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Los disfraces que utilizaba Luis Alfredo Garavito para atraer a sus víctimas; este fue el número de menores que abusó
El despiadado criminal, condenado por asesinar y violar niños, purgaba una condena de más de 40 años en la cárcel de Valledupar.
El despiadado criminal Luis Alfredo Garavito, conocido como ‘la Bestia’, responsable de secuestrar, abusar y asesinar a niños, falleció a los 66 años. La noticia fue confirmada por el Instituto Nacional Penitenciario (Inpec) el jueves 12 de octubre. Su deceso se atribuye a los problemas de salud que padecía por un cáncer en el ojo izquierdo.
Las víctimas de Luis Alfredo Garavito
El también llamado “Monstruo” fue capturado el 22 de abril de 1999, en una zona rural de Villavicencio, justo cuando se disponía a asesinar a otro menor. En 2001, Garavito había sido condenado a 40 años de prisión por sus horribles crímenes, que dejaron a más de 140 víctimas menores de edad y cerca de 200 entre menores y adultos en Colombia, Ecuador y Venezuela, según confesó en una audiencia. Fue hallado culpable de los delitos de actos sexuales violentos con menor de edad, homicidio, acceso carnal violento, secuestro simple e incendio culposo.
En un lapso de ocho años, fue imputado en 172 procesos selectivos. En las diferentes ciudades visitadas por las autoridades, fueron encontrando los cuerpos. Se identificaron en Jamundí, Pereira, Huila, Villavicencio, entre otros lugares. Inclusive, hubo cuerpos en Ecuador.
La sentencia original de Garavito fue de 1.853 años y nueve días de prisión, pero se redujo a 40 años debido a la jurisprudencia de la época, ya que no existía la cadena perpetua en Colombia. A pesar de la gravedad de sus crímenes, su pena se consideró inviable y se redujo drásticamente a 40 años.
Los disfraces que usaba Garavito para atraer a sus víctimas
Tras seguirle la pista por años a Luis Alfredo Garavito, las autoridades descubrieron su modus operandi. Con el transcurso de cada año, su método de operación se tornaba cada vez más inhumano y salvaje. Garavito cometía actos atroces como la mutilación de sus víctimas; le “gustaba” amputarle los pulgares a los menores, y les cortaba sus manos y piernas para evitar que escaparan.
Se había vuelto tan sanguinario que, en una de sus primeras declaraciones en una audiencia, reconoció que ver morir a sus víctimas le causaba “placer” y cumplía sus “deseos sexuales”. Sin embargo, previamente, para lograr atrapar a sus víctimas, se ganaba su confianza. Para ello, se desplazaba cientos de kilómetros entre municipios en búsqueda de menores.
Simulaba enfermedades, problemas de movilidad y hasta usaba sombrero, barba y bastón para hacerse pasar por habitante de calle, esos eran sus “disfraces”. A una de sus víctimas la engañó haciéndose pasar por discapacitado, usando un caminador ortopédico. A otra, la engañó dándole dulces. A todas ellas se las llevaba a zonas apartadas y oscuras, a bosques, potreros y terrenos desolados.
De acuerdo con el libro Los monstruos en Colombia sí existen, escrito por el antropólogo e investigador Esteban Cruz Niño, se sabe que Garavito cometió sus actos en un periodo de siete años. Para 1996, ya se había convertido en uno de los mayores asesinos seriales del mundo y pudo viajar por todos los rincones del país.