María Sanabria, mamá de Jaime Stiven Valencia. | Foto: Archivo Semana.

JUSTICIA

Madres de Soacha: la tragedia después de la tragedia

Cuatro años después de que sus hijos fueron tildados de guerrilleros muertos en combate, padecen la angustia de saber que tienen que exhumar sus cuerpos o pagar un dinero (que no tienen) para mantenerlos en sus tumbas. Algunas investigaciones por estos 'falsos positivos' aún no empiezan.

23 de febrero de 2012

Llevan cuatro años sufriendo. Las ‘Mamás de Soacha’ no solo tuvieron que soportar la muerte de sus hijos, también que el Gobierno de ese entonces (2008) los señalara de guerrilleros muertos en combate y que la justicia pareciera estar en su contra (hay casos en donde no ha empezado la investigación).

Ahora, no saben que hacer con la alerta de algunos cementerios en donde están enterrados sus seres queridos, pues al cumplirse cuatro de años de las muertes, les anuncian exhumaciones o les exigen dinero para mantenerlos en sus tumbas.

La injusticia parece perseguir a estas mujeres. “Primero los matan, después los hacen pasar por guerrilleros y ahora somos nosotras las que tenemos que sacar plata de donde no hay para poder dejarlos en los cementerios ¿es justo?”, se pregunta María Sanabria, la mamá de Jaime Stiven Valencia, un joven de 16 años que salió de su casa en Soacha (Cundinamarca) y no volvió. Pasó de ser un estudiante de sexto bachillerato a ser un supuesto guerrillero muerto en combate, un ‘falso positivo’.

El caso de Jaime Stiven es uno de los que no ha empezado a investigarse. “Ni siquiera sé en dónde está el proceso. No sé si está en Cúcuta o en Bogotá (...) ¿cómo es que ahora nos toca sacar sus restos?”, se cuestiona María.

No es la única que lo lamenta. Luz Marina Bernal, mamá de Fair Leonardo Porras, también. “Esas notificaciones que nos están llegando de los cementerios nos preocupa porque en los casos en los que ya empezó la investigación puede estropearla”. La historia de su hijo es una de las más crueles de ese oscuro capítulo de los ‘falsos positivos’ de Soacha.

Fair Leonardo era un adulto que tenía un coeficiente intelectual igual al de un niño de nueve años. En todo su barrio lo conocían muy bien. Sabían quién era. Por eso cuando meses después de desaparecido fue presentado por las autoridades como un sanguinario jefe guerrillero, muerto en combate, nadie lo creyó. Nadie lo aceptó. “Después de cuatro años sigue siendo doloroso ver todo lo que pasó y ver que aún nadie del gobierno sale a poner la cara por lo que hicieron con nuestros hijos”, dice Luz Marina.

Las mamás de Soacha no dejan de reunirse desde hace cuatro años. Lo han hecho para planear cómo llegarle al gobierno para que los atienda, también para redactar documentos que les permitan llevar sus casos a instancias internacionales y ahora para que no les exijan sacar los cuerpos de sus hijos de donde han estado sepultados por cuatro años.

En caso de que no haya más salida, creemos que no somos nosotras las que debemos pagar, sino el Estado, son ellos los responsables de las muertes de nuestros hijos”, dice María. La suma que deben pagar para mantener a sus hijos en las fosas en las que están varía entre uno y dos millones de pesos, según cuentan las mamás.

Del total de casos de Soacha (14) y Bogotá (4), cinco están en etapa cero, cuenta Luz Marina, quien durante las últimas semanas ha estado ubicando el cementerio, el lote, el sitio exacto en donde están los cuerpos de los muchachos para pedir a las autoridades que les permitan mantener sus restos en donde están, por lo menos hasta que las investigaciones avancen.

El caso de Jaime Estiven

Ya se van a cumplir cuatro años desde que se conocieron las historias de las ejecuciones extrajudiciales de jóvenes de este municipio contiguo a Bogotá, cuyas progenitoras son hoy las ‘Madres de Soacha’ -por coincidir en que sus hijos desaparecieron y fueron reportados muertos en falsos combates a cientos de kilómetros de sus casas. Sin embargo en casos como el de Jaime Estiven (16 años) ni siquiera ha empezado la investigación. No ha habido la primera audiencia.

El día 06 de febrero del 2008 la señora María Sanabria, madre del menor, salió de la casa a las 9 de la mañana a trabajar. Ese día Jaime Estiven se quedó en la casa durmiendo, aproximadamente a las 11 de la mañana salió a comprar lo del almuerzo y le dijo a una de sus hermanas que ya regresaba. Esa fue la última vez que se le vio con vida. Meses después, la familia del joven se enteró por los medios de comunicación que varios jóvenes que habían desaparecido de Soacha habían sido encontrados en fosas comunes en el municipio de Ocaña (Norte de Santander). Jaime Estiven fue reportado como guerrillero muerto en combate".
 
El relato hace parte de un reciente informe del Cinep sobre las ejecuciones extrajudiciales en Colombia, pero aún no reposa en ningún archivo de Fiscalía.