PROVIDENCIA
Libra de carne a $ 25.000 y arroz a $ 6.000: la odisea de mercar en Providencia un año después del huracán
Los raizales se quejan de los elevados precios de los alimentos. Han optado por reemplazar algunos productos de la canasta familiar.
Gina Brown optó porque en su casa no se comiera más carne de res, pollo o cerdo. Ahora reemplaza la proteína con lentejas o enlatados. También desistió de cocinar con aceite vegetal y, en cambio, echar mano de lo que puedan extraerle al coco para suplir este ingrediente. Todos esos cambios se derivan de los elevados precios de los alimentos en Providencia y Santa Catalina, un año después de que el huracán Iota dejara semidestruido el archipiélago.
Alimentarse bien en Providencia después del huracán es un privilegio que se dan pocos. En el centro de la isla, una libra de carne puede costar $ 25.000 y una libra de arroz sobrepasa los $ 6.000. “Todo se puso más caro luego del huracán. Los barcos traen menos comida y algunos productos están por las nubes”, cuenta Gina Brown.
Providencia antes del huracán solo tenía un muelle con un dragado de dos metros de profundidad, aproximadamente. Llegaban barcos pequeños que, en su mayoría, traían alimentos y artículos de la canasta familiar. Luego de la catástrofe natural, el muelle quedó con serios daños y es utilizado en gran parte para la llegada de materiales para la reconstrucción de la isla.
La demanda de comida se mantiene en Providencia, porque sumado a la población general, en la isla hay más de 1.800 personas que llegaron para realizar las labores de reconstrucción. Ese flujo de contratistas es lo que ahora está jalonando la reactivación económica del archipiélago.
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Las posadas (hospedajes con registro turístico) que ya fueron reconstruidas por Fontur prestan el servicio de hotelería en la isla. Sin embargo, como Providencia aún está cerrada para los turistas, los únicos huéspedes son los contratistas y funcionarios del Gobierno que llevan más de ocho meses en el archipiélago. Gina es dueña de una de las posadas y cobra entre $ 40.000 y $ 35.000 la noche por habitación.
Por ahora, esa es la poca fuentes de ingreso que tienen los raizales para hacerle frente al elevado precio de los alimentos. En el caso de Gina, sus ingresos por hospedaje son utilizados para comprar comida para cinco personas. “Hay algunas personas que no se están alimentando bien. Acá nos han brindado ayudas, como enlatados y demás, pero a veces eso no alcanza. Agradecemos mucho esos gestos solidarios, pero esperamos que esta pesadilla acabe pronto”, dice.
SEMANA recorrió el centro mayorista en Providencia y pudo constatar el elevado precio de los alimentos. En la cadena de transporte está la principal dificultad para que lleguen productos menos costosos a la isla.
Al realizar el ejercicio de utilizar $ 100.000 para comprar productos necesarios, solo se alcanzó adquirir 30 % de la lista, que incluía alimentos como arroz, carne, aceite, azúcar, condimentos, enlatados, lentejas y frijoles para alimentar a cinco personas durante tres días.
En los únicos restaurantes que funcionan en la isla, un plato puede oscilar entre $ 80.000 y $ 90.000 pesos para los contratistas o funcionarios del Estado que están de paso en Providencia.
¿Cómo avanza la reconstrucción?
Susana Correa Borrero, directora de Prosperidad Social y gerente de la reconstrucción de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, hace un balance del primer año de la catástrofe natural que dejó prácticamente destruidas dos de las localidades del archipiélago. Señala que, aunque ha habido retrasos, los trabajos avanzan a buen ritmo.
“No ha sido fácil, es un tema bastante complicado por la localización de la isla. Estamos a 721 kilómetros de Cartagena, que es el continente más cercano a Providencia. Aunque tenemos unos problemas de logística graves, hoy en viviendas llevamos una ejecución de 54 %, tenemos alrededor de 962 casas entregadas y esperamos que a final del año lleguemos a 70 %. Seguimos conservando la misma meta, las viviendas deben acabarse en marzo de 2022, como lo dijimos desde hace algunos meses”.