JUDICIAL
“Lo que había pasado era muy grave”: sargento al mando
SEMANA habló en exclusiva con el suboficial que comandaba el pelotón y quien denunció a los siete soldados que confesaron haber abusado de la niña embera.
El sargento viceprimero Juan Carlos Díaz lleva casi 20 años en el Ejército y no duda en decir que en su larga carrera militar, nunca le había tocado enfrentar una situación tan difícil como la que vivió cuando se enteró de que siete de sus soldados habían violado a una niña indígena de la comunidad embera. El sargento es un hombre de pocas palabras, apegado a las normas y con una hoja de vida llena de felicitaciones por su desempeño. Él era el comandante del pelotón Buitre II de la Octava Brigada, el cual estaba conformado por 29 soldados, dentro de los cuales estaban los siete que aceptaron cargos por abuso sexual contra la menor de edad.
Aunque el sargento estaba en el batallón San Mateo en Pereira cuando ocurrió el abuso, llegó al día siguiente a realizar un control a los hombres bajo su mando. Allí se encontró con la hermana de la niña, quien le contó lo sucedido. Sin dudarlo, no intentó encubrir a sus hombres; la mayoría eran soldados que estaban prestando su servicio militar obligatorio desde hace un año. Por el contrario, fue el primero en acompañar a la familia y en poner la denuncia ante las autoridades y sus superiores. Por motivos de seguridad, prefiere mantener en reserva su nombre y su rostro. Sabe que hizo lo correcto, aunque le duele que algunos de los hombres en los que confiaba y veía como si fueran sus hijos hayan cometido un crimen tan atroz. Por primera vez habla de lo que sucedió.
SEMANA: ¿Cómo se da cuenta de lo que habían hecho estos siete soldados?
D.D.: El 21 de junio yo estaba en una actividad administrativa. Luego llego al sitio donde opera mi patrulla móvil (vereda Piedras) y me encuentro con una familiar de una joven; me pongo a disposición de ella, me identifico como el comandante del Ejército en el área de operaciones donde estoy asignado, zona compleja con presencia de grupos armados, y ella cuenta que una menor indígena fue abusada sexualmente por algunos miembros de mi pelotón.
SEMANA: ¿Qué hace usted en ese momento?
D.D.: Hago lo que a los comandantes nos han inculcado, y es ir por la parte legal.
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SEMANA: ¿Cuántas personas tenía usted bajo su mando y cómo hizo para individualizar a los responsables?
D.D.: Yo tenía 29 soldados bajo mi mando. Y en ese momento yo no los individualizo, porque nadie quiso confesar quién fue. El día 23 de junio llegamos al batallón San Mateo, y yo formo al personal, vuelvo y les pregunto e invito a los responsables a dar un paso al frente, porque lo que había pasado era muy grave, estábamos hablando de una menor de edad. En mis 18 años en la institución me han inculcado eso: reconocer y dar un paso adelante cuando las cosas no están bien.
SEMANA: ¿Qué pasó después?
D.D.: Como comandante de pelotón le informo a mis superiores, les digo que hay una novedad y me pongo a disposición de la familia de la menor afectada. Inmediatamente llamo a la Policía de Infancia y Adolescencia del corregimiento Santa Cecilia y les recalco a los familiares: si hay que poner la denuncia, se hace de manera urgente, porque era una acusación muy grave. En ese momento yo no tenía certeza de si la denuncia era cierta o no.
SEMANA: ¿Qué pensó en el momento en que los familiares le hacen la denuncia?
D.D.: La verdad, yo siempre confío en mis soldados. Soy un comandante que exijo para que el soldado responda. Son cosas que uno dice ‘no lo creo’, pero se tienen que investigar. En ese momento no se me vino nada a la cabeza porque no sabía si era verdad o mentira.
SEMANA: Cuando usted reportó la novedad e individualizan a los soldados, ¿qué pasó?
D.D.: Yo como comandante de pelotón, tengo que asumir una sanción disciplinaria. Soy consciente de que tengo que responder por lo que hagan o dejen de hacer mis hombres. Aquí se nos ha inculcado el apego a la ley, y en todo momento salvaguardar a la población civil.
SEMANA: ¿Qué puede decir de estos siete soldados regulares?
D.D.: En el tiempo que estuvieron conmigo siempre se mostraron como muchachos muy tranquilos. Son soldados que no tenían problemas con sus compañeros ni con sus comandantes. Siempre les exigí y respondían de la mejor manera.
SEMANA: En los 18 años en la institución, ¿le había ocurrido algo similar con un pelotón bajo su mando?
D.D.: Nunca. Gracias a Dios he tenido una carrera muy buena.
SEMANA: Después de que son individualizados, ¿qué le dijo usted al pelotón?
D.D.: Uno como comandante de pelotón se convierte en el padre de estos muchachos. Es el directo responsable de lo que hagan. Les dije eso, que nosotros nos debíamos a la comunidad.
Esta entrevista hace parte del informe de portada publicado por SEMANA sobre el caso de la niña embera ultrajada por los siete soldados integrantes del Batallón de Artillería de la Octava Brigada que aceptaron cargos. Al respecto, la Procuraduría anunció este fin de semana que adelantará dos investigaciones en paralelo: por un lado un expediente disciplinario contra los soldados que ya aceptaron cargos, y al mismo tiempo otro contra tres suboficiales a quienes la Oficina de Control Interno Disciplinario del Ejército vinculó al caso.