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Lo último: disidencias secuestraron a dos soldados en Nariño y quemaron dos vehículos oficiales
El caso se registró sobre las 9:00 a. m. de este viernes 18 de agosto.
Presuntos integrantes del Frente Franco Benavides de las disidencias de las Farc habrían secuestrado a dos soldados profesionales en la vereda La Herradura, zona rural del municipio de Cumbitara, oriente de Nariño.
Disidencias de las FARC secuestraron a dos soldados en zona rural de Nariño y quemaron dos vehículos oficiales en los que se movilizaban. pic.twitter.com/57a66UVIhl
— Isaac Rivera (@IsaacRiveraB) August 18, 2023
Se trata de Edwer Paz Pantoja y Nelson Vásquez Reina, quienes, según información preliminar, se movilizaban en dos camiones del Ejército cuando fueron interceptados por hombres armados.
Los supuestos integrantes de las disidencias obligaron a descender de los vehículos a los conductores. Posteriormente, les prendieron fuego y secuestraron a los uniformados.
Prueba de supervivencia de soldado secuestrado en Cauca
El pasado sábado 12 de agosto, en la vía que comunica los municipios de Caloto y Santander de Quilichao, departamento del Cauca, el soldado profesional Juan David Estrada Suárez, orgánico del Batallón de Operaciones Terrestres n.° 13 y quien se encontraba en estado de indefensión, fue secuestrado.
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Hasta hace menos de 24 horas se desconocía sobre su paradero, sin embargo, las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, desde el frente Dagoberto Ramos, dieron a conocer un video, en el que se ve al soldado Estrada Suárez sentado con aparente buen estado de salud.
En el clip se escucha lo siguiente: “Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo, Farc-EP, frente Dagoberto Ramos. Nos pronunciamos que el soldado profesional retenido por las unidades del frente Dagoberto Ramos de las Farc-EP, identificado como Juan David Estrada Suárez (...), oriundo del departamento de Nariño”.
Además, agregaron: “El prisionero de guerra se encuentra en óptimas condiciones de seguridad y de salud, esperamos la suspensión de la ofensiva pactada entre el Estado y las Farc-EP, para así poder trabajar por su pronta liberación”.
“Conocida la situación, se dio aviso a las autoridades competentes, para instaurar la denuncia por secuestro y, en coordinación con la Policía Nacional, se activaron los protocolos y un completo dispositivo de búsqueda para ubicarlo”, informó el Ejército Nacional.
De igual forma, se ordenó un acompañamiento especializado a la familia del militar secuestrado. “En la zona donde se habría presentado el plagio delinque el grupo armado organizado residual Estructura Dagoberto Ramos, a quienes se responsabiliza por la seguridad e integridad de nuestro militar”.
“Esta acción criminal es una flagrante violación a los derechos humanos e infracción al derecho internacional humanitario, por lo que el Ejército Nacional de forma categórica rechaza estos hechos e instaurará las denuncias antes las autoridades judiciales competentes a fin de que se identifique a los responsables y se lleve a cabo su judicialización”, detalló la institución.
La situación del Cauca superó, desde hace varios meses, los pronósticos económicos y sociales más desalentadores. Este departamento del sur de Colombia divaga en una realidad de sangre, violencia, invasiones, extorsiones, bloqueos y una caída libre de todos los sectores productivos.
A las pérdidas millonarias por la pandemia se sumaron las del estallido social, que mantuvo ese departamento bloqueado por el norte, en conexión con Cali y el Valle, y por el sur, conexión con Nariño y Ecuador. Una vez terminados esos dos eventos, y cuando la economía daba respiros de reactivación, llegaron las disidencias con un apetito voraz para exigirles a micro, medianos y grandes empresarios parte del recaudo mensual.
Uno de los empresarios del sector ganadero, que accedió a hablar con SEMANA, relató que a mediados del año anterior fueron citados por la disidencia Dagoberto Ramos a un lugar llamado Dosquebradas, en el norte del departamento. Allí, en medio del monte, un emisario de ese grupo criminal les explicó la nueva dinámica: “Nos pasaron una lista con los precios establecidos, a algunos se les cobraba cinco millones de pesos y a otros, 15. En un tono cordial, pero amenazante, nos dejaron claro que quien no pagara tenía dos caminos, irse o morir”, cuenta el ganadero, quien por obvias razones pidió reserva de su identidad.