LOS FRACASOS DE LA PAZ
Gobierno de Betancur
En la administración del presidente Belisario Betancur (1982-1986) se hizo el primer intento por establecer un diálogo con las Farc. Esas gestiones concluyeron con el acuerdo de la Uribe, firmado el 28 de marzo de 1984. Como consecuencia se produjo un cese al fuego bilateral convenido con las Farc (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), la ADO (Autodefensa Obrera), el EPL (Ejército Popular de Liberación) y el M-19, y nació la Unión Patriótica (UP) como partido político. Sin embargo nunca fueron diáfanos los mecanismos para hacer eficaz el diálogo y poco a poco se hizo claro que el intento había sido un fracaso. Según el gobierno, las Farc no sólo nunca cesaron en sus acciones ofensivas sino que incrementaron el secuestro y la extorsión, a tiempo que aumentaba en forma evidente el número de frentes guerrilleros. Las Farc, por su parte, sostuvieron que la estrategia del gobierno estaba orientada a crear un ambiente negativo para sus intereses. En suma, aunque el proceso se fundamentó en un auténtico interés por alcanzar la paz, no existió la consistencia metodológica necesaria para avanzar en las etapas definidas en el acuerdo. Finalmente, lo que sepultó las últimas esperanzas de una paz negociada fue la toma del Palacio de Justicia por parte del M-19 en noviembre de 1985.
Gobierno de Barco
En el período de Virgilio Barco (1986-1990) el gobierno, consciente de que de la suerte del proceso de paz con el M-19 dependía el éxito o el fracaso de eventuales conversaciones con los demás movimientos insurgentes, planteó una Asamblea Nacional Constituyente y redactó con los dirigentes del M-19 Carlos Pizarro y Antonio Navarro un acuerdo que tuvo el visto bueno de los partidos tradicionales. Los seis precandidatos liberales de entonces, en una comunicación expedida el 14 de febrero de 1990, se comprometieron a convocar una consulta popular en caso de ser elegidos. Los miembros del M-19 recibieron el indulto y el 27 de mayo, en las elecciones presidenciales, el sí por la Constituyente resultó abrumador.El maoísta EPL, el grupo de posición política más ortodoxa, realizó un debate interno en el que se cuestionó la validez de la lucha armada y decidió iniciar negociaciones con el gobierno.
Todo estaba listo para comenzarlas a principios de marzo pero el asesinato del candidato presidencial de la UP, Bernardo Jaramillo Ossa, hizo retroceder los contactos. Ese revés para la paz se convirtió en fracaso cuando fue asesinado Carlos Pizarro el 26 de abril de 1990. En ese momento desapareció cualquier posibilidad de diálogo.
Gobierno de Gaviria
Durante la administración de César Gaviria (1990-1994) se celebró la Asamblea Constituyente, con lo cual se posibilitó el proceso de desmovilización del EPL, el PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores), el Frente Quintín Lame, el comando Ernesto Rojas, la Corriente de Renovación Socialista (CRS), el Frente Francisco Garnica y tres sectores de las milicias populares. Las Farc y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), reunidos bajo la Coordinadora Guerrillera, entablaron un diálogo con el gobierno, primero en Caracas y luego en Tlaxcala, México.En la capital venezolana las partes lograron por primera vez llegar a una agenda de negociación de 10 puntos, consiguieron acuerdos de mediación y verificación internacional y adelantaron un acuerdo de veedurías regionales. Así mismo, avanzaron en la exclusión del terrorismo y discutieron las modalidades posibles de cese al fuego. Pero todo quedó suspendido por el atentado del que fue víctima el presidente del Congreso, Aurelio Iragorri.Las negociaciones se reanudaron en enero de 1992 en Tlaxcala. El gobierno siempre condicionó su avance a que hubiera progresos en el tema del cese al fuego y a que la guerrilla renegara de la lucha armada como mecanismo de acción política. Pero fracasaron en la medida en que la Coordinadora siempre se negó siquiera a discutir ese tema. El problema del gobierno no es tanto de legitimidad como de debilidadLas diferencias entre el general Harold Bedoya y el gobierno hacen pensar que su carrera militar entró en la cuenta regresivan El problema del gobierno no es tanto de legitimidad como de debilidad Las imágenes de los soldados saliendo del Caguán y los guerrilleros llegando a ocupar su lugar difícilmente se borrarán de la mente delos uniformados