ESCÁNDALO
Llaneros vs. Unión Magdalena, los detalles de un escándalo futbolístico que promete terminar en nada
La “vergüenza nacional”, como el Presidente de Colombia calificó el encuentro entre Llaneros vs. Unión Magdalena, pone a prueba la credibilidad del fútbol colombiano. Aunque la Fiscalía investiga, nunca se ha sancionado un presunto arreglo deportivo en el país.
En el invierno austral de 1978, en plena dictadura de Jorge Rafael Videla, Argentina fue sede del mundial de fútbol y conquistó su primera copa al derrotar a Países Bajos en la final. A esa instancia había llegado gracias a la mayor goleada registrada en aquella competición, la del 21 de junio. Obligados a marcar cuatro goles a Perú para superar a Brasil, esa noche metieron seis al ‘chupete’ Quiroga, arquero nacido en Rosario y nacionalizado peruano. Kempes, Luque, Tarantini y Houseman pasaron por encima de los zagueros incas, que en la cancha del Gigante de Arroyito parecieron estatuas, como los defensores del equipo Llaneros de la segunda división de Colombia, en el último minuto de la última fecha del torneo de ascenso.
Como fue en un mundial, se convirtió en el ejemplo por excelencia de un término que siempre ha rodeado los campos del planeta, desde que los ingleses inventaron el balompié: el amaño. Los jugadores de la selección peruana fueron recibidos a piedra en el aeropuerto de Lima, acusados por sus paisanos de “vendidos”. Se habló de sobornos pero nunca se halló una prueba que así lo confirmara.
Futbolistas como Juan Carlos Oblitas revelaron que el general Videla entró al vestuario antes del juego, leyó un mensaje del dictador peruano Francisco Morales Bermúdez en el que recordó la hermandad entre ambos países, el cual muchos asimilaron como una “amenaza” antes de saltar al campo. A pesar de las explicaciones, leyendas como Teófilo Cubillas quedaron señalados de haber “bajado los brazos” para beneficiar al seleccionado anfitrión.
Centenares de partidos no han escapado a los escándalos y las sospechas. La única vez que algo se comprobó fue en 2006, cuando el Tribunal de Justicia de la Federación Italiana de Fútbol vinculó a la Juventus en la trama de partidos amañados conocida como Calciopoli. La Vecchia Signora fue despojada de dos scudettos y descendió a la segunda división.
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Llaneros vs. Unión Magdalena (1-2) del 4 de diciembre fue calificado de “vergüenza nacional” por el presidente Iván Duque. En el último minuto los samarios remontaron el marcador y consiguieron el ascenso. Alcanzó la categoría de “vergüenza mundial” cuando medios de los cinco continentes reprodujeron el video del segundo gol. Jonathan Segura marcó sin que defensas ni portero hicieran algo para impedirlo. “El amaño más descarado de la historia”, lo calificó Josep Pedrerol en Jugones, uno de los programas deportivos más vistos en los países de habla hispana. El reportaje culminó con las lágrimas del ‘Rolo’ Flórez, director técnico de Fortaleza, perjudicado por el resultado en Villavicencio.
Mientras el plantel del Unión celebraba su “hazaña”, el país les volvió la espalda. Hasta leyendas e hinchas ilustres del ‘ciclón’ como el Pibe Valderrama y Carlos Vives reprocharon el ascenso. Guillermo Herrera, ministro del Deporte, y Fernando Jaramillo, presidente de la Dimayor, fueron los primeros en reaccionar y ordenaron al comité de ética de la entidad iniciar indagaciones. Se reunieron con el fiscal general Francisco Barbosa a quien le pidieron que pusiera su lupa, con la cual el partido pasó a disputarse en la cancha judicial. El exfiscal Mario Iguarán denunció penalmente el partido, al considerar que podría tratarse de un caso de “corrupción privada”. Seis jugadores de Llaneros fueron citados a declarar por la Dimayor. El jueves, ninguno apareció.
El señalado arquero Kevin Armesto rompió su silencio, pero para denunciar amenazas contra su vida y su familia. Una semana después del bochorno no hay evidencias de amaño, aunque para el exfiscal Iguarán “las imágenes hablan más que diez testigos”. La única determinación, hasta el momento, fue el aplazamiento de la final del torneo de ascenso entre Unión y Cortuluá.
Los escépticos creen que el escándalo del Bello Horizonte de Villavicencio será el nuevo huésped del archivo de los partidos oscuros. Allí está el Santa Fe vs. Millonarios del 16 de diciembre de 1987. El argentino Jorge Taverna, infalible desde los doce pasos, pateó suave un tiro penalti a su paisano ‘la jirafa’ Cousillas, discreto arquero que nunca había atajado uno en su carrera. Los embajadores ganaron por la mínima diferencia y una semana después conquistaron su estrella 12. Taverna fue acusado de “haberse vendido” y sus compañeros le reclamaron con vehemencia en el vestuario. Jorge Luis Pinto, entonces técnico de Santa Fe, acusó a su colega de Millonarios, Luis Augusto ‘chiqui’ García, de “comprar árbitros y rivales”.
Eran los años en los que el fútbol colombiano fue permeado por el narcotráfico. Nada pasó. El 9 de noviembre de 1997, Deportivo Pereira descendió por primera vez a la B. Debía ganar y que Millonarios empatara en el Campín con el Unicosta de Barranquilla. Ningún matecaña pensó caer a la segunda división cuando los azules se fueron al descanso con 2-0 a favor. Los barranquilleros, que nunca habían ganado fuera del Romelio, lo hicieron ante el líder del campeonato. Los hinchas de Millonarios recriminaron a sus jugadores. Y aunque en el Hernán Ramírez Villegas aún guardan la cuenta de cobro a los capitalinos, nunca se abrió investigación alguna.
Tampoco se conocieron sanciones por lo que se conoció como “el escándalo del (estadio) Alberto Maestre Pavajeau” de Valledupar, el 25 de noviembre de 2004. Fue la tarde en que Real Cartagena ganó 5-0 al Valledupar FC, con cuatro goles en los últimos cinco minutos del partido, disputados, curiosamente, una vez concluido el Cúcuta Deportivo vs. Alianza Petrolera (3-1), y que despojó del ascenso a los motilones. Valledupar había sido el líder todo el año y solo le habían hecho dos goles en casa. Su arquero, José De Ávila Berdugo, reveló al diario El Pilón, diez años después, el “pacto” que sellaron los dirigentes para que el clasificado fuera un equipo costeño, y así impedir el ascenso del Cúcuta al que, según recordó el exfutbolista, “lo querían subir a la fuerza, con ayuda de los árbitros”.
Tres años después, SEMANA publicó la investigación en la que Valledupar Fútbol Club “tenía fuerzas paramilitares en su estructura económica”. El club depuró su dirigencia, pero aquel presunto partido amañado quedó en la impunidad. No hay hincha en Colombia que alguna vez no se haya sentido víctima de un presunto pacto entre futbolistas, a quienes lo mínimo que se les reclama es ética y profesionalidad. Pero año tras año, en fechas definitivas, no falta quien culpa al “hombre del maletín” por la eliminación de su equipo.
Ciro Pupo Castro, alcalde de Valledupar en 2004, tras aquel sospechoso partido dijo que a los jugadores de su equipo les había faltado “pundonor deportivo”, pero que en la legislación colombiana “la falta de pundonor no tipifica delito alguno”. Esta vez, el país y el mundo esperan sanciones para lo que pareció ser “el amaño más descarado de la historia”, pero la justicia nunca ha llegado ni cojeando para esclarecer juegos sospechosos.
De momento, el partido Llaneros vs. Unión Magdalena alimentará la leyenda que siempre ha rodeado a los presuntos partidos amañados, como el de aquel célebre Argentina vs. Perú del 78, que permitió a la albiceleste disputar su primera copa mundial, la cual levantó en los días más oscuros de la dictadura de Videla.