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Los dramáticos relatos de las víctimas de acoso sexual en la Universidad Javeriana: “Se me mandó encima”
SEMANA habló con tres jóvenes que dicen haber sido víctimas de acoso, siendo estudiantes de Ciencias Políticas. Señalan al profesor y exdecano Edwin Murillo Amaris. Las historias son aterradoras.
“El padre me empezó a mandar videos pornográficos”, “me amenazaba con no dejarme graduar”, “se me tiraba encima, me decía que yo estaba lindo”. Como estos, existe un puñado de testimonios desgarradores y escalofriantes de hechos ocurridos en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Javeriana.
El “padre”, como le llaman los estudiantes, es Edwin Murillo Amaris, un reputado docente que fue desvinculado de la institución en 2016 por denuncias de este tipo. Tres jóvenes tuvieron la valentía y relataron a SEMANA la pesadilla que vivieron.
“Empecé a gritar que me querían violar, casi me boto del carro”
Tras terminar mi intercambio en Estados Unidos y no lograr el puntaje para continuar con el énfasis en gestión pública, acudí al profesor Murillo, quien era el decano. Me citó a un café, en Plaza 45, cerca al Parque Nacional.
Me dijo que para pagarle el favor me debía acostar con él. Empezó a escribir por WhatsApp, a decirme que era divino; mandaba videos porno de hombres teniendo sexo, que para que me acostumbrara. No entendía. Logré un trabajo con la facultad y en un viaje a Cartagena, borracho, perdí el conocimiento. Cuando desperté, iba en un taxi y él me estaba acariciando la cabeza, casi me boto del carro ahí en la plaza de armas. Empecé a gritar que me iban a violar y terminé encontrándome con unos compañeros. Viajé a Cali para hacer un acompañamiento a personas de Suecia en otro proyecto con la Compañía de Jesús.
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Edwin compró el tiquete, pero no reservaron hotel, me dijo que por presupuesto teníamos que compartir habitación. En el desespero, pensé que tenía que sacarlo a tomar, a él le gustaba mucho el trago, pensé ‘si lo emborracho, salgo de esto’. Entré a la habitación y me decía que por qué no me despedía bien. Le dije que buenas noches y se me tira encima, me empieza a besar el cuello, me toca las partes íntimas. Lo boté al piso amenazándolo con golpearlo. Al otro día fue como si nada hubiese pasado. El acoso siguió, yo tenía un cubículo de trabajo y él se metía a tocarme, a besarme, a decirme ‘amor, estás muy lindo’.
Yo le decía que ahí no porque tenía novia en la universidad, él sabía que mis gustos no estaban en la corriente que él quería. Cuando se convierte en mi tutor de tesis, vienen amenazas de que no nos vamos a graduar, yo no la voy a aprobar, decía. Al final, me manda a llamar a la oficina y dice que él solamente quería amarme. En octubre de 2016 me terminan el contrato, yo sabía que la razón fue por no acceder a lo que Edwin quería. Ahí lo sacaron y creo que le asignaron algo en Amazonas.
El nuevo decano me pidió hablar con el rector, el mismo de hoy, Jorge Humberto Peláez. A esa reunión se suma el vicerrector académico, simplemente nos dicen que no pueden hacer nada. La reparación que nos ofrecieron fue sacarlo de la facultad, pero no de la universidad.
“Me llevó a un bar gay, se me mandó encima”
Todo empezó por correo electrónico, en 2012. Edwin Murillo trataba de tener cercanía con estudiantes sobresalientes. Un día me envió un correo en cuyo asunto decía ‘Te necesito’, yo le doy el pin de Blackberry. Me pidió ir a la oficina y me dijo que la comunicación que quería conmigo era ‘discreta, por debajo de cuerda’. Empieza a hacer comentarios como ‘eres muy lindo’, a hablar de relaciones entre hombres, se hizo recurrente, hasta pedirme que fuera el novio, todo a cambio de privilegios: monitorías y beneficios que facilitan la hoja de vida. Uno pelado, con 19 o 20 años, ve una oportunidad.
Me invitaba a salir, yo me negaba porque no quería tener esos espacios. Un día acepté y me llevó a un bar gay en Chapinero. Me intentó besar, yo no quería, nunca accedí. Ahora me doy cuenta de que fue acoso; todo el tiempo estar pendiente, mandar besos por chat, decirme todo el tiempo que me estaba pensando. En ese momento, la universidad no tenía un protocolo para estos temas. Él se volvió decano y todo fue peor. Tenía poder absoluto, toma de decisiones, manejaba la plata, los viajes, qué estudiantes participaban, el chantaje fue la dinámica en la que muchos estudiantes cayeron.
Cuando contamos, la respuesta era que nadie podía pelear con el “jesuita”, con el decano. La facultad no hizo nada, a pesar de saber lo que sucedía. Una vez, en Cartagena, me llevó a otro bar, se me manda encima, yo le digo que no, pero sé que esa noche pasaron hechos con estudiantes, fue un escándalo.
“Me llegaban mensajes sexuales desde un número desconocido”
Todo comienza en tercer semestre, en 2011. Lo que lo hacía diferente es que era jesuita. Después, me lo vuelvo a encontrar en el énfasis, me empiezan a llegar mensajes de un número no identificado, pensé que eran bromas de amigos, pero descubrí que era él. Una noche, con cierto miedo porque eran mensajes grotescos, lo agrego a WhatsApp con la sorpresa que la foto de perfil era de él. Lo eliminé y le conté a un amigo.
Cuando tuve contacto por temas académicos, me dijo que me iba a ayudar con mi trabajo y mi carrera. Dijo que me ofrecía asesorías privadas en Cartagena, para ir a unos corregimientos en el sur de Bolívar. Le dije que no. Me empieza a decir ‘oye, pero vas a perder la oportunidad de terminar tu semestre rápido’. Luego me empieza a amenazar con que yo iba a perder la plata del semestre. Me dio rabia, le conté a mi mamá, pero el miedo pudo más y guardé silencio. Ahora espero que no haya más víctimas de estos depredadores.
La universidad responde
Ante la gravedad de las denuncias, SEMANA consultó a la Universidad Javeriana y señalaron que conocían el caso y sí tomaron medidas. “En 2016, cuando las autoridades universitarias conocieron de los comportamientos inadecuados de Edwin Murillo Amaris, se desvinculó como decano de la Facultad de Ciencias Políticas y como profesor. Luego se desvinculó de manera definitiva de la institución”.
Este precedente sirvió para activar el protocolo ‘Pasos para la orientación y acompañamiento en casos de violencia sexual de estudiantes’ y se informó el caso de Murillo Amaris al superior provincial de la Compañía de Jesús, que condujeron a la desvinculación definitiva de la Compañía de Jesús.
SEMANA también contactó a Edwin Murillo Amaris, quien hoy es docente de la Esap, y de su hoja de vida borró todo rastro de su paso por la Javeriana. En principio respondió el saludo, pero al momento de preguntarle por las delicadas acusaciones, no respondió más y bloqueó el teléfono. Se le enviaron mensajes y llamadas de manera reiterada desde otros números y nunca volvió a contestar.