INVESTIGACIÓN

Los detalles íntimos del escándalo sexual de la DEA

SEMANA revela la existencia de censurables episodios en Colombia, como el que le costó el puesto a la directora de la DEA.

25 de abril de 2015
Michele Leonhart perdió su carrera de 30 años en la DEA por el escándalo de sus agentes en Colombia. | Foto: AP

Las últimas semanas pueden ser algunas de las más tormentosas en la larga historia de la DEA,  la principal agencia antidroga de Estados Unidos. El último capítulo ocurrió el martes de la semana pasada cuando la directora de esa entidad en los últimos ocho años, Michele Leonhart, se vio obligada a renunciar. La razón: los escándalos protagonizados por algunos de sus agentes en Colombia.
 
La bomba, que terminó con una carrera de 30 años de la funcionaria y que sacudió los cimientos de la DEA, estalló el 26 de marzo pasado cuando se conoció un informe de la Oficina del Inspector General -OIG- del Departamento de Justicia. En el extenso documento se afirmaba que agentes de la DEA en Colombia habían participado en ruidosas fiestas con prostitutas pagadas por narcos, en apartamentos contratados por el gobierno norteamericano para uso de sus agentes. El informe afirmaba también que durante las pesquisas la DEA no colaboró e intentó ocultar información, y que simplemente se limitó a suspender entre dos y diez días a una docena de agentes involucrados.

Una semana antes de presentar su renuncia, Leonhart fue citada a una audiencia en el Comité de Control y Vigilancia de la Cámara de Representantes de Estados Unidos. Allí algunos de los legisladores revelaron otro documento de la propia DEA que resultó aún más demoledor y grave que el de la OIG. “Lo que muestra este nuevo reporte es que no fueron uno o dos casos aislados, sino decenas de casos en los que agentes contrataban prostitutas y las llevaban a oficinas y casas alquiladas por nuestro gobierno”, afirmó Elijah Cummings, el congresista que reveló el nuevo documento.

De acuerdo con sus declaraciones, en el documento se afirma que los incidentes no se limitaron a los años 2005 y 2008, como se dijo inicialmente, sino que existían denuncias de actuaciones non sanctas de los agentes en Colombia desde 2001 e incluso hasta 2009. De hecho el congresista republicano Jason Chaffetz, presidente de esa comisión, mencionó un caso que ocurrió ese año cuando un agente discutió con una prostituta en un bar y le lanzó un vaso en la cabeza que le provocó varias heridas.

No menos grave fue que en esa audiencia también se conoció que algunos agentes de la DEA habrían recibido regalos de los jefes paramilitares colombianos, entre fusiles de asalto. Finalmente, cuestionaron a Leonhart por lo que consideraron “sanciones ridículas”, al referirse a los castigos impuestos de dos semanas de suspensión con paga a los agentes involucrados. Al terminar la audiencia los legisladores publicaron un comunicado en el que afirmaban que “habían perdido su confianza” en la directora de la DEA, lo cual selló su destino.

Un día después de comparecer ante el Congreso, la Embajada de Estados Unidos en Colombia emitió un fuerte comunicado en el que fijaba su posición y advertía a sus funcionarios que quienes no se comporten bajo los estándares exigidos “serán objeto de una investigación que se llevará a cabo con las autoridades colombinas cada vez que sea necesario…Quiero ser muy claro: el gobierno de Estados Unidos, y yo, como su embajador en Colombia, no permitimos en absoluto este tipo de conducta”, afirmaba uno de los apartes del documento firmado por el representante de Estados Unidos, Kevin Whitaker.

Si bien con la renuncia de Leonhart Washington buscó cerrar el bochornoso episodio al castigar a la cabeza de la más alta funcionaria de la DEA, el asunto no deja de tener cierta ironía. Se trató de una decisión política mas no judicial pues varios de los agentes que cometieron las irregularidades siguen activos y simplemente quedaron, en el mejor de los casos, con las sanciones de diez días de suspensión.

Pedro D., Leo F. y Chris F., cuya identidad completa SEMANA se abstiene de revelar, se vieron involucrados en las fiestas con prostitutas y recibieron regalos que provenían de la mafia, pero sencillamente nada les pasó. De hecho, el último de ellos suena en los pasillos de la DEA para regresar a Colombia en un cargo incluso superior al que ya desempeñó.

Lo que no salió

Además de los graves incidentes con las prostitutas y los regalos de narcos y paras revelados por  el informe del inspector del Departamento de Justicia y los legisladores estadounidenses, hubo otros hechos no menos alarmantes que no salieron a la luz pública.

Uno de esos casos es el del agente Alex N., quien estuvo en Colombia y ahora se encuentra en territorio estadounidense. Por su labor en el país este logró entablar muy buenas relaciones con autoridades nacionales. Entre ellas, hizo amistad con un cuestionado coronel que fue retirado hace varios años de la Policía tras haber ocupado importantes cargos en la Dijín y el Gaula.

El agente Alex N. y el oficial retirado de hecho montaron un polémico negocio basado en lo que en Colombia se conoce popularmente como ‘chuzadas’. SEMANA tuvo acceso a las comprometedoras comunicaciones entre los dos personajes y un tercero. En estas el agente de la DEA le pide al oficial retirado, a quien afectuosamente llama comandante, que le ayude a localizar y conseguir información de una serie de personajes, la mayoría de ellos vinculados con actividades de narcotráfico. “Comandante estamos cerca. Pin 2 A 71xxx, celular 321xxxx, Imei 354xxx, Imsi 723xxx”, dice uno de los mensajes en los que el agente proporciona esos datos de un  celular, que SEMANA se abstiene de revelar en su totalidad. Ese tipo de información solo puede ser solicitada legalmente por las autoridades previa autorización de un juez. Algo que Alex N y su socio no hacían.

“Would you ask our friends to get us the locks on these phones? (“Pregúntale a nuestros amigos si nos pueden ayudar a localizar estos teléfonos”), dice otro de los mensajes entre el agente y su socio en el que  anexa una serie de números de celular.

Tras el irregular pedido del agente Alex N, el oficial retirado acude a sus contactos. “Eric, good morning. The DEA friend urg the last new number 57-313-xxxx”, escribe. El Eric con el que se comunica es un alto funcionario de una empresa contratista israelí que le proporciona al oficial retirado toda la información que le pide, entre la que está la localización exacta del lugar en donde se encuentra el celular. También le suministra conversaciones de los pin de BlackBerry. Una vez tiene esos datos el coronel le reenvía esa información a su socio, el agente Alex.

Hasta este punto el asunto es bastante irregular e ilegal pues solicitar y acceder a ese tipo de información está tipificado en el Código Penal como violación ilícita de comunicaciones y violación a la intimidad, entre otros. Podría pensarse que se trataría de un caso en el que un agente de la DEA, aunque ya no está asignado a Colombia, y su amigo policía retirado, deciden ‘cazar’ narcos por su cuenta saltándose la ley. Pero no es el caso. Una vez tenían los datos lo que hacían en muchos casos era buscar a esos narcos y extorsionarlos a cambio de no procesarlos o entregar la información de, por ejemplo, dónde viven, a sus enemigos. Si no accedían los delataban a las autoridades o a sus rivales.
Este es solo uno de los casos, ocurrido durante los últimos dos años, que no fue ventilado en el reciente escándalo. No es claro si los jefes de la DEA sabían o investigaron este último hecho. Lo cierto es que al igual que pasó con los funcionarios involucrados con las prostitutas y demás, el agente Alex no tuvo mayor problema.

Hoy no pocos se rasgan las vestiduras por el tema que tumbó a la directora de la DEA. Pero la realidad es que no es algo nuevo. En 2006 otro escándalo, igual o incluso peor, ya había tocado a la agencia antidroga. Ese año se conoció un memorando elaborado por Thomas Kent, un abogado que trabajaba en la unidad de grabaciones telefónicas de la Sección de Drogas Peligrosas y Narcóticos, del Departamento de Justicia.

El funcionario les informaba a sus jefes cómo agentes de la DEA en Colombia estaban involucrados directamente con narcotraficantes, e incluso estaban en sus nóminas a cambio de suministrar información clasificada.  Kent también los relacionaba incluso con la muerte de informantes en el país. Cuando ese documento fue revelado se desató una tormenta. Pero aunque se anunciaron investigaciones, el tema terminó archivado. Tal vez en esta oportunidad las cosas sean diferentes y se adopten los correctivos del caso para evitar que en pocos años nuevamente estalle otro escándalo.