ADOLESCENTES

Los retos mortales entre los niños que tienen encendidas las alarmas en los colegios

Centenares de jóvenes en Colombia están expuestos a una serie de supuestos desafíos diseñados en redes sociales que aparentemente son inofensivos, pero en el fondo tienen una gran carga de maldad y violencia. Los colegios son los escenarios para este tipo de prácticas.

7 de mayo de 2022
| Foto: getty images

Lo sucedido esta semana en varios centros educativos de Colombia significa una alarma grande. Gigante, para darle una dimensión apropiada. Varios jovencitos –muchos de ellos entre 13 y 14 años– fueron protagonistas de hechos violentos, que se camuflan en la nueva tendencia de retos expuestos en redes sociales. Básicamente, alguien en cualquier rincón del mundo inventa una práctica violenta y esta, a su vez, es replicada por miles de adolescentes para ganar seguidores y encajar en un escenario virtual que brinda la posibilidad de un estatus de popularidad.

Pero, de vuelta al caso de Colombia, lo sucedido en el Colegio Granadino, uno de los más prestigiosos de Manizales, es solo la punta del iceberg de las muchas prácticas sociales que vienen desarrollando los jóvenes. El reto –o la broma– en este caso era recrear un juego en el que se debe lanzar un balón al aire y tomarlo de nuevo en cuclillas. Hasta ahí todo bien; sin embargo, el aparente inofensivo juego tenía una segunda parte macabra.

La mayoría de participantes la conocían, pero la minoría no. En uno de los turnos de lanzamiento del balón, un jovencito de 13 años realizó el procedimiento como mandaba la norma del juego, sin embargo, cuando descendió, ya uno de sus compañeros había instalado un palo sobre el césped, de modo que pudiera enterrarse en sus partes íntimas. Y así fue: uno de los testículos del menor resultó seriamente afectado. Todo estaba planeado.

La anterior hipótesis la confirmaron los otros implicados, los que debían tener su celular encendido para grabar y, posteriormente, subirlo a redes sociales. Pero la situación se salió de control, el menor afectado debió ser trasladado a un centro asistencial por la gravedad de la herida. Uno de los culpables fue separado de la institución y ya se inició un proceso disciplinario en su contra. El colegio, en un tímido comunicado, explicó: “Es importante aclarar que estamos actuando de manera diligente, prudente y objetiva, como lo exigen este tipo de casos. Hemos atendido y trabajado con las entidades competentes en las instancias correspondientes con total transparencia y diligencia, entregando todos los documentos que nos han requerido”.

El menor herido ya fue dado de alta. Tendrá ocho días de incapacidad. Con relación a este caso en particular, la ministra de Educación, María Victoria Angulo, dio fe de que las autoridades han obrado correctamente en la implementación del protocolo. “El secretario de Educación de Caldas, con el ICBF, la Fiscalía y la Policía de Infancia y Adolescencia, abordaron desde el lunes el debido protocolo. Esto no quiere decir que cada caso no tenga la misma importancia y, por eso, el accionar tiene que ser rápido”, afirmó la ministra.

El segundo caso alarmante también ocurrió la semana pasada en Envigado, Antioquia. El desafío, en un aula de clases, era rociar un líquido inflamable sobre el cabello de algún compañero y luego prender fuego. El hecho ocurrió en el Colegio La Salle. Uno de los menores afectados sufrió quemaduras en el cuero cabelludo, mientras que sus compañeros se carcajeaban al verlo arder en llamas. Al igual que en Manizales, todo fue premeditado, pues la mayoría de alumnos estaban listos para grabar el momento, captar el sufrimiento de la víctima para luego exponerla en redes sociales, donde, seguramente, obtendrían un gran número de vistas a su perfil y, por ende, más seguidores. Así están las cosas.

Sobre este caso, el secretario de Educación de Envigado, Juan Gabriel Vélez, confirmó que los alumnos y el profesor que tenía a cargo el grupo ya recibieron los descargos por las actitudes que asumieron durante la jornada. “Hoy, de la mano de la Secretaría de Educación, todo nuestro apoyo para seguir promoviendo y generando estrategias de acompañamiento a través de una convivencia sana, de un respeto por el otro y que no haya ninguna lesión para afectar la dignidad humana”.

Pero los retos virales no paran ahí. Recientemente, se conoció que en un colegio de Buga, Valle, decenas de jóvenes fueron reportados como desaparecidos por sus familiares. Y a pesar de la preocupación inicial, posteriormente se comprobó que también era un supuesto juego sacado de un perfil de TikTok. El desafío es llamado 48 hours challenge, reta a los menores a desaparecer durante dos días sin avisar ni mantener ningún tipo de contacto con adultos durante ese periodo.

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Estos retos incluyen varias cosas para analizar: necesidad de figuración, bullying, desprecio por el otro y una falta de empatía ante el sufrimiento de un tercero. Las preguntas están sobre la mesa y es difícil encontrar una fórmula mágica para impedirlo. La dictadura de las redes sociales no solo es de opinión, sino de estatus y, al parecer, muchos están dispuestos a hacer lo que sea para lograrlo.

¿De quién es la culpa?

Claudia Carolina Botero, doctora en psicología, explica que son muchos los factores por los cuales los adolescentes acceden a estas prácticas virales de matoneo, violencia y, en muchos casos, hasta delictivas. “Los jóvenes muchas veces se centran en estos retos porque no tienen otro tipo de desafío que los mueva, que les interese, y eso también pasa porque no se promueve el desarrollo de metas que pueden asumir en sus vidas”, subraya la especialista.

Asegura que muchos de estos retos son promovidos por entornos focalizados (compañeros de clases), por redes sociales y medios de comunicación. “A eso se suma la falta de atención de los padres para saber cuáles son los tipos de páginas que visitan sus hijos, de redes o grupos con los que están involucrados, ya que este tipo de casos se presentan en familias en las que hay negligencia o falta de monitoreo”. El secreto, dice la doctora Botero, es una relación más estrecha entre padres e hijos.

Además, promover la empatía desde el hogar, así como el reconocimiento de los sentimientos de los otros, del dolor y del sufrimiento de los demás. “Un niño que no haya sido criado con empatía, crece con el pensamiento de que me tengo que satisfacer yo sin importar los demás (...) En los casos de niños que se involucran con bullying, son niños que también quieren escapar del bullying. Creen que desquitándose en terceros van a impedir que otros se las monten a ellos”, agrega la doctora Botero. Recomienda, desde su experiencia, abordar este tipo de casos con una postura no vertical, pues de lo contrario la brecha de aislamiento se vuelve más grande.

“La comunicación con los jóvenes no puede ser des de una postura de juicio, sino de entender y promover las emociones que ellos puedan estar experimentando (...) Los adultos somos modelos de empatía, de habilidades sociales, de escucha. Si nos escuchamos entre nosotros vamos a demostrarles a los niños que escuchar es importante”, añade la psicóloga.

Por último, invita a matricular a los adolescentes a actividades deportivas, culturales o artísticas para mantenerlos alejados, por tiempos prudentes, del celular, videojuegos o demás prácticas virtuales.

Muchos de los retos virales no son simples desafíos para pasar el rato, sino verdaderos modelos para promover la violencia y hacer del terror el combustible de las vidas que apenas se están formando. Empalar a un compañero, prender fuego a un tercero o desaparecer no son un juego, son circunstancias alarmantes que no se pueden normalizar en ningún escenario.

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