POLITICA

La generación de rebeldes que puede cambiar la política

Juan Manuel y Carlos Fernando Galán, Luis Ernesto Gómez y Daniel Quintero rompieron con sus partidos y sus dirigentes en esta elección presidencial. ¿Por qué lo hicieron?

11 de junio de 2018
Si algo quedó claro en la primera vuelta, es que hay un hastío ciudadano con los partidos convencionales y lo que representan. Ni el Liberal, ni el Conservador lograron candidaturas propias viables.

La semana antes de la segunda vuelta presidencial, las adhesiones a cada candidato suelen marcar el día a día del final de cada campaña. Pero en lo que va de junio de 2018, también han sido noticias los portazos y los actos de rebeldía de varias figuras políticas ante las directrices de sus partidos. En una campaña en la que los dos finalistas tienen una identidad política tan diferente y tan marcada –Duque con el uribismo y Petro con la izquierda–, para muchos políticos y militantes es difícil tragar el sapo de apoyar las adhesiones decididas por los jefes de sus colectividades.

La semana pasada los hermanos Juan Manuel y Carlos Fernando Galán rompieron con la decisión de sus partidos de apoyar la candidatura de Iván Duque. Su rebeldía llama especialmente la atención. Además de que han hecho política apoyados en un discurso que defiende las ideas de su padre, Luis Carlos Galán, estuvieron simultáneamente en el Senado en el periodo que acaba de terminar, Juan Manuel elegido por el liberalismo y Carlos Fernando por  Cambio Radical. Los dos son contemporáneos del candidato uribista.

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El portazo de Juan Manuel al liberalismo fue radical. Increpó a César Gaviria después de una reunión de bancada cuando este, como director del  partido, anunció que las banderas oficialistas estarán con Duque. Dio tan duras declaraciones ante los medios, que incluso llegó a sugerir que estaba arrepentido de haberle entregado en 1990, durante el entierro de su padre, las banderas liberales al expresidente. “Esas banderas hay que recuperarlas, el uribismo no representa las banderas liberales, mucho menos las de mi padre. Es una visión de país muy diferente”, aseguró.

Galán, quien dijo que en segunda vuelta votará en blanco, asegura que en los últimos 30 años el expresidente había sido consecuente con las banderas del liberalismo. “La batalla que dio por sacar adelante la Constitución de 1991 fue coherente con los planteamientos liberales. Cuando decidí aspirar al Senado en 2006,  el propio Gaviria –quien dirigía el partido– me convocó a hacerle oposición al gobierno de Uribe. El expresidente fue uno de los críticos más duros de la reelección”, dice, mientras insiste en que la adhesión a Duque “sin ni siquiera haberle exigido el apoyo a la paz, es una contradicción”.

En cuanto a su trayectoria personal, Galán siente que sus críticas al gobierno Uribe en los últimos tres periodos se materializaron en denuncias y debates que hoy desconoce Gaviria. Además, recuerda que convocó con Cecilia López el debate sobre los falsos positivos de Soacha y el de Agro Ingreso Seguro, al tiempo que promovió iniciativas como la que permite el uso medicinal de la marihuana. Esta, aprobada hace casi dos años, enfrentó el voto negativo del Centro Democrático.

En cuanto a Carlos Fernando, se rebeló ante la bancada de Cambio Radical. El lunes pasado Jorge Enrique Vélez, presidente de este partido, les habría preguntado a los senadores y representantes actuales, así como a los recién elegidos, si estarían de acuerdo con apoyar a Duque.  Solo Carlos objetó esa posibilidad y horas después, vía Twitter, publicó una carta para renunciar a su colectividad.

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Por otra parte, Carlos Fernando Galán comenzó su carrera en Cambio Radical al lanzarse al Concejo de Bogotá cuando tenía menos de 30 años. Desde ahí le hizo una dura oposición a Gustavo Petro. Posteriormente, Juan Manuel Santos lo nombró jefe de la oficina anticorrupción del Palacio, se lanzó a la Alcaldía de Bogotá en 2010 y en 2014 optó por el Senado. Presidió dos veces su partido y aunque criticó la entrega de avales que este hizo a varios líderes locales y regionales inmersos en escándalos de corrupción, dejó de dirigirlo pero nunca se apartó del todo. Cuando se hicieron evidentes los coqueteos entre la bancada vargasllerista y el uribismo, Galán renunció al partido. “Sería incoherente apoyar un proyecto político que tiene una visión completamente alejada de la mía en materia de respeto a las autoridades y a la justicia, que no tiene la misma preocupación por la garantía de los derechos de las minorías ni por la importancia del rol de la prensa libre y de los medios en la democracia”.

Escucha el análisis de María Jimena Duzán sobre el Partido Liberal y la adhesión de Gaviria al uribismo

Escucha"¿En qué queda el Partido Liberal luego de que el expresidente César Gaviria se trastea al uribismo?" en Spreaker.

En un reciente episodio se presentó una dura pelea entre los senadores Carlos Fernando Galán y Álvaro Uribe en un debate sobre Planes de Ordenamiento Territorial. Este último acusó al primero de mentiroso por insinuar que sus hijos, Tomás y Jerónimo, se habían aprovechado del cambio de uso del suelo de un terreno en Mosquera.  Pero el exsenador de Cambio Radical insiste en que su lejanía con el Centro Democrático no es un tema personal y que Iván Duque le cae bien. Pero que el proyecto uribista poco tiene que ver con las causas liberales que, en sus orígenes, defendió Cambio Radical. Incluso cita la paz, a la que respaldó a pesar de haberle hecho observaciones a temas como la JEP y la participación en política de los ex-Farc.

En el futuro inmediato, Juan Manuel Galán seguirá buscando revivir la personería del Nuevo Liberalismo amparado en una cláusula del acuerdo de paz que le devuelve la vida a movimientos que, como la UP, sufrieron exterminio político. Carlos Fernando, por su parte, se va a terminar una maestría en administración y gestión urbana en Nueva York. Se dice que se prepara para competir por la Alcaldía de Bogotá.

Pero no solo los Galán se les han rebelado a sus partidos. Otros políticos de su generación han hecho lo mismo, e incluso han ido más allá. Los liberales Luis Ernesto Gómez y Daniel Quintero, ambos viceministros de Santos, decidieron desobedecer la línea de César Gaviria y salir a agitar las banderas petristas. De hecho, hoy forman parte de la estrategia de la campaña de la Colombia Humana que busca convocar bases liberales en todo el país con el argumento de la defensa de las libertades y de la paz.

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Lo interesante es que los dos exfuncionarios iniciaron su tránsito en el Partido Liberal de la mano del gavirismo. Gómez trabajó en la campaña presidencial de Rafael Pardo en 2010, de la que salió a integrar el equipo de estrategia política del partido liderado por Gaviria. En 2011 dio el salto al Viceministerio del Trabajo y salió a hacer campaña a favor del Sí en el plebiscito. Luego se convirtió en viceministro del Interior, y desde allí acompañó la agenda legislativa de la paz y desarrolló gestiones a favor de la población LGBTI, las minorías étnicas y los animalistas.  

Quintero, por su parte, fundó hace unos años el Partido del Tomate que buscaba recoger voto protesta de los jóvenes. En 2014 aspiró a la Cámara con el respaldo de Simón Gaviria. No ganó y pasó a dirigir la agencia Innpulsa. Posteriormente, asumió como viceministro de las TIC, con el respaldo de la bancada liberal.

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El día que Gaviria apoyó a Duque, los dos estuvieron en un flash mob en el que anunciaban “la venta” del Partido Liberal. “Nos montamos en el gobierno de Santos por su espíritu liberal, trabajamos por el Sí, creemos en la diversidad, no nos identificamos con un proyecto de derecha ni creemos que el partido deba estar ahí”, asegura Gómez.

Si algo quedó claro en la primera vuelta, es que hay un hastío ciudadano con los partidos convencionales y lo que representan. Ni el Liberal, ni el Conservador lograron candidaturas propias viables. La U y Cambio Radical no tuvieron incidencia en la decisión presidencial. A los problemas de legitimidad, se suman las rupturas y deserciones. Entre ellas, las de los jóvenes que, en un contexto de polarización, se oponen a que sus jefes decidan por ellos. Hasta dónde llegarán, es otra pregunta.