LOS US$13.5 MILLONES:LA CLAVE
Nuevas revelaciones sobre el uso de las claves, explica cómo pudo efectuarse el robo
Pese a la gran cantidad de informaciones, muchas veces contradictorias, dadas a conocer la semana pasada por la prensa nacional sobre el robo de trece y medio millones de dólares de una cuenta corriente de nuestro país en el Chase Manhattan Bank de Londres, algunos aspectos del fraude comenzaron a esclarecerse.
SEMANA pudo conocer datos concretos que establecen que la negligencia manifiesta de altos funcionarios del ministerio de Hacienda y del Banco de la República de ésta y de la anterior administración, contribuyeron considerablemente a que las claves de seguridad necesarias para el correcto manejo de los dineros depositados en el Chase, entraran en desuso, facilitando el robo.
Los funcionarios, que para muchos conocedores del tema tuvieron actuaciones poco menos que sospechosas, pecaron casi siempre por omisión, pues no hicieron caso de las advertencias del Chase para que se mantuviera el uso de claves.
Primero que todo es importante explicar que una clave de seguridad para mensajes de télex destinados a transacciones bancarias internacionales, es un número que sólo conocen funcionarios de confianza y que debe anteceder el texto del mensaje. Pero además de ser un número, la clave condiciona ciertos aspectos del formato del mensaje y es una especie de ecuación que debe ser interpretada por quien recibe el télex, para saber si se está usando la clave correcta para la transacción.
CARTA SIN REPUESTA
La historia de la negligencia de los funcionarios colombianos es larga: el 23 de abril de 1982, dos semanas antes de la firma del contrato del empréstito por 47 millones de dólares entre el Chase y la Nación, el banco envió a la entonces directora de Crédito Público del ministerio de Hacienda, Leonor Montoya de Torres, una carta en la cual le explicó la necesidad de implantar el uso de una clave para las transacciones que se realicen por intermedio de mensajes de télex entre el ministerio y el Chase.
En esa misiva, el Chase alertó a la funcionaria sobre el peligro de que terceras personas conocieran la clave. El banco adjuntó a la carta un sobre sellado que contenía la clave propuesta por él al ministerio y las instrucciones para su uso. El Chase quiso ser tan cuidadoso que advirtió que si el sobre sellado llegaba abierto o adulterado en alguna forma, debía ser devuelto por la funcionaria para que se estableciera una nueva clave.
Para aceptar la clave propuesta, la doctora Montoya de Torres debía devolver un formato que venía en el sobre sellado, firmado por los funcionarios respectivos del ministerio, dando así por aceptada la utilización de la clave propuesta por el Chase.
Pero la doctora Montoya de Torres no respondió esa carta.
El contrato se firmó el 2 de mayo de 1982 y el 4 de agosto se produjo el primer desembolso por 25.2 millones de dólares. Este se hizo a través del télex del Banco de la República y no del ministerio de Hacienda. ¿Por qué? Nadie lo sabe, pero lo cierto es que el Banco de la República no es mencionado en el contrato de empréstito, al menos en lo que respecta al envío de los télex.
Hay que anotar que el primer desembolso se destinó al pago de una carta de crédito adquirida supuestamente para la compra de corbetas para la Armada Nacional, lo cual viola el contrato que establece claramente que los fondos del crédito no pueden utilizarse para adquisición de armas y las corbetas son armas, según el diccionario.
Debe suponerse que el ministerio utilizó el télex del Banco de la República porque presumía que existía una clave para las comunicaciones vía télex entre el Chase y el Banco de la República, cuando se trataba de transacciones internacionales. Pero más adelante se verá que esa clave ya había entrado en desuso.
En septiembre de 1982, el Chase envió otra carta a la doctora Montoya de Torres, diciéndole que no había recibido el formato que debía dar por aceptado el uso de la clave entre el Chase y el ministerio de Hacienda. "Si usted no desea usar la clave, favor retornarla en el entendido de que no se usarán".
LA CLAVE ES DEVUELTA
La directora de Crédito Público tampoco contestó esta misiva, pues se retiró del ministerio y fue reemplazada por otra mujer, doña Lucila Castro. La nueva funcionaria pareció interesarse más por el asunto de la clave y el 8 de noviembre de 1982 envió una carta a Manuel Peña-Morros, representante del Chase en Colombia, en la cual devolvió el sobre que contenía la clave y que había sido enviado en abril a su antecesora.
En su carta, la doctora Castro informó que la determinación de devolver la clave (conocida con el nombre de "Private Test Key") había sido tomada "por considerar que los riesgos de tenerla a la mano en nuestras oficinas contrapesan los beneficios por ella aportados".
La misiva contenía un segundo párrafo en el cual la funcionaria señaló que para efectos de mensajes se utilizaría el télex del Banco de la República.
OTRA CARTA SIN RESPUESTA
Lo que al parecer nadie sabía es que entre el Banco de la República y el Chase tampoco existía una clave, pues la que se había mantenido en otras épocas, había entrado en desuso 20 meses antes.
En efecto, el 7 de abril de 1981, el entonces gerente del Banco de la República, Rafael Gama Quijano, recibió una carta de un señor D. Porter, del departamento legal del Chase, en la cual éste último le advierte que si no devuelve el formato firmado que da por aceptada la clave para las comunicaciones entre los dos bancos, el Chase decidirá, después de que pasen 4 semanas, que la clave ha entrado en desuso.
La carta de Porter nunca fue contestada. Al menos es lo que han logrado establecer los investigadores del caso. Al igual que en el caso de la carta del Chase a la doctora Montoya de Torres, enviada un año después, Gama Quijano no devolvió el formato firmado y por lo tanto, la clave entró en desuso. Está claro entonces que no había claves ni en las comunicaciones entre el ministerio de Hacienda y el Chase ni en aquellas entre el Chase y el Banco de la República. En una diligencia adelantada por funcionarios de la Procuraduría con los representantes del Chase en Colombia, PeñaMorros, explico que "la clave fue suspendida en 1981".
Por lo tanto no se le podía haber exigido al Chase que rechazara el famoso télex que ordenó el retiro de los trece y medio millones de dólares porque éste no tuviera clave. Al fin y al cabo, los anteriores télex tampoco la tenían o si tenían una, no estaba formalizada por la negligencia de los funcionarios colombianos.
En cierto modo, el procedimiento utilizado por el ladrón al enviar su télex es el más correcto: no usa clave, porque sencillamente no hay clave.
DECLARACIONES DEL MINISTRO
El ministro de Hacienda, Edgar Gutiérrez Castro, ha sostenido en varias declaraciones y en sus intervenciones ante los debates en Cámara y Senado, que el Chase no debió haber aceptado el télex del ladrón porque pretermitía los procedimientos utilizados para los desembolsos. En SEMANA número 82 de noviembre 29, quedó claro que esos procedimientos debían usarse para retirar dinero de la cuenta de crédito, pero no de la subcuenta, que se afectaba con una simple instrucción del prestatario. Luego este argumento del ministro no es válido.
Al parecer, la información de que ha dispuesto Gutiérrez Castro a lo largo de los debates no ha sido la mejor. Basta observar una serie de inexactitudes en sus declaraciones.
En varias oportunidades, el ministro insistió en que se había pedido una prórroga del término del contrato con el Chase y que el Chase no había contestado esa petición del gobierno colombiano. Ahora se sabe que sí la contestó, pero que en esa respuesta exigió el pago de un 1 por ciento de comisión, que nuestro país no aceptó y por ello, el Chase retiró esa carta.
Durante una intervención en el parlamento, el ministro sostuvo que no se había pedido en forma constante el envío de extractos de las cuentas en el Chase porque este procedimiento sólo se utilizaba en las cuentas de gran movimiento.
Sucede que la cuenta en el Chase fue afectada por 11 movimientos en algo más de un año, casi una vez por mes. Esta condición y el monto del dinero en ella depositado no debieron permitir que en el ministerio se olvidaran de ella durante tanto tiempo: entre abril y septiembre de 1983, nunca se pidió un saldo de la cuenta y por eso el robo sólo se vino a descubrir cinco meses después de que ocurrió.
LO QUE EL LADRON SABIA
El cerebro que logró idearse la forma de robar 13.5 millones de dólares de una cuenta de nuestro país, en el Chase de Londres, debía conocer una serie de datos para poder llevar a cabo el ilícito. Entre esos datos, los más importantes son los siguientes:
1.Conocía muy bien el mecanismo de funcionamiento del contrato y sabía que si bien retirar dinero de la cuenta del crédito exigía complejos trámites, no así hacerlo de la subcuenta.
2.Sabía qué el contrato se vencía el 10 de mayo y aprovechó la confusión de esos días para realizar la operación el 11, cuando el dinero ya había sido trasladado a la subcuenta, cuyo número también conocía, o pudo establecer con la ayuda de sus compinches en Telecom o el Banco de la República.
3.Conocía bastante bien el manejo de la banca internacional, al grado que estaba enterado de que el Morgan de Nueva York aceptaría la consignación verificando el número de la cuenta, más nó el nombre, que no era el de República de Colombia, como ordenaba el télex del ladrón.
4.Parece que sabía del monto del dinero trasladado de la cuenta a la subcuenta, unos 13.7millones de dólares, pero no estaba enterado de que en la subcuenta había un residuo de 1.2 millones de dólares, que elevaba el monto del dinero depositado en la subcuenta a 14.9 millones. Si lo hubiera sabido, quizá se hubiera robado más plata, pues alguien que va a hacer una operación de tal envergadura, no va a dejar 1.4 millones de dólares, pudiendo sustraerlos con facilidad.
5.Sabía que las claves habían entrado en desuso. O sea que a diferencia del ministro Gutiérrez y de otros altos funcionarios, sabía que la carta del Chase a Gama Quijano sobre las claves, nunca había sido contestada.
6.Sabía además que los télex se estaban enviando desde el Banco de la República y conocía muy bien el funcionarmiento de esa entidad.