Lo último: renunció el secretario de Seguridad de Bogotá, Aníbal Fernández de Soto

El 2023 iniciará con un cambio obligado en el gabinete distrital de la alcaldesa de Bogotá, Claudia López. El secretario de Seguridad, de la capital del país, Aníbal Fernández de Soto, renunció a su cargo por una nueva oportunidad laboral.

Fernández de Soto había asumido el cargo en junio de 2021, en reemplazo de Hugo Acero, quien fue el primer secretario de seguridad de la alcaldesa López.

Fuentes del Distrito le aseguraron a SEMANA que Fernández de Soto saldrá de la Secretaría de Seguridad por un nuevo trabajo que le habría salido en una compañía ligada con el sector de hidrocarburos.

Hasta el momento se desconoce hasta qué día estará al frente de la Secretaría. No obstante, la alcaldesa López ya está al tanto de la renuncia del secretario y ya se encuentra estudiando varios nombres para definir su reemplazo.

Vale recordar que Fernández de Soto llegó a la Secretaría de Seguridad tras una larga trayectoria en el sector público en cargos relacionados con seguridad ciudadana y DD.HH., al igual que una amplia experiencia en el sector privado.

Fernández de Soto es abogado especializado en economía en la Universidad de los Andes; magíster en Acción Política, Fortalecimiento Institucional y Participación Ciudadana en el Estado de Derecho en la Universidad Francisco de Vitoria, Universidad Rey Juan Carlos I y el Ilustre Colegio de Abogados de Madrid. También tiene especializaciones en Economía y Derecho, en la Universidad de los Andes.

Fue viceministro de Defensa Nacional, viceministro de Desarrollo Rural y director de Seguridad del Ministerio para el Posconflicto de la Presidencia de la República, trabajando allí en la formulación de la Política Nacional de Seguridad y Convivencia Ciudadana para reducir la criminalidad en las ciudades.

También se desempeñó como viceministro del Interior para la Participación e Igualdad de Derechos, en donde lideró la formulación, adopción y seguimiento de las políticas públicas relativas a los asuntos políticos, los derechos humanos y las libertades fundamentales, participación ciudadana, los asuntos étnicos y de consulta previa, la política para la población LGBTI y la atención a la población víctima y en situación de vulnerabilidad.

Así mismo, fue viceministro para las Políticas y Asuntos Internacionales, donde contribuyó en la formulación y evaluación de las políticas, objetivos estratégicos y sectoriales en materia de defensa y seguridad nacional. También estuvo en la Vicepresidencia de Desarrollo Sostenible de Ecopetrol S.A, y se ha desempeñado como asesor y consultor en temas jurídicos, asuntos públicos, desarrollo rural sostenible, seguridad y defensa, trabajando con clientes del sector público y privado y con organismos internacionales.

Aníbal Fernández de Soto se va de la Secretaría de Seguridad con un balance agridulce. Lo más destacable de su gestión, por lo menos en el año que recién acaba de terminar, es que Bogotá cerró el año 2022 con la tasa de homicidios más baja en los últimos 61 años, al situarse en 12,8 por cada 100 mil habitantes.

Así mismo, en el 2022 se registró una reducción del 11,6 % de los homicidios, al pasar de 1.142 casos en 2021 a 1.009 en 2022, lo que quiere decir que se salvaron 133 vidas.

Los registros de las autoridades también demuestran que en 34 días del 2022 no se registraron homicidios en Bogotá, una cifra superior al 2021, cuando hubo 22 días en los que no ocurrió este delito.

A pesar de estos grandes resultados, el hurto callejero sigue siendo un dolor de cabeza para la ciudad. Se trata de un delito que siempre estuvo en aumento, a pesar de los esfuerzos de la Secretaría de Seguridad liderada por Fernández de Soto.

El año pasado, en promedio, se reportó el robo de 368 personas por día, es decir, 15 cada hora. Una cifra alarmante. De acuerdo con la Secretaría de Seguridad, entre enero y noviembre de 2022, hubo 122.851 casos de hurto a personas, un 24,5 % más frente al mismo periodo de 2021, cuando se registraron 98.683 casos.

El hurto de celulares también refleja un panorama muy sombrío. Hasta noviembre, hubo 59.185 hurtos, para un alarmante promedio de 177 celulares al día y siete cada hora. Frente a 2021, este delito aumentó en 6.903 casos (13,2 %).

Según la Secretaría de Seguridad, las localidades más inseguras son Suba (13.004 casos de hurto a personas y 6.239 de hurto de celulares), Kennedy (con 12.959 y 5.834, respectivamente), Engativá (12.298 y 5.708) y Chapinero (10.856 y 5.837). En estas cuatro localidades se concentra el 40 por ciento del total de personas y celulares hurtados en Bogotá. A su vez, allí hay UPZ y barrios en los que los delincuentes acostumbran a hacer sus fechorías.

Es así como la UPZ Chicó Lago, en Chapinero, es la más acechada por los ladrones: robaron a 5.468 personas, 16 por día, y hurtaron 3.047 celulares, nueve cada 24 horas. Los robos se concentran principalmente en los barrios La Cabrera, Antiguo Country y Espartillal. En Suba, por su parte, la UPZ en donde más roban a las personas es en El Rincón. Hasta noviembre, completó 2.925 casos, es decir, nueve por día y hurtaron cuatro celulares cada 24 horas. Los barrios en donde está la mayor concentración de hurtos son Villa Elisa y Altos de Chozica.

Por otro lado, en Kennedy, la UPZ que reporta el mayor número de robos a personas y celulares es Castilla, con 2.076 y 1.075 casos, respectivamente, hasta noviembre, es decir, un promedio de seis personas víctimas de hurto y tres celulares robados por día. Ahora, en cuanto a los barrios, el atraco se concentra principalmente en Gran Britalia y Tintalito. En Engativá, los hurtos a personas se presentan principalmente en la UPZ Boyacá Real.

Hasta noviembre, despojaron de sus pertenencias a 2.571 ciudadanos, ocho por día, y se robaron 1.053 celulares, tres al día. Florencia, Floridablanca y Santa Mónica son los barrios más afectados.

Ante este panorama, la Policía ya enfila estrategias para contrarrestar el hurto callejero. Falta esperar cómo transcurre 2023 y conocer si la alcaldesa Claudia López finalmente podrá hacer temblar a los delincuentes. Por ahora su promesa se ha quedado en palabras.