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Los niños afro abusados sexualmente piden auxilio: SEMANA conoció que son víctimas de este crimen desde la infancia temprana
SEMANA conoció que los niños afro que fueron víctimas de presuntos ataques en Boyacá han sido objeto de abuso desde su infancia temprana. La madre enfrenta duras repercusiones psicológicas.
El caso de la profesora Kerlin Murillo Mena y sus hijos conmocionó al país. Los entes disciplinarios y la Fiscalía General de la Nación han tomado cartas en el asunto, dado que la madre de los menores fue citada a la Procuraduría en Bogotá para rendir testimonio sobre lo ocurrido. A su vez, el ente acusador abrió tres investigaciones para esclarecer lo que sucedió en la Institución Educativa El Rosario, ubicada en el corregimiento de Morcote de Paya, Boyacá.
El caso tocó el corazón de la vicepresidenta Francia Márquez, quien le pidió celeridad a la Fiscalía en el esclarecimiento de los hechos. SEMANA conoció que la Vicepresidencia está colaborando con el alojamiento y transporte de la familia mientras se encuentra en la ciudad de Bogotá y que Clemencia Carabalí, consejera presidencial para la Equidad de la Mujer, está en comunicación constante con la familia.
Figuras de todos los sectores, como Goyo de Chocquibtown y la periodista Mábel Lara, expresaron su rechazo por el presunto caso de racismo. Incluso, las organizaciones antirracistas llevaron a cabo concurridos plantones en más de 15 ciudades y municipios del país para alzar su voz en contra de la violencia denunciada por Murillo.
A pesar de que se conoció la denuncia de la profesora, el drama de la familia es mucho más grave de lo que parece. SEMANA conoció la violencia y los abusos sexuales que los menores han tenido que padecer con anterioridad. Además, Murillo detalla sus diagnósticos psiquiátricos, los cuales también han tenido un impacto en la vida de los menores.
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Este medio conoció que, ante la Procuraduría, Murillo relató su historia completa, desde su infancia, pasando por el nacimiento de los niños y terminando con lo ocurrido en los municipios de Boyacá. De esta forma, la profesora refiere haber sido víctima de abusos racistas en cuatro instituciones educativas.
“En ese momento, en Ituango, en la Institución Educativa Pedro Nel Ospina, también sufrimos violencia racial. Denuncié en la institución, en Control Interno Disciplinario, la Fiscalía y la Procuraduría por omisión de la rectora. Preferí callar para salvar la vida de mi familia”, indicó.
Incluso manifestó que en la Institución Educativa La Floresta, en Yolombó, donde fue reubicada en ese momento, fue amenazada de muerte por personas de Ituango. Además, aseguró que el profesorado también arremetió contra su hijo mayor.
Luego fue trasladada a Necoclí a la Institución Educativa Mellito, donde dice no haber tenido problemas, pero indicó que tanto ella como sus hijos fueron “raptados por una secta satánica”. Desde ahí, su familia recibió protección y fue trasladada a Paya, Boyacá al ganar el concurso para ocupar el cargo.
Sin embargo, lo más grave de su relato fueron los primeros abusos sexuales cometidos contra sus hijos, cuando el menor tenía tan solo 2 años de edad, lo cual constató SEMANA por medio de la historia clínica de los niños.
La mujer aseguró haberse separado momentáneamente de su esposo, quien falleció por cáncer, en medio del supuesto desplazamiento “porque me echó la culpa por haber reclamado y defendido al niño, lo que terminó en persecución”.
“Nos alejamos durante un tiempo considerable, cuando me dio una crisis nerviosa. En esa separación permanecí sola dos años y una vez me fui de vacaciones a Quibdó, muy cansada y agotada. Termino en amores con Lorfio Loceth Lemos Rentería. En enero me accidenta una moto y quedé casi inválida. Esa persona se aprovecha de la situación y me dice que me ayudará con los niños, se fue por un mes”, indicó Murillo.
Cuando comenzó a recuperar su movilidad y salía de la casa, según narra, “esta persona se aprovecha de mi ausencia y abusa de mis dos hijos. El menor tenía dos y el mayor, cinco”. El primogénito le dijo a su madre que el hombre lo amenazaba con matarla a ella y a su hermano. Por esta razón no habría hablado sobre el acceso carnal violento al que habrían sido sometidos.
“Todo esto ha deteriorado al más grande, todos estos sufrimientos. En el caso del menor, que apenas tenía dos años, era un bebé y no tenía ni idea”, contó sobre su hijo mayor, quien además tiene dificultades cognitivas y de aprendizaje.
La salud mental de la madre
Para garantizar el bienestar de los menores, las autoridades competentes que tramitaron las solicitudes de Kerlin Murillo Mena refieren preocupación por la estabilidad mental de la madre. Frente a esto, SEMANA conoció una historia clínica en la que evidencia que la profesora tiene antecedentes de trastorno bipolar y estrés postraumático.
SEMANA le preguntó a Murillo por ese diagnóstico, quien aseguró que había experimentado ataques nerviosos durante las supuestas agresiones contra ella y sus hijos. Tanto así que la llevó a retirarse de la enseñanza escolar dos años, tiempo en el que también dice haber sido internada en una “clínica de reposo”, tras haber experimentado alucinaciones por la ingesta de yagé.
“Los niños se quedan con mi esposo, yo me voy con mi hermano. Me internan y al salir me voy a la casa de mi mamá a reposar”, narró la profesora a este medio. Esta crisis mental resultó en una incapacidad de dos años.
Adicionalmente, confirmó el diagnóstico de trastorno bipolar, el cual trató con ácido valproico, un fármaco que mitiga los síntomas de la enfermedad. “Eso fue de entrada porque el médico no conocía lo que estaba pasando, fue una crisis que le pasó a otras compañeras mías”, dijo.
SEMANA consultó a uno de los profesionales en salud mental que trató el caso, quien aseguró que Murillo presenta su caso con coherencia, a pesar del sobresalto por la situación que atraviesa. Al mismo tiempo, confirmó que el relato sobre el abuso sexual y los insultos raciales provino de los mismos menores.
“Dijo: ‘Ellos me abrieron las nalgas y me metieron el pipí’. Además, le decían al niño que era un negro cochino. En otras sesiones refería que él no quería tener su color de piel, que prefería untarse cosas, como crema y barro, porque lo trataban mal por ser negro”, dijo anónimamente un profesional en psicología.
Por otro lado, desde la Escuela Normal Superior Sagrado Corazón de Chita, la rectora, sor Martha Cecilia Durán, le contó a SEMANA que cree que se trata de un problema de relacionamiento de la profesora. “La conozco hace poco tiempo, pero lo que sí percibo es que es supremamente sensible, cree que por todo la excluyen. Es una percepción equivocada, aquí en la institución hay cuatro docentes afro y no tienen mayor dificultad”, indicó.
También aseguró que hace de los problemas de los niños un asunto de adultos. Esto se demuestra también en las actas de convivencia del colegio en Paya conocidas por este medio, donde la mujer dijo que “agarraría a golpes” a los estudiantes que presuntamente abusaron de sus pequeños. Además, indica que el hijo mayor de Murillo es “agresivo”.
Sin embargo, la religiosa admite que ha habido incidentes de discriminación racial con dichos profesores y sus hijos. “Hay algunas personas que por ignorancia lo hacen, pero a ellas les hace falta cordialidad. A una profesora fue porque una niña de 7 años le tenía miedo por su cabello, muy alborotado, que a los niños les causa terror. A la hija de una docente también la molestaron por tener shakiras en su pelo, pero se resolvió”, indicó.
Por medio del abogado de Murillo, Marco Fidel Holguín, este medio conoció que la profesora y sus hijos no volverán a Chita. Serán reubicados por sus denuncias y aún se desconoce a qué institución educativa serán remitidos. Lo cierto es que el caso conmueve e indigna al país, mientras las autoridades locales y nacionales esperan obtener respuestas sobre lo ocurrido.
El ICBF también trabaja en el asunto, brindando acompañamiento e iniciando un proceso administrativo de restablecimiento de derechos para los niños, quienes están recibiendo tratamiento psicológico. Mientras tanto, su madre busca que se haga justicia y que los presuntos responsables reciban su castigo.