ENTREVISTA
Los jóvenes guajiros que hicieron una huelga de hambre en la Plaza de Bolívar
SEMANA habló con Beatriz Salas, una líder estudiante de derecho que estuvo en las protestas en Bogotá para pedir atención por la crisis del departamento.
La situación de La Guajira cada vez es más difícil. En el departamento persisten múltiples problemáticas desde hace años: la muerte de niños indígenas por desnutrición, el no abastecimiento de agua potable y el incumplimiento del Plan de Alimentación Escolar (PAE), entre otros. Por esta razón, un grupo de jóvenes estudiantes guajiros decidieron protestar con una huelga de hambre para exigir garantías para el departamento.
Beatriz Salas es una joven vocera y estudiante de derecho de la Universidad de La Guajira que, junto con 8 jóvenes, lidera ese clamor. En entrevista con SEMANA, Beatriz cuenta lo que vivieron en la Plaza de Bolívar junto a la Catedral Primada de Colombia, a la espera de una mesa de diálogo con garantías por parte del Gobierno nacional. Tuvieron que soportar aparte del hambre, el frío capitalino, la lluvia y la espera para que el Gobierno atendiera su pliego de peticiones. Al final, los jóvenes regresaron a su departamento con la promesa de una conversación allá.
SEMANA: ¿Cuál es la razón principal que los llevó a realizar esa huelga de hambre?
Beatriz Salas (B. S.): Nosotros decidimos realizar una huelga de hambre. Somos sensibles a lo que está sucediendo en el departamento de La Guajira con la muerte de tantos niños, la pobreza que no acaba, la falta de educación y el tema de la salud, que es bastante delicado. Nosotros en el marco del paro nacional salimos a la calles a nivel departamental en cada uno de los municipios, llegó el Pacto por la Juventud que promovió el Gobierno nacional, La Guajira no estaba incluida y logramos incluir al departamento en el pacto. Nosotros como jóvenes guajiros queríamos que se hiciera a nivel departamental y poder presentar un pliego de peticiones.
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Es así que cuando se realiza la mesa del Pacto por la Juventud donde estuvo presente un funcionario de Fronteras y la directora del Instituto Nacional de Bienestar Familiar (ICBF), quienes llevan las peticiones y nos dicen que después de 15 días van a dar respuesta al pliego. Pasaron 15, 16 y hasta 17 días y ellos no dieron respuesta; es ahí cuando como jóvenes nos reunimos para buscar alternativas y que el Gobierno preste atención al departamento.
SEMANA: ¿Y cómo surgió la idea de la huelga?
B. S.: Surgió de uno de los jóvenes. Había que tener en cuenta que a nivel nacional todos los departamentos estaban saliendo a las calles y la bulla era muy fuerte porque eso opacaba la lucha que llevábamos internamente, teníamos que hacer algo que realmente impactara y fue así como decidimos empezar la huelga de hambre. Se inició el 1.° de junio, éramos 9 jóvenes de Riohacha, Maicao, Uribia y Manaure. Luchamos incansablemente para que el Gobierno nos escuchara. Hacia el día 10 el gobierno local empezó a prestar atención, pero fue porque comenzamos a sentirnos un poco más débiles, nuestros cuerpos ya se estaban descompensando y tenemos que ir a urgencias. Fue ahí cuando comienzan a accionar los entes de control y el día 20 el Gobierno nacional manda al viceministro del Interior, Carlos Baena. El día 20 de julio tuvimos la oportunidad de firmar un protocolo en el que se establecieron mesas de diálogo que abarcan distintas temáticas como la Sentencia T-302-17.
En ese momento no se había hecho la socialización y preconsulta, esa sentencia es de 2017. Ya se está avanzando con la socialización y preconsulta, aunque es muy difícil que la sentencia se cumpla, porque habría que garantizar un mínimo vital para los niños y eso requiere que en los territorios exista agua para poder sembrar y que las comunidades realmente puedan abastecer esas necesidades básicas. También tocamos el tema de primera infancia que abarca la responsabilidad que tiene el ICBF no solamente con los niños wayúu, sino en general todos los niños guajiros, principalmente los que se encuentran en las zonas rurales donde la situación es bastante crítica.
SEMANA: ¿Cómo se pronunció el Gobierno durante ese mes de huelga de hambre?
B. S.: Después de que nosotros firmamos el protocolo y que se realizaron esas mesas, solamente se realizaron 8 mesas de 10. Nosotros decidimos volver a la huelga de hambre porque el Gobierno no envió funcionarios con capacidad de decisión. Regresamos el 20 de septiembre a esta huelga de hambre. Nos llamó el viceministro Carlos Baena a decirnos que nosotros habíamos incumplido por no avisarle a él que íbamos a volver a la huelga de hambre. Les dijimos que ellos habían fallado y que nosotros no habíamos cumplido con el protocolo y dijo: “Nosotros no negociamos bajo presión. Hasta que ustedes no levanten la huelga de hambre, no hay negociación”.
Pasaron 16 días aproximadamente y por tal motivo nosotros decidimos venirnos para Bogotá. Los cuerpos han venido debilitándose un poco más y cuando llegamos a Bogotá ellos empezaron a moverse un poco más y lo que nos dicen desde el Ministerio del Interior es que ellos sí quieren negociar, pero no quieren que se realice en el marco de la huelga de hambre. Nosotros dimos la palabra y le dijimos que se realice la negociación en el marco de la huelga de hambre, porque si no es así no vamos a tener ninguna garantía como sucedió en la primera mesa. Al final quedamos en hacer una reunión en La Guajira.
SEMANA: ¿Qué ha pasado con los recursos minerales y el presupuesto de La Guajira?
B. S.: En La Guajira hay cierta corrupción, nuestros mismos dirigentes no han sabido administrar bien algunas cosas. Independientemente de eso, La Guajira le genera muchísimo a Colombia y no recibe lo que merece; tal vez eso incida en lo que un gobernante o dirigente piense al momento de hacer las cosas. Yo creo que existe un problema no solamente a nivel nacional, que es el que nosotros estamos exigiendo, sino también un problema interno. Va a llegar el momento en que tenga que hacer seguimiento y ver cómo podemos mejorar esta situación interna que vivimos La Guajira.
Hay que tener en cuenta que ellos dicen que van más de 700 consultas previas y las comunidades dicen que allá nunca han llegado. Es un documento público, pero no quieren entregarlo ni dejar que lo revisen. Hacer un estudio de los impactos que tiene para las comunidades resaltando que muchos de los proyectos de energías renovables están acabando y desplazando a las comunidades del departamento.
Teniendo en cuenta que una de las necesidades más fuertes que tenemos en el departamento es el agua, las comunidades exigían al Gobierno diciendo que está la represa del río Ranchería y pueden trabajar en eso, pueden buscar alternativas que no sean las pilas de agua que está dando como solución el Gobierno, porque las pilas de agua no están abasteciendo a las comunidades y tampoco es viable para que la sed pueda acabarse en el territorio. Si no hay agua, no hay agricultura, eso trae muchos daños. En la mesa minero-energética con los parques eólicos sabemos que las energías renovables son el foco de todos los países, pero hay que tener en cuenta que estas energías suelen traer impactos negativos en las comunidades.
SEMANA: ¿Qué ha pasado con el estado de abandono principalmente de los niños indígenas de La Guajira?
B. S.: Cuando se entró a discusión sobre ese tema, el ICBF nunca reconoció la gran cantidad de niños que están en desnutrición y eso pues nos da mucho qué interpretar, porque si la misma institución que se encarga de proteger a esos menores no reconoce el estado de salud de esos niños y reconoce las fallas que hay dentro de las comunidades, es ahí cuando uno se cuestiona. ¿Cómo se va a mejorar esta situación si ni siquiera existe ese aporte como debe ser? Es por eso nuestra insistencia en el tema de infancia, para que más niños puedan tener ese beneficio.
Puedo llegar a un territorio y ofrecer algo de comer, pero lo que sucede es que por usos y costumbres la mamá no permite que el niño consuma ese tipo de alimentos, pues eso no está bajo sus tradiciones y su cultura; se puede decir que hay hambre y deberían comer lo que sea, pero es que se deben respetar las tradiciones. Esto es lo que la institución no ha entendido. Algunas veces muchos niños no consumen es porque no es apto o no está aplicado a la modalidad propia de las comunidades ancestrales.
Pedimos ampliación de contenido de las minutas, que este año se disminuyó, y es terrible porque a esa mesa llegó una señora con mercadito que le dio el ICBF. Ella sacó para revisar qué le dieron y tenía dos bolsas de arroz, una de lentejas y una de fríjol que no precisó bien. Con eso el niño debe abastecerse por un mes y no es suficiente. Lo que ellos consumen, en su mayoría, lo siembran, pero es muy difícil porque hay territorios donde no hay agua y, si no hay agua, no pueden sembrar. Para el Gobierno debería ser primordial comprar los productos en el mismo territorio, porque los niños los van a consumir y porque saldrían más económicos.
SEMANA: ¿Cuál fue el problema más severo que los ha llevado a la huelga de hambre?
B. S.: Para La Guajira lo más complicado ha sido la muerte de los niños indígenas. Cuando llegamos a Bogotá ya iban 5 niños muertos. Uno se cuestiona: ¿por qué habiendo tantos niños fallecidos, si la Corte Constitucional ordenó al ICBF actuar rápidamente? ¿Por qué se notaba en el rostro de los menores el grado de desnutrición? La entidad sigue en la misma tranquilidad como si la vida de un niño no valiera nada. Hasta se pelean las cifras de desnutrición de los niños cuando hay más de 16.000 en problemas de desnutrición grave en el departamento; además, no hacen nada y siguen en la misma postura y posición.
*Texto y fotos por Nicolás Poveda.