MAGNICIDIO
Magnicidio en Haití: ¿Y si los asesinos no fueron los colombianos?
SEMANA revela detalles de la investigación del asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moïse, en la madrugada del 7 de julio. Aunque las autoridades culparon y capturaron a un grupo de militares retirados colombianos, la historia podría dar un giro sorprendente.
Era la una de la mañana del miércoles 7 de julio. Los vecinos de la calle Pelerin 5, en el Pétion-Ville, el sector más lujoso de Puerto Príncipe, la capital de Haití, se despertaron desconcertados al escuchar la voz de un hombre a través de un parlante que gritaba: “¡Operación de la DEA! ¡Todos retírense! ¡Operación de la DEA! ¡Todos retrocedan, retírense!”.
El audio quedó registrado en un video grabado desde una ventana de la zona y muestra, entre la penumbra, cómo ingresó el comando de mercenarios a la residencia presidencial. A esa hora, el presidente Jovenel Moïse dormía junto a su esposa Martine. Afuera, varias camionetas de alta gama ingresaban al lugar sin mayor dificultad mientras al lado de los vehículos se veía avanzar a personas uniformadas con armas de fuego de largo alcance. Se oían algunas voces en inglés y español.
Ya en la vivienda, el grupo de mercenarios no tuvo ningún obstáculo. Eso ha desatado dudas sobre quiénes realmente fueron los que mataron al presidente. La versión oficial de las autoridades haitianas es que se trató de un comando compuesto por 28 hombres, de los cuales 26 son colombianos y dos de origen estadounidense. Tras conocerse el hecho, en Colombia hubo una gran indignación y en las redes sociales muchos hablaron de una vergüenza mundial.
Sin embargo, una nueva versión empezó a tomar fuerza en las últimas horas que apunta a que se trataría de un crimen de Estado y que los colombianos terminaron siendo usados como chivos expiatorios para tratar de tapar a los verdaderos responsables de este magnicidio. Esto explicaría lo que los expertos ya han identificado como torpezas en una operación ejecutada supuestamente por mercenarios entrenados.
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SEMANA conoció que la Embajada colombiana en República Dominicana informó al Gobierno sobre una nueva hipótesis, basada en versiones de prensa en Haití, en la cual se descarta la participación de los militares en retiro colombianos en el crimen. Se afirma que llegaron a Haití gracias a una oferta laboral para prestarle seguridad al presidente Jovenel Moïse, quien sabía que lo iban a matar y no estaba confiando en nadie. Esta versión señala que, por el contrario, los colombianos habrían auxiliado a su esposa Martine, a sus hijos y les habrían salvado la vida.
Las versiones son aún muy confusas. Mientras las autoridades haitianas sostuvieron en una extensa rueda de prensa que presuntamente los militares retirados colombianos llegaron esa madrugada a cometer el asesinato, y los presentaron esposados, algunos golpeados y tirados en el piso ante los medios, esta nueva hipótesis habla de la posibilidad de que el presidente Moïse fue asesinado antes de la llegada de los colombianos a su vivienda. Algunas informaciones extraoficiales señalan que algunos militares colombianos fueron asesinados para evitar que ayudaran a esclarecer lo ocurrido. Ellos, aparentemente, estaban en la residencia presidencial prestando un turno de seguridad.
Sobre lo que ocurrió en ese momento todavía falta mucho por aclarar. Incluso el senador haitiano Steven Benoît dijo el viernes que el presidente no fue asesinado por los colombianos, sino por sus propios agentes de seguridad. Las pruebas forenses demuestran que el presidente Moïse fue sometido a torturas.
Su cadáver tenía, además de los impactos de arma de fuego, fracturas en un brazo y un pie. Al parecer, querían obligarlo a firmar su renuncia, a dos meses de las elecciones presidenciales en ese país. Como no lograron su objetivo, los mercenarios decidieron acabar con la vida de Moïse, descargando 12 tiros de armas de gran calibre y de 9 milímetros sobre su cuerpo. La primera dama también fue atacada y herida de gravedad. Al cierre de esta edición, seguía luchando por su vida en un hospital en Miami.
Lo que muchos se preguntan es cómo terminaron estos militares retirados colombianos en Haití. SEMANA conoció que un grupo de 265 hombres con larga experiencia en las Fuerzas Armadas, la mayoría con especialidad de comandos, fueron contactados para cumplir una misión de seguridad en ese país. Nunca les habrían hablado de cometer un magnicidio. De ese total, 100 pasaron el primer filtro que consistió en exámenes físicos. Luego fueron escogidos 20 hombres, que viajaron en las últimas semanas a Puerto Príncipe. Todo parecía legal y natural a tal punto que se conocieron fotos de algunos de ellos en sitios turísticos de República Dominicana antes de llegar a Haití. Les prometieron un jugoso pago mensual en dólares.
¿Dónde estaba el cuerpo de seguridad del presidente Moïse al momento del ataque? ¿Por qué no hubo una acción que impidiera el avance de los mercenarios hasta la propia habitación del mandatario? ¿El servicio de escoltas está involucrado en este magnicidio que ha conmocionado al mundo? ¿Se trata de una conspiración de agentes del Estado haitiano? ¿Por qué lo mataron cuando le quedaba poco tiempo para entregar su cargo, sin la posibilidad de ser reelegido? ¿Les tendieron una trampa a los colombianos?
Los mercenarios tuvieron tiempo de saquear la vivienda del presidente, su oficina y habitación, según le dijo el juez de paz Carl Henry Destin al periódico Nouvelliste. Y salieron tranquilamente de la vivienda después de cometer el crimen, sin que nadie los interceptara. Solo horas después, la policía legalizó ante un juez lo que supuestamente encontraron en uno de los carros que utilizaban los atacantes, desde armas de fuego hasta el servidor de la cámara de vigilancia del presidente, una chequera del Banco Nacional de Crédito y dinero en efectivo. Lo que sí llamó la atención es por qué los capturados cargaban sus pasaportes en los bolsillos si se trataba de mercenarios experimentados.
Lo que vino después genera más dudas que certezas. Tratándose de un supuesto comando entrenado para matar y de mercenarios puros, como dice la versión oficial en Haití, nadie entiende cómo, si eso es verdad, los colombianos y estadounidenses no tenían una ruta de escape tras cometer el magnicidio. Por el contrario, varios de ellos fueron capturados en el lugar donde pernoctaban hacía por lo menos un mes, en el mismo barrio del presidente Moïse. ¿Es decir, cometieron un crimen y se fueron a dormir a sus casas, como si nada hubiera pasado, a pocos metros de la residencia presidencial? Otros trataron de buscar refugio y protección en la sede de la Embajada de Taiwán.
Siendo unos mercenarios, resulta insólito que se les haya ocurrido esa idea, cuando tuvieron tiempo para escapar y huir de Haití. Definitivamente, muchas cosas en esta historia no cuadran. Las imágenes que se han conocido de las capturas demuestran que varios de los detenidos colombianos estaban en sus viviendas, en ropa de casa, sin que se les notara ningún afán por huir. Por esa razón, la hipótesis de que los verdaderos asesinos serían otros está tomando cada vez más fuerza.
La Interpol decidió viajar a Puerto Príncipe para intentar conocer de primera mano la versión de los colombianos y estadounidenses capturados, pues se teme que puedan ser asesinados en la cárcel para evitar que cuenten lo que realmente pasó. Lo ocurrido en Haití es hoy un misterio y las investigaciones apenas empiezan, en medio de un mar de intereses.