Periodismo

Lo mejor de 'Contraescape'

En 'Fiestas y funerales' Enrique Santos Calderón, director de 'El Tiempo', recopila 30 años de columnas, reportajes y perfiles. SEMANA publica apartes.

23 de noviembre de 2002

En mayo de 1999 Enrique Santos Calderón, el columnista más leído e influyente del país, publicó por última vez su columna 'Contraescape'. Desde entonces han sido muchos los llamados de lectores para que el codirector de El Tiempo regrese con foto y firma a las páginas editoriales y abandone el anonimato institucional de la dirección.

Luego de tomarse unos meses de sabático para escoger personalmente los artículos Santos Calderón lanzó el libro Fiestas y funerales, en el que recopila no sólo columnas sino también perfiles y crónicas que escribió en 30 años ininterrumpidos de trabajo periodístico.

Luis Carlos Galán:
¡Qué vida tan pura! (1989)
"Te mataron, Luis Carlos. Te asesinó la antipatria. Creyendo que con tu eliminación física eliminarían también lo que tú encarnaste. Pero morir por la Patria es vivir. Y tu sangre derramada es el germen de la nueva Colombia que desterrará a estos miserables traficantes de la muerte.

No encuentro mejores palabras para terminar estas líneas que las pronunciadas por tu hijo mayor ante tu cadáver. "¡Qué vida tan pura y transparente! La huella que ha dejado prevalecerá".

Alvaro Cepeda Samudio:
Elogio de la desmesura (1999)
"La prematura muerte de Alvaro Cepeda a los 46 años me dejó un vacío tenaz... Fue una persona que influyó mucho en mí, en un momento clave de mi vida. Me enseñó la importancia de la espontaneidad; de la amistad sin ataduras de edad, clase o región; del humor como defensa contra la hipocresía y la solemnidad; de abrirse a la vida y no encasillarse en esquemas ni dogmas...".

Guillermo Cano.
¡No pasarán! (1986)
"Lloremos a Guillermo Cano. Pero lloremos por Colombia si todos sus ciudadanos no se sienten aludidos por este infame asesinato. Si no entendemos la gravedad de lo sucedido; si por indiferencia, complicidad o miedo, no aceptamos el significado de ese desafío, este país se merece todo lo que le pueda pasar. Callar ahora, mirar para el otro lado, eludir el tema, sería un acto de rendición. Sería entregarles el país. No es el momento de hacer invocaciones abstractas de la paz, ni de hablar de un muerto más en el torbellino de violencia que envuelve a Colombia. Momentos como estos son los que definen a la gente. Los que miden las reservas de una nación y la fortaleza de un pueblo. Los que no permiten la neutralidad, ni mucho menos la indiferencia".

Andrés Escobar:
Un país enfermo (1994)
"A diferencia de la indignación y la rabia que me suscitaron las muertes de un Luis Carlos Galán o un Guillermo Cano; de un Rodrigo Lara Bonilla o un Carlos Pizarro, el asesinato de Andrés Escobar me dejó un sentimiento de desolación total. De ausencia de reacción y de palabras. Un vacío desconcertante y profundo. Por primera vez me sentí avergonzado de ser colombiano".

García Márquez:
La soledad de la fama (1982)
"Y encaramado en ese podio el día de su esperado discurso, rodeado de gélidos suecos y de ardientes compatriotas, al dirigirse al mundo en nombre de América Latina y erigirse en portavoz de sus esperanzas y frustraciones, Gabriel García Márquez tuvo que sentirse como el más solitario de los Buendía. Porque nadie más podía asumir en esos momentos esa vocería. Nadie más tiene semejante audiencia cautiva, ni comparable autoridad, para hablar de un continente entero. Porque ninguna otra persona ha logrado expresar de manera tan universal su realidad fantástica y desgarradora. Y, por supuesto, nadie podía hacer una síntesis tan poética y política, tan periodística y literaria, tan bella y descarnada, del pasado y presente de un pueblo que, condenado a cien años de soledad, aspira a "una segunda oportunidad sobre la Tierra".

La silla vacía (1999)
"Una cosa es saber echar plomo, convertirse en veteranos de la emboscada, en especialistas del secuestro, profesionales de la extorsión, técnicos de la dinamita... Y otra es comprender para qué se hace todo eso, cuando llega el momento de explicarlo. De traducir los principios políticos de esa guerra en propuestas concretas, viables y factibles. Más allá de las vacas o los marranos que les robó hace cuarenta años el Ejército opresor. Una lucha armada de tanto tiempo encuentra a un país dispuesto a escuchar y aceptar. Porque expresa y representa algo. Y hay un Estado que quiere transar. Y un Presidente que extiende la mano y se traslada adonde lo convocan. Pero no encuentra al interlocutor".

Alejo Durán: Se nos fue (1989)
"No olvidaré esa noche tórrida de 1987 en Valledupar, con la plaza atestada de público durante el festival del 'rey de reyes', cuando tocó una nota falsa en su acordeón en la final frente a Colacho Mendoza. Una falla casi imperceptible, que sólo los más entendidos vallenatólogos hubieran captado. Pero Alejo Durán interrumpió momentáneamente su ejecución para decir: 'Perdón, pueblo, me acabo de descalificar".

Hernando Santos:
El tío Nano (1999)
"El tío Nano ya no estará ahí, en la oficina de al lado. Esa rutina cotidiana, complaciente y cómoda; ese diálogo vital que renacía (hablando, por ejemplo, del gobierno y de por qué Samper nos había separado); ese terreno común que estábamos recuperando, desaparecieron. Y ahí quedan, el vacío, la ausencia y el recuerdo. Y, sobre todo, la enseñanza. La de que El Tiempo es mucho más que sus directores transitorios. Más que familias o vanidades; más que todos los Santos juntos".

Qué es dirigir El Tiempo (2001)
"Me siento pleno -en este cargo aquí y ahora- trabajando en el único oficio que he ejercido a lo largo de mi vida. El más bello del mundo, pese a las tensiones internas que produce y las terribles realidades externas que confronta. Aspiro a consolidar un equipo y una línea editorial perdurables, pero no a perpetuarme en la dirección de El Tiempo. Un día no muy lejano quisiera resucitar mi columna y escribir otras cosas menos pegadas de calientes coyunturas periodísticas".