Nación
Los 25 años del magnicidio de Álvaro Gómez Hurtado
El 2 de noviembre de 1.995 fue asesinado el líder conservador. Su caso todavía guarda misterios.
El 2 de noviembre de 1.995 cuatro disparos apagaron la vida de Álvaro Gómez Hurtado. En un semáforo la salida de la Universidad Sergio Arboleda, el líder conservador dio su último respiro y comenzó entonces uno de los mayores misterios en la justicia colombiana.
Para el momento el expresidente Alfonso López Michelsen escribió para SEMANA un perfil de Gómez Hurtado en el que lo describe como “uno de los pocos colombianos que sumaba un tan gran número de conocimientos”. López Michelsen reflexionó entonces sobre su asesinato:
"La palabra magnicidio describe a cabalidad cuanto ha ocurrido. Sus asesinos dispusieron de la vida de uno de los grandes de Colombia y, si su propósito era atemorizar a la sociedad, acertaron en el blanco que escogieron porque a Álvaro Gómez podía amársele u odiársele, pero, jamás, subestimársele. ¿Han pensado mis lectores en que, a diferencia de lo ocurrido con caudillos liberales y de izquierda en este siglo, Álvaro Gómez es el primer jefe conservador eliminado por manos sicarias en los últimos 100 años?
Es demasiado pronto para formular un juicio definitivo sobre tan singular figura de nuestro tiempo. Pero de lo que no cabe duda es que el espacio que ocupa en la crónica colombiana del siglo XX es muy grande, tan grande que me limito a expresar mi asombro de que semejante suceso monstruoso haya tenido ocurrencia sin que nadie lo hubiera sospechado para haber aunado esfuerzos con el propósito de conjurar un acontecimiento que seguirá pesando sobre nuestras conciencias democráticas por el resto de nuestras vidas."
En ese entonces, Colombia vivía el proceso 8.000, Gómez Hurtado era uno de los principales voceros de quienes pedían la renuncia de Ernesto Samper y la noticia de su asesinato tomó por sorpresa al país que luchaba sin tregua contra el narcotráfico.
“No hemos podido limpiar la política. Se quedó sucia. Hay que seguir buscando la salvación nacional" había dicho Gómez Hurtado.
Por más de dos décadas un sinnúmero de hipótesis salieron a relucir sobre el caso mientras que el magnicidio permanecía en la impunidad. Aunque este año las Farc confesaron su autoría, la familia Gómez no está convencida de esa realidad.
"Todo está bien pensado, quieren llevar el caso a la JEP para que le echen la culpa a un guerrillero muerto, Tirofijo o el Mono Jojoy” afirmó Mauricio Gómez en Semana Noticias tras conocerse la carta revelada por Patricia Linares en la que miembros del secretariado de la antigua Farc confesaron el papel de la guerrilla en el crimen.
La publicación de la carta causó revuelo en el país. Parece que nisiquiera las Farc tienen una misma versión de los hechos, pues Jesús Santrich reapareció desde la clandestinidad para negar las declaraciones de Timochenko. Aunque concuerdan en que la guerrilla es la responsable, difieren en quién dio la orden.
“No es cierto que el ajusticiamiento de Álvaro Gómez Hurtado fuera ordenado por el Mono Jojoy” escribió Santrich en un comunicado en el que se despecha contra Timochenko. Insiste que las declaraciones del antiguo líder de las Farc responden a una “torpe táctica de echarle la culpa a los muertos de lo que ocurrió en una guerra de más de medio siglo".
Sin embargo, para la familia Gómez la pelea entre disidentes y desmovilizados de las Farc es un esfuerzo más por desviar la investigación de sus verdaderos responsables. “¿Por qué están haciendo esto las Farc? ¿A quién le están haciendo un favor? Naturalmente a Ernesto Samper” afirmó Mauricio Gómez, hijo del líder asesinado, en entrevista con Blu Radio.
La hipótesis de los Gómez tiene como primera fuente el testimonio del narcotraficante Hernando Gómez Bustamante, alias Rasguño. Este declaró ante la Fiscalía que el entonces presidente Samper, preocupado por la oposición de Gómez, decidió que había que eliminarlo. Para esto, habría utilizado como intermediario al abogado de los capos del Norte del Valle, Ignacio Londoño, hijo de los jefes políticos liberales de Cartago. Este tendría cercanía con Orlando Henao, el temido Hombre del Overol y líder de ese cartel, al cual le habría pedido “hacer la vuelta”.
Sin embargo, la confesión de Rasguño contiene otros apartes que han probado no ser ciertos, lo que pone en duda la veracidad de sus afirmaciones frente a los hechos.
Por años la hipótesis de un “crimen de Estado” ha rondado en la opinión pública, pero los testimonios que la respaldan han sido puestos en duda varias veces y el caso ha quedado enredado una y otra vez. Al punto que hoy la familia todavía no tiene una respuesta definitiva. A pesar de la confesión de las Farc y múltiples investigaciones, el crimen todavía no se resuelve.