Conflicto
Los correos de Tirofijo: lo que revelan sobre la relación de las Farc con varios expresidentes
Causó gran conmoción el libro con las comunicaciones y documentos del fundador de las Farc, Manuel Marulanda. Pero más allá de la polémica, parte de su contenido tiene historias desconocidas sobre los grandes personajes del país.
Un viejo documento está causando una gran polémica. Se trata de un libro titulado Documentos y correspondencias de Manuel Marulanda Vélez (1993-1998). Contiene la recopilación de escritos de Tirofijo, el fundador de las Farc, así como una serie de cruce de correos entre él y varios de los integrantes del secretariado de esa guerrilla.
Desde hace varios días el libro ha acaparado la atención de los medios y de muchos ciudadanos. La razón es simple, hace pocas semanas las Farc reconocieron ante la JEP su responsabilidad por el magnicidio del líder conservador Álvaro Gómez Hurtado el 2 de noviembre de 1995. Frente a las dudas que surgieron por atribuirse semejante crimen algunas personas recordaron que el propio Tirofijo ya había mencionado el tema en ese libro, que algunos consideran una especie de memorias del jefe guerrillero, quien murió de un infarto a los 77 años de edad el 26 de marzo de 2008.
“Sobre el ajusticiamiento de Gómez Hurtado, podemos hacer un intercambio de opiniones en el secretariado, para ver hasta cuándo se puede mantener en reserva o en qué momento oportuno podemos decirlo”, escribió el jefe de las Farc el 3 de noviembre de 1995. De la existencia del libro de Tirofijo se supo por primera vez en junio de 2012, cuando el hoy senador José Obdulio Gaviria contó en una columna en El Tiempo que un desmovilizado se lo entregó mientras esperaba abordar un avión en San Vicente del Caguán.
El documento nunca salió a la venta en librerías, pero se podía comprar en la página web de la fundación Centro de Pensamiento Primero Colombia, que dirigía Gaviria. En 1.203 páginas estaban 1.553 documentos de las Farc que Gaviria calificó como una ‘caja de Pandora’ en la que, según él, quedaban en evidencia los crímenes de la guerrilla. En esa época poco pasó con esa información y muchos dudaron de su autenticidad. En parte porque para ese momento la fuerza pública y la Fiscalía tenían decenas de computadores y dispositivos incautados a los jefes guerrilleros y al realizar el cruce de los documentos y correos del libro de Tirofijo con los que estaban en su poder solo lograron establecer que coincidían 43.
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El tema quedó en el olvido hasta ahora que revivió por cuenta de la revelación del crimen de Gómez. Más allá de los cuestionamientos de algunos sectores, el libro contiene una especie de memorias de las Farc y de Tirofijo. La mayor parte de su contenido está dedicada a temas internos de la guerrilla, la planeación de ataques, las alianzas con venezolanos y la consecución de material de guerra e intendencia. Un buen porcentaje también tiene extensos documentos del fundador de las Farc en los que habla de revolución y su mirada a las causas del conflicto.
Pero en medio de estas comunicaciones hay una serie de reveladores detalles. Tirofijo habla del asesinato del líder de la UP Manuel Cepeda Vargas, las relaciones de las Farc con carteles de la droga, el asesinato de la familia Turbay Cote, el secuestro del japonés Chikao Muramatsu, entre otros. También menciona a diversos personajes de la vida pública de esa época como Horacio Serpa, los negociadores de paz Álvaro Leyva y José Noé Ríos. Uno de los aspectos más interesantes de esos correos tiene que ver con lo que Tirofijo y sus hombres pensaban y planearon sobre los hoy expresidentes Ernesto Samper, Andrés Pastrana, Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos. Estos son algunos de esos apartes.
La orden de matar a Uribe
El primero de noviembre de 1995, Tirofijo ordenó asesinar a Álvaro Uribe, quien ese año había asumido como gobernador de Antioquia. “La campaña que viene realizando el gobernador de Antioquia en contra de las Farc utilizando toda clase de calumnias, apoyando los paramilitares y de paso organizando las cooperativas Convivir para legalizar el paramilitarismo en su departamento, amerita hacerle un estudio, porque estos planteamientos se pueden generalizar para todo el país si los resultados son favorables. Este personaje desde dos años atrás viene agitando una política muy peligrosa para los intereses de Colombia, cuando ha tenido el descaro de pedir la intervención internacional de los cascos azules”.
Le encomendó la misión al bloque José María Córdoba, que operaba en Antioquia y Córdoba. “Creo conveniente que todo el potencial del José María C. como red urbana, milicias bolivarianas, civiles amigos, organizaciones democráticas bajo nuestra influencia, se pongan a su disposición para ver cómo logramos dar de baja al gobernador. Para lo cual es necesario hacer algunas inversiones o aportes a los equipos encargados de la acción, además de orientarlos política y militarmente hasta lograr el objetivo. Seguramente no es un trabajo fácil, pero debemos comenzar a hacerlo, en caso que en esta materia no tengamos nada adelantado”.
Santos se acerca
A partir de 1995 y durante el Gobierno de Ernesto Samper, dos décadas antes de firmar el acuerdo de paz con las Farc, Juan Manuel Santos hizo varios movimientos para buscar una negociación con la guerrilla y los paramilitares. Para esto convocó a expertos internacionales y a personalidades como Gabriel García Márquez. También hubo contactos con jefes de los grupos armados. La propuesta de Santos incluía convocar una asamblea constituyente, despejar territorios y acordar un cese al fuego bilateral. En un mensaje a Álvaro Leyva, el 28 de octubre de 1995, Tirofijo dijo sobre la propuesta: “El documento como enunciado es bueno para moverlo en círculos políticos de los partidos tradicionales en medio de la crisis que nos está afectando profundamente”.
Ciertos sectores políticos interpretaron esos acercamientos como parte de un complot contra el Gobierno de Samper, pues la negociación debería tener lugar con el presidente que lo reemplazara después de su renuncia. En ese mismo mensaje a Leyva, Tirofijo dijo: “En mi opinión, la modificación de la propuesta de Juan Manuel para evitar el calificativo de conspirador, junto con sus demás colaboradores como promotores del movimiento para reemplazar a Samper dentro de los marcos constitucionales, para poder continuar desarrollando una política amplia, le da mayores posibilidades, pero como precandidato del Partido Liberal a la presidencia de la república. Seguramente es el de mayores posibilidades de triunfo sobre los demás candidatos como Serpa, candidato del continuismo samperista y como parte de gobiernos anteriores. La verdad es que en medio del panorama político tan complejo y movedizo no sabemos finalmente quién puede ser el presidente, porque este pueblo está harto de la politiquería”.
Dudas sobre Samper
El 5 de enero de 1998, Tirofijo envió un mensaje a Álvaro Leyva acerca de la reacción de Samper sobre los acercamientos con las Farc. “Escuchamos la alocución del presidente Ernesto Samper haciendo saber a los candidatos y personalidades políticas interesadas en tener contactos con nosotros, seguramente haciendo alusión a usted y el doctor Juan Manuel Santos, para buscar salidas a la confrontación armada y quienes lo hicieran serían penalizadas por no contar con el aval oficial. En mi opinión, esta clase de anuncio es muy grave y llena de contradicciones e inconsecuencias en sus planteamientos, porque unas veces autoriza para hablar, y en otras desautoriza buscar una salida civilizada a la actual crisis política social y armada”.
En el mismo correo, Tirofijo extendió su percepción sobre la actitud de Samper. “En estas condiciones todo el mundo entendió que había cerrado las puertas y trancado por dentro sobre la política de paz, hasta el final de su mandato. Para dar tiempo a posteriores maniobras políticas e imponer el continuismo en cabeza del doctor Serpa. Ello confirma nuestra tesis en los señalamientos al público, al decir que el señor presidente no está interesado en la paz sino en imponer la política neoliberal”.
Las Farc y Pastrana
La posibilidad de negociar la paz con las Farc definió las elecciones de 1998. Andrés Pastrana y Horacio Serpa se esforzaron por demostrar quién tendría más opciones de entablar un diálogo. Pastrana tomó ventaja al hacerle propuestas directas a la guerrilla. El 4 de abril de 1998, dos meses antes de la primera vuelta, Tirofijo le escribió al secretariado: “Lo de Pastrana es necesario analizarlo en forma colectiva en todo el secretariado para evitar que nuestra política sea utilizada en electoral, además, sin ser presidente de la república para que asuma la responsabilidad del despeje de cinco municipios para sentarnos a hablar de paz y soluciones generales de la problemática”.
El 11 de mayo, cuando ya se acercaba el llamado a las urnas, Tirofijo le escribió a la cúpula guerrillera: “Casi todos ustedes tienen el temor que la entrevista con Pastrana sea utilizada para reforzar la política electoral en contra de Serpa, para explotar el sentimiento de paz que no fue capaz de resolver Samper en combinación con Serpa como parte de su gobierno. Serpa también ha hecho llegar lluvia de solicitudes para que algún miembro del secretariado lo atienda para llegar a acuerdos. De manera que ambos andan buscando una vía de escape para poder oxigenar su campaña tomando como bandera la política de paz”. Los temas inamovibles de las Farc para negociar eran el desmonte del paramilitarismo y el despeje de cinco municipios. Serpa le había ganado a Pastrana por un estrecho margen en la primera vuelta. Justo antes de la ronda definitiva, el conservador se reunió con Tirofijo y el Mono Jojoy y publicó una foto con ellos que le sirvió de impulso para la campaña que finalmente ganó.
El 23 de junio, casi dos meses después de la elección, Tirofijo le escribió a Álvaro Leyva: “El triunfo del doctor Pastrana, si el diablo no se le atraviesa, puede modificar muchas cosas que son necesarias dentro del Estado y su régimen político, el despeje de los cinco municipios, el desmonte del paramilitarismo en cabeza de algunos generales y de Castaño, para sentarnos a hablar de lo habido y por haber. Lo demás es de la mesa de diálogo”.
Ese mismo mes le escribió al secretariado: “El presidente Pastrana nuevamente envió sus emisarios a ultimar detalles para venir a cumplir el compromiso que hizo con el pueblo colombiano en la campaña electoral de reunirse con las Farc, de manera que lo manifestado por él en la campaña no resultó ser carreta”. También le envió un mensaje a Timochenko, que firmaría 20 años después el acuerdo que entonces no firmó Tirofijo: “La otra cosa muy importante es que por primera vez en la historia un presidente resuelve venir donde nosotros sin ninguna clase de seguridad policial”.
El 10 de julio de 1998, Tirofijo le informó al secretariado sobre la primera reunión con Pastrana, ya como presidente electo y a un mes de posesionarse. “La entrevista con el señor presidente Pastrana prácticamente fue muy corta y no se presentó contratiempo alguno de ambas partes, todo salió de acuerdo a lo previsto en materia de seguridad”. Explicó las conclusiones: “La voluntad política para dar comienzo a los diálogos 90 días después de su posesión” y “se compromete al despeje de los cinco municipios mencionados por nosotros”.
Tirofijo concluyó sobre Pastrana: “Personalmente me pareció muy tratable y comprensivo en este primer abrebocas en una situación tan difícil como la que tendrá que sortear en un futuro”. Seis meses después, en el comienzo de los diálogos del Caguán, el jefe guerrillero dejó plantado al presidente, en el episodio de la silla vacía. Así comenzaron los diálogos que se prolongaron por casi cuatro años hasta fracasar, cuando Pastrana estaba por terminar su mandato.