Cuando en 2010 las autoridades italianas le pidieron a Colombia capturar al narcotraficante Enrico Muzzolini destaparon una verdadera caja de Pandora. Desde entonces, han sido detenidas en el país 41 personas ligadas con las mafias italianas, en particular con la Cosa Nostra y la Ndrangheta, gracias al trabajo coordinado de la DEA, la Interpol y las policías de ambos países.
¿Qué hacen en Colombia? Las informaciones recogidas por inteligencia dan cuenta de que son emisarios que viajan a Colombia a establecer enlaces para el comercio de droga y revivir o mantener vivo el contacto que empezaron hace décadas con los carteles colombianos. Los emisarios manejan un bajo perfil y actúan más como negociantes, buscando también maneras de lavar dinero, que como capos.
Así se comportaba Roberto Pannunzi, uno de los hombres fuertes de la mafia Ndrangheta, capturado hace dos semanas por la Policía en un centro comercial en el norte de Bogotá. Los agentes lo abordaron y él se identificó como Silvano Martino con una cédula venezolana falsa. Pero su cara era bien conocida por los agentes. En los noventa inició su contacto con Pablo Escobar y en 1994 fue detenido en el barrio El Poblado, en Medellín.
Lo extraditaron y en 1999 se fugó de una cárcel italiana. Continuó en el negocio del narcotráfico y cinco años después lo volvieron a capturar en España. En 2010 se fugó de nuevo, después de ser trasladado a una clínica porque, según decía, estaba enfermo. Hace unos meses las autoridades de su país detectaron que viajó en barco a Brasil y que mantenía contactos con Colombia. A comienzos de este año alertaron a la Policía y le siguieron la pista hasta encontrarlo.
Pannunzi es el cuarto narcotraficante de peso que cae este año en Colombia. En febrero fue capturado Iacomino Tomasso, un veterano en el negocio de las drogas. De él se sabe que empezó en las mafias en los setenta con los llamados Eucarianos. Para los noventa se convirtió en un enlace clave con los narcotraficantes colombianos y trabajaba con Bernardo Provenzano, jefe de la Cosa Nostra.
En 2006 lo capturaron en Bogotá, fue extraditado y purgó una condena en su país. El año pasado se tuvieron noticias de que había vuelto a Colombia y seguía traficando. La Interpol emitió una circular roja y fue capturado en el barrio Galán de Bogotá.
En abril cayeron otros dos. Uno fue Domenico Trimboli, que desde 2011 tenía circular roja de la Interpol. Trimboli, conocido en la mafia Ndrangheta con el alias de Pasquale, nació en Argentina pero tiene nacionalidad italiana. Entraba y salía con frecuencia de Colombia hasta cuando agentes de la Dijin lo capturaron mientras visitaba a unos familiares en el barrio Laureles, de Medellín.
Para ese momento ya tenía una condena de 12 años de cárcel y una multa de 40.000 euros por narcotráfico. Él era uno de los enlaces de su organización con los capos colombianos. Después de capturado fue trasladado a su país, para pagar la condena.
A los pocos días, fue sorprendido en una finca en Santa Fe de Antioquia Santo Scipione, jefe de Trimboli, también ligado con la mafia Ndrangheta. Tanto Pasquale como Scipione estaban de enlaces en Colombia para coordinar actividades de narcotráfico hacia Europa, según las investigaciones.
Si bien la relación entre los mafiosos italianos y colombianos tiene una larga tradición que se remonta a los tiempos del capo Pablo Escobar, este nuevo auge de capturas tiene varias explicaciones.
En la era del cartel de Medellín casi toda la cadena del negocio de la coca (producción, procesamiento y transporte) corría por cuenta de los capos criollos. La excepción era la distribución al consumidor final que, en el caso de Europa, estaba en manos de dos socios de los carteles colombianos.
En España estaba la llamada mafia gallega, que desde el sur de la península llevaba la droga hacia Gran Bretaña, Francia y Alemania, principalmente. Y en Italia la alianza era con las dos grandes estructuras de ese país: la Ndrangheta que actúa en la región de Calabria, al sur de Italia, y la Cosa Nostra, cuya base principal es la célebre isla de Sicilia.
Durante años el negocio fue muy simple: los narcos colombianos enviaban y los italianos distribuían a cambio de un porcentaje de las ganancias que eran devueltas en millones de dólares camuflados en mármol, entre otras.
Sin embargo, con la caída de los grandes capos colombianos y la desintegración de los carteles en Colombia se transformó el negocio de la droga. En el país no quedó una estructura capaz de dominar toda la cadena del narcotráfico y si bien han surgido nuevos capos –muchos de ellos ya capturados– la realidad es que ninguno de ellos tiene la capacidad de mandar por sí mismo un kilo de coca a Europa.
“Hoy el negocio del narcotráfico está extremadamente atomizado y dividido. No hay un capo que domine, explica un oficial de la Policía antinarcóticos. Todo es manejado de manera muy desordenada por bacrim, pequeños narcos y guerrilla. Ninguno puede manejar hoy grandes volúmenes de droga porque no tienen cómo almacenarla, cuidarla y mucho menos enviar grandes cantidades al exterior.
Todos han optado por vender pequeños volúmenes, de unas decenas de kilos, en el país. Es más barato pero también más seguro, se arriesgan menos y, sobre todo, no tienen que transportarla”, dijo el uniformado.
Los carteles mexicanos han sido los primeros en aprovechar esa realidad. Compran la droga en el país y la transportan directamente desde suelo colombiano por toda Centroamérica hasta Estados Unidos.
Algo similar es lo que están haciendo los narcos italianos pero con destino a Europa, lo que explica la reciente oleada de capturas de nacionales de ese país. “Los que han sido arrestados son viejos narcos de la mafia italiana que trabajaron con los desaparecidos capos criollos. Tienen las rutas y los contactos en Europa desde hace años.
Y eso es lo que están aprovechando. Vienen, buscan a cualquiera acá, bacrim o capitos, compran y juntan 100 o 200 kilos y por vía Venezuela los envían a Europa. El margen de ganancia es muy alto. Compran un kilo en Colombia en alrededor de 5 millones de pesos y puesto en Europa ese mismo kilo ya vale entre 25.000 y 30.000 euros. Con una ventaja adicional. En Colombia no hay un capo que pueda evitar que copen ese espacio del negocio”, explicó el oficial.
Otro beneficio que han encontrado es que, producto de esa atomización, los narcos extranjeros tienen incluso la posibilidad de buscar el mejor precio en el mercado, pues al no existir grandes organizaciones o capos, tampoco hay quien regule el precio de la droga como ocurría con los grandes carteles. Por todo esto para las autoridades no es descartable que los seis narcos italianos capturados por la Policía en los últimos seis meses no sean los últimos.