de junio de 2016
Gina Parody con Cecilia Álvarez y Angélica Lozano con Claudia López. | Foto: David Amado

El lunes de la semana pasada sorprendió la entrevista de María Isabel Rueda en el periódico El Tiempo. Era un diálogo entre la periodista con la ministra de Educación, Gina Parody, y la exministra Cecilia Álvarez, en la cual por primera vez hablaron abiertamente de su relación. La coyuntura era la masacre en la discoteca gay de Orlando que llevó a que ellas recibieran trinos homofóbicos. La sinceridad de la entrevista la volvió el tema del día y fue muy bien recibida por lo lectores.

Gina y Cecilia no fueron la única pareja gay que fue objeto de agresiones homofóbicas virtuales. También las sufrieron Claudia López y Angélica Lozano. Ambas aprovecharon la oportunidad en contra de la discriminación para manifestar públicamente su amor. Debajo de una foto de las dos sonrientes aparecía la frase “Vamos a vencer el odio con amor”.

Fuera de las redes sociales, que tienen algo de alcantarilla, la reacción de los colombianos fue mayoritariamente a favor de esos gestos valientes. Más que crítica hubo admiración. Así como ellas habían mantenido sus relaciones personales en el ámbito privado hasta hace poco tiempo, igualmente el respeto de quienes tenían conocimiento de esa situación no lo sacaban a flote oficialmente. Una vez ellas la hicieron pública, el reconocimiento se volvió colectivo.

Para ser Colombia el país del Sagrado Corazón, de talante conservador y puritano, llama mucho la atención la naturalidad y la altura con las que todo el mundo recibió el tema. Queda claro que Colombia ha dejado atrás tabús obsoletos que discriminaban a las minorías y es hoy una nación más progresista y abierta.

Una particularidad de Colombia es que las personas que se han convertido en la cara de esa causa son todas muy importantes. Dos, Gina y Cecilia, han sido ministras. Y tres de ellas, Claudia, Angélica y Gina, han sido congresistas. Y lo que no pasa inadvertido no es tanto que hayan ocupado esos cargos, sino que las cuatro son personajes políticos muy importantes en el país.

Dada la complejidad de su cargo en la cartera de Educación, Gina Parody no es en este momento la ministra más popular para la opinión pública. Sin embargo, no hay duda de que es una de las funcionarias más competentes que ha pasado por ese cargo, y que el balance de su gestión, con programas como Ser Pilo Paga, es muy positivo. Pocos recuerdan que como senadora obtuvo 85.195 votos en 2006, una de las votaciones más altas del país.

Cecilia Álvarez ha sido durante el gobierno de Juan Manuel Santos ministra de Transporte, de Comercio y consejera presidencial para el sector privado. En los tres cargos dejó la impresión de liderazgo efectivo, una gran capacidad de conformar equipo y un excepcional carisma costeño. Antes de eso fue una de las figuras claves del Grupo Santo Domingo con cargos como la vicepresidencia de la contraloría de Bavaria y su participación en la junta directiva de la cervecería del grupo.

Claudia López es la más visible pero también la más controvertida. Acaba de anunciar que no se va a postular nuevamente al Congreso y que con Antonio Navarro va a liderar una alianza del Partido Verde con el partido Compromiso Ciudadano de Sergio Fajardo. Hasta ahora lo único que se ha pactado es el lanzamiento de una lista unificada para Senado y Cámara de representantes. Pero lo que ha despertado expectativa en la opinión pública es la proyección de esa alianza en las elecciones presidenciales de 2018.

Muchos han interpretado unas declaraciones de la senadora en El Tiempo como la posibilidad de que sea ella la candidata de Fajardo a la vicepresidencia. Eso por ahora no es así. Tanto López como Fajardo y Navarro piensan tener una consulta interna en la cual el ganador será el candidato y los otros lo apoyarán. Lo que es seguro, independientemente de quién quede de número uno, dos o tres, es que una troika de Sergio Fajardo, Claudia López y Antonio Navarro presentará una opción política distinta, renovadora y muy atractiva cuando empiece el debate electoral en serio. Esos tres nombres sumados pueden despertar algo parecido a la ola verde que produjo la candidatura de Antanas Mockus hace unos años. Y si el candidato del Partido Liberal llega a ser Humberto de la Calle, ellos desearían que los rojos se sumaran a esa consulta para tener una coalición aún más fuerte.

La apuesta de Claudia López de no volver a presentarse al Congreso es grande. Porque es muy probable que si lo hiciera podría obtener la votación más alta del país. Su permanente presencia en la televisión y en las redes sociales, combinada con su actitud frentera e irreverente, le han dado una ventaja que desearían sus colegas del Parlamento.

Su irreverencia, sin embargo, despierta también algo de recelo porque con frecuencia se le va la mano. A Álvaro Uribe lo llamó “sanguijuela de alcantarilla”. Al presidente Santos ha llegado a tildarlo de “ladrón y corrupto”. Hace algunas semanas generó indignación entre sus compañeros de la Comisión Primera porque los acusó de “robarse el sueldo”. Su carácter quedó en evidencia el jueves pasado cuando, ante la euforia del anuncio del cese al fuego bilateral, se paró intempestivamente del set del canal RCN, a donde había sido invitada como panelista. López criticó la línea editorial del canal por su posición radical contra el proceso de paz y sorprendió a los televidentes al defenderlo con la misma vehemencia con que había insultado al presidente pocas semanas antes.

Angélica Lozano es menos visible que las otras tres, pero no menos influyente. En la Cámara hay muy pocas personas de sus quilates, y aunque este órgano tiene menos jerarquía que el Senado, a la hora de tomar decisiones tiene el mismo peso. Como es un cuerpo colegiado más individualista, más caótico y menos disciplinado, una persona con el carácter y la respetabilidad de Lozano se vuelve el elemento decisorio en los grandes debates. Ella tiene el mérito de haber sido la primera política que declaró abiertamente su bisexualidad cuando era candidata y con las banderas de la comunidad LGBTI llegó al Congreso. Pero además de los temas de esa comunidad, ha jugado un papel clave en asuntos trascendentales como el equilibrio de poderes, la Comisión de Aforados, el Código de Policía y causas populares como la prima para las empleadas del servicio doméstico.

Aunque es una coincidencia que cuatro de las mujeres más importantes del país hayan hecho pública su orientación sexual, esta decisión no explica por qué hoy el país las respeta y vive pendiente de ellas. Todas han llegado a donde están a punta de trabajo, esfuerzo y resultados. En todo caso, con la dinámica que han adquirido sus carreras, es seguro que por lo menos una de ellas pronto figurará en el abanico de aspirantes a la Presidencia de la República.