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Malestar en los cuarteles: generales, coroneles y soldados se destapan con SEMANA y cuestionan a Gustavo Petro
El fuerte choque entre Gustavo Petro y el general Eduardo Zapateiro es apenas la punta del iceberg de una creciente molestia en un sector de las Fuerzas Militares con el candidato presidencial. SEMANA revela lo que está pasando.
“La Fuerza Pública no es deliberante (...) los miembros no podrán intervenir en actividades o debates de partidos o movimientos políticos”, dice el Artículo 219 de la Constitución Política de Colombia. Sin embargo, como pocas veces en la historia reciente del país, el comandante del Ejército, el general Eduardo Zapateiro, terminó enfrascado en una fuerte polémica con el candidato presidencial Gustavo Petro. Se dijeron de todo. Mientras el líder del Pacto Histórico habló de una cúpula militar que se corrompe y de generales en la nómina del Clan del Golfo, Zapateiro explotó en redes sociales y aseguró: “A ningún general he visto en televisión recibiendo dinero mal habido. Los colombianos lo han visto a usted recibir dinero en bolsa de basura”.
La polémica no se hizo esperar. El presidente Iván Duque respaldó al oficial, que defendió el honor de la institución; algunos llegaron a pedir su baja; la Procuraduría le abrió una investigación por presunta participación en política, y Petro no ha parado de lanzar dardos envenenados contra la fuerza pública. “En mi gobierno, los generales obedecerán al presidente de la república (...) el que llegue a general será por méritos, no porque un politiquero corrupto y narcotraficante decida los ascensos en la carrera militar”, anunció el candidato que puntea en las encuestas.
SEMANA indagó en los cuarteles y el episodio de Petro y Zapateiro es apenas la punta del iceberg de un creciente malestar de un sector de la fuerza pública con el candidato presidencial. A medida que él ha venido creciendo en la intención de voto, ha aumentado la prevención y la molestia en las filas. ¿Qué es lo que está pasando?
Decenas de generales y otros oficiales y suboficiales de todas las fuerzas, además de soldados, aceptaron hablar con esta revista bajo la reserva de su identidad, para evitar represalias e investigaciones, y expresaron lo que están sintiendo a menos de un mes de la primera vuelta presidencial.
Hasta ahora, en Colombia la fuerza pública se había mantenido al margen de las contiendas electorales. Pero en esta oportunidad algunos dicen que, ante lo que representa Petro, no han podido ser indiferentes, aunque saben que sus opiniones tienen que quedarse exclusivamente en los cuarteles y sus familias. Ante las versiones que corren sobre un posible golpe de Estado, simplemente se echan a reír y aseguran que jamás utilizarían las armas para algo distinto a lo que les ordena la Constitución. SEMANA conoció que hace mes y medio hubo una reunión entre la cúpula militar y miembros de la reserva activa para hablar abiertamente de lo que podría ocurrir en las fuerzas en caso de que Petro llegue a la Casa de Nariño. En medio de la discusión, hubo una orden tajante de los comandantes: hay que acatar el resultado de las elecciones, como siempre, y los temas de la política no les compete a los uniformados.
Pese a eso, cada uno en las fuerzas tiene sus opiniones de la actual coyuntura, y el país y los candidatos las deben conocer. Uno de los generales del Ejército entrevistados por SEMANA dijo, para empezar, que su comandante “no se equivocó”. “Total respaldo personal e institucional, fue una gran posición histórica de mi general Zapateiro. Gran defensa exigiendo el respeto de los soldados que damos la vida por la patria todos los días. Gran admiración a mi general por la manera como le contestó al candidato”, dijo.
El alto oficial fue más allá y dejó ver que las palabras de Petro cayeron como una “ofensa” en las tropas. “Yo nunca he recibido plata ni me he aliado con un narcotraficante, para que nos venga a equiparar con ellos (...) Ese personaje nos puso en duda”, aseguró. Otro pensó en las consecuencias de este tipo de pronunciamientos del candidato del Pacto Histórico: “Lo que hace Petro en sus redes sociales, al tildarnos de narcotraficantes, desestabiliza, pues pone a los generales como corruptos y bandidos y provoca problemas en la cadena de mando. Así no se comanda la fuerza pública, generando rencillas internas en la institución”.
Por su parte, un coronel que lidera un grupo de soldados en una de las zonas con mayor presencia de cultivos de coca, señaló: “Era una posición que debía tomar nuestro comandante del Ejército, estamos acostumbrados a callarnos frente a todos los insultos y atropellos que nos hacen, él salió a defender nuestro nombre”. Un soldado, desde el Catatumbo y en medio de la manigua, a pocas horas de haber enfrentado a un grupo criminal y narcotraficante en la zona, agregó sobre Zapateiro: “Solo defendió a sus soldados, que están siendo utilizados en la política por Petro”.
Adicionalmente, un general con muchas horas de combate encima dijo: “Los ataques verbales son más dañinos que los disparos, los ataques verbales contra la institución calan en la moral de la tropa, en especial la manera como nos generalizó con los narcos”.
Además del apoyo a Zapateiro, los oficiales y suboficiales que conversaron con SEMANA también entraron en detalles sobre una preocupación ante un eventual gobierno de Petro y que surge de su propia naturaleza militar. Por eso, les mortifica que Petro haya pertenecido a un grupo armado ilegal. “Es muy duro en nuestra mente haber peleado contra el M-19, que causó actos de terrorismo, secuestro y demás, y de repente alguien que perteneció a ese grupo, por un tema político, sea el comandante en jefe de las Fuerzas Militares, legales y que defienden las nobles causas del Estado”, dijo, lacónico, un coronel del Ejército. “Lo que me ofende es que se ufane de su pasado absolutamente oscuro, definitivamente lo que quiere es acabar desde el lado político y con herramientas jurídicas lo que no fueron capaces por las armas. ¡Dolor de patria! (...) Ellos tienen su libreto armado en mucho tiempo y lo van cumpliendo, escalando muchos puestos de poder”, dijo otro general, mientras la señal de su teléfono tenía algunas dificultades porque estaba en un área de combate cuando recibió la llamada de SEMANA.
La posible llegada de Petro a la presidencia es vista por algunos en los cuarteles con reserva porque consideran que, al haber pertenecido a un grupo armado ilegal de extrema izquierda, su eventual victoria en las urnas sería, a su vez, el máximo triunfo político de quienes en su momento se alzaron en armas. “No nos enseñaron a prepararnos para la guerra política, nos enfocamos en 99 por ciento en la guerra armada, sin darnos cuenta de que por el lado político nos estaban ganando muchos espacios (...), en la parte militar lo hemos hecho de una forma excelente, perdimos en la parte de la guerra política”, dijo otro alto oficial del Ejército. “Felices los de los Comunes y demás grupos narcoterroristas. Cero erradicación de cultivos ilícitos, por ejemplo, ¡los narcos felices!”, complementó otro general de la república que aceptó hablar con este medio.
En los cuarteles hay matices frente a este punto. “No es porque haya sido guerrillero, porque muchos en otros países han llegado al poder, han cambiado y apoyan a las Fuerzas Armadas. Es la persona, la arrogancia y la manera como humilla. La falsedad en lo que predica y la manera como se cree las mentiras”, agregó otro general de la república.
Un general herido en el campo de batalla explicó cómo a lo largo de su carrera ha tenido incluso encuentros en los que, sin odio, ha terminado hablando y abrazando a exguerrilleros sinceramente arrepentidos. Sobre Petro dijo: “El hecho de que haya contradicción no significa que sea enemigo. Y eso no lo entiende Colombia. Que llegue al poder quien llegue, pero que sea una persona proba, que traiga cuestiones innovadoras, Colombia necesita cambios”.
Lo que ha ocurrido en Venezuela no es para las Fuerzas Armadas colombianas una caricatura. Por el contrario, creen que la llegada de Petro al poder podría significar, hasta cierto punto, lo mismo que pasó cuando Hugo Chávez fue elegido presidente en 1998, tras fracasar en su intento de golpe de Estado contra Carlos Andrés Pérez en 1992.
A propósito de Venezuela, varios de los generales y coroneles que hablaron con SEMANA tienen temores sobre lo que, según ellos, podría suceder en las filas si Petro gana las elecciones. “Ese tema es muy delicado si es verdad que se presenta lo mismo que sucedió en nuestro hermano país, que el que llegó a presidente (Chávez) llegó sacando a toda la cúpula y renovó el cuerpo de generales casi en su totalidad. Subió otorgando grados de insignia a oficiales superiores de grado de coronel, así no tuvieran el tiempo (...) Si vemos el hermano país, los generales corruptos se tomaron el control de las empresas y todo lo que genera billete”, afirmó uno de los oficiales. “Petro cambiaría, me imagino, a todos los que tenemos una larga trayectoria antisubversiva. No le convenimos por tantos golpes que les hemos dado a los narcoterroristas”, aseveró, visiblemente molesto, uno de los generales que cumple su misión en uno de los lugares más apartados de Colombia y a quien le toca pasar largos periodos alejado de su esposa y sus hijos. Así lleva años.
“La preocupación es más para el pueblo colombiano, que se va a volver como el país vecino, y me dolería ver a mis amigos y familia caminando por las vías, arrastrando una maleta, caminando sin rumbo”, dijo otro uniformado de alto rango, adolorido.
Entre los altos mandos, la llegada del izquierdista Gabriel Boric a la presidencia en Chile también se ha convertido en un campanazo. “La cosa no va a ser fácil si este señor (Petro) llega a la presidencia. Mire lo que está pasando con la Policía en Chile. Un referente para las Policías en América, con un gran prestigio y reputación, y ¿en qué va?, ¿en qué está quedando?, ¿cuál es la moral de ellos? Esto nos preocupa. Si pasa lo mismo en Colombia, sería un retroceso para todos”, sostuvo un coronel de la Policía, quien agregó: “Petro es una persona que no esconde el odio por la institucionalidad, se le nota un resentimiento con las Fuerzas Armadas, en especial con el Ejército, pero también con la Policía y las otras fuerzas. Obvio que tomará medidas de fondo contra las fuerzas para debilitarlas. Esa será su prioridad. Imagínese cómo quedaría la moral de nosotros, de ser así, ¿con qué moral nuestros compañeros saldrían todos los días a las calles a exponer sus vidas? Esto después se vería reflejado en la inseguridad en las calles, la cual se agravaría notablemente, y todo porque no se contaría con un respaldo del Gobierno a la institución”.
Entre los uniformados que aceptaron destapar sus cartas frente a Petro con SEMANA hubo un caso especial. “Hay que dejar a este pobre tipo, no sabe qué más hacer. Están desesperados, lástima no poder decir tantas cosas. Si esa grosería gana, que espero no sea así porque la gente despertó, al día siguiente paso mi retiro por honor y dignidad”, comentó, airado, un general.
“Yo sigo hasta donde se respete el orden constitucional, si se cambia ese orden me retiro y tomaré acciones, no sé qué clase de acciones, pero ya desde la reserva uno puede hablar con mayor tranquilidad; por el momento, hay que respetar lo que dice la Constitución”, enfatizó otro general del Ejército.
En los últimos 30 años, tal vez el episodio más relevante que recuerdan los colombianos sobre alguna manifestación de rebeldía en un alto oficial se remite al entonces comandante de las Fuerzas Militares, el general Harold Bedoya, quien en el Gobierno de Ernesto Samper, y en medio del Proceso 8.000, constantemente manifestaba sus opiniones de molestia y contrarias al Gobierno en los medios de comunicación. Se tuvo que ir, pues Samper lo llamó a calificar servicios. En el Ejército lo despidieron con calle de honor.
Años más tarde, especialmente durante el proceso de paz del presidente Juan Manuel Santos con las Farc, se llegó a hablar de “ruido de sables”. Lo cierto es que varios generales pasaron al retiro por orden del Gobierno. En las fuerzas se libró durante un buen tiempo una fuerte tensión entre dos corrientes: una uribista y otra santista, a favor de los diálogos de La Habana. Ya en el Gobierno Duque, al general Alberto Mejía, hoy excomandante de las Fuerzas Militares, lo señalaron en múltiples ocasiones de ser el líder de una especie de vendetta interna en las filas que terminó con acusaciones gravísimas, entre altos oficiales de lado y lado, por supuesta corrupción. Varios generales pasaron a retiro.
Después del episodio entre Petro y Zapateiro, algunos políticos, especialmente del Pacto Histórico, empezaron a hablar sobre la posibilidad de un golpe militar en Colombia y de la supuesta amenaza de un magnicidio, en caso de un triunfo de Petro en las elecciones. Sin embargo, en todas las entrevistas reservadas que logró realizar SEMANA, la conclusión fue la misma: estas Fuerzas Armadas jamás contemplarían esa posibilidad. “(Risas) Eso nunca pasará, nosotros respetamos la ley. Ese es un sofisma de distracción, candela al fuego”, dijo, de manera contundente, un general. “Este Ejército está educado para obedecer y nos han inculcado tanto el respeto de los poderes que veo muy difícil llegar allá (un golpe de Estado)”, agregó un coronel.
Uno de los generales con mayor mando en la Policía, simplemente, aseveró: “Las decisiones políticas las deben tomar los ciudadanos, que son los que votan para elegir a los gobernantes, yo le sirvo al país hasta el día en que así lo decida el Gobierno de turno”. En el Ejército, otro general reconoció: “Yo no tengo ese derecho ni ese deber... (...) estoy de acuerdo en que no soy apolítico, discúlpeme que lo diga, y me escudo en el planteamiento aristotélico, todo ser sociable es político, por consiguiente, soy político, lo que no soy es deliberante, es muy diferente”.
“No se puede decir que hay ruido de sables en las Fuerzas Militares ante una posible llegada de Petro, pero lo cierto es que no se puede desestabilizar la seguridad del país, los enemigos son múltiples y si se cede en seguridad, se cae en anarquía y eso sí no se puede permitir”, agregó, con autoridad, un general del Ejército desde una de las regiones de Colombia donde tiene a su cargo a centenares de soldados. “Todos menos Petro”, añadió otro oficial.
Sin embargo, en las Fuerzas Armadas existen también temores como los hay en algunos sectores civiles frente a un posible gobierno de Petro. “A mí me preocuparían escenarios donde la propiedad privada se limite, donde la libertad económica y la libre competencia se restrinjan, donde la dinámica ascendente en la participación social se reduzca, donde existan elementos de mayor punibilidad solamente por ejercicio de un poder político, donde no haya una fiabilidad en los tribunales y en la administración de justicia, y donde se tome a mano propia el ejercicio de ese poder para que el fin justifique los medios”, expresó un general que le ha servido al país por más de tres décadas, asegurando que ningún país del mundo es referente de manera exitosa del “modelo comunista o socialista”. Y así justificó sus angustias personales: “Desde luego me preocupa, porque sería un abuso de poder, habría una extralimitación de funciones y competencias, la libertad va a estar en tela de juicio y en especial el concepto de seguridad”.
Algunos entran netamente en el terreno de lo económico. “Si vamos a estar en un escenario de confrontación interna permanente, ¿qué inversionista va a traer sus dineros? Va a haber un éxodo de capitales, ya lo estamos viendo. En Estados Unidos nunca antes se habían registrado tantos movimientos económicos desde Colombia hacia allá”, añadió un general del Ejército.
Quizá una de las mayores prevenciones que hay en el Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea y la Policía es si un eventual gobierno de Petro duraría solo cuatro años. “¿Qué es lo complejo? Que todo el marco jurídico cambie, las cosas en derecho se hacen y se deshacen. En concreto, donde a uno le dijeran: vas a tener un periodo complejo de cuatro años, de alguna manera hay tranquilidad, el problema no son los cuatro años, lo complejo es que se perpetúe en el poder una condición que violente la normatividad y la legislación”, manifestó un alto y curtido oficial.
Los uniformados saben que ellos no van a elegir. Y, por el contrario, instaron a los ciudadanos a cumplir con el mandato que les entrega la Constitución. “Yo creo que cuando algunos ciudadanos están preocupados o con incertidumbre sobre qué va a pasar en el país después del 7 de agosto, no deberían esperar a ver qué piensa o qué va a hacer la fuerza pública, la solución está en ese mismo ciudadano y es salir a votar a conciencia por el candidato que cree que le va a permitir seguir construyendo sus sueños”, sostuvo un general de la Policía, nada radical en sus posturas y muy realista. Pero también dejó su reclamo ante las afirmaciones de Petro: “Nadie sabe realmente todo lo que uno vive en esta vida institucional para llegar a general, esta alta dignidad tiene un proceso que se desarrolla mínimo en 30 años, y no en un debate del Congreso (...) Todos tenemos méritos. Otra cosa es que haya individuos que usen esa alta dignidad para manchar el honor de toda una institución”.
Lo otro que se teme en la Policía es el riesgo de la politización. Un general de la institución lo expresó así: “Si Petro llega a cumplir lo que ha dicho, la Policía pasaría al Ministerio del Interior y el riesgo es alto de que termine siendo politizada. Hay un temor de que nos volvamos políticos y menos castrenses. Ahí está lo grave, que se pueda perder la esencia de lo que somos”.
En la Policía saben que el primer blanco de Petro sería el Esmad, porque ha prometido que lo acabaría si llega al poder. “No es que se acabe, cambiará de nombre seguramente. Lo que pasa es que esta fuerza se necesita, algunas manifestaciones son violentas y, entonces, ¿quién las va a controlar? A lo largo del tiempo, quienes critican al Esmad terminan utilizándolo”, dijo, sarcástico, ese general.
Además, planteó que hay mucha incertidumbre en las filas y que eso es “gravísimo”. De hecho, habló de una posible “venganza” del grupo que rodea a Petro contra la institución, por cuanto “podría llegar a cambiar, romper o minimizarla (...) lo importante es no perder el rumbo, por ejemplo, en el Gobierno Santos se dejó de luchar contra las Farc y el ELN en medio de los diálogos de paz. Eso se entendió y se hizo, era un lineamiento claro, esta es una Policía leal, es una Policía de Estado”.
Entre los soldados, tal vez los sentimientos son más básicos, pero igual de relevantes. Al fin y al cabo son ellos la Fuerza Armada real del Estado, en todos los rincones del territorio nacional. Uno de ellos, con nueve años de servicio, oriundo del Eje Cafetero, solo comentó: “Aquí no hay hijos de ricos, somos hijos de gente humilde, del campo, estoy aquí sin nada de moral (...) Petro no quiere al Ejército, ¿entonces qué va a pasar con el bienestar de nosotros los soldados, que nos matamos día a día por nuestro país? Si él es presidente se acabaría nuestro Ejército y nos quitarían los beneficios hasta hacer que nos vayamos”.
Esta es solo una radiografía sobre los sentimientos que tienen quienes velan todos los días por la seguridad de los colombianos. Es una realidad que no se puede ocultar y que, necesariamente, Gustavo Petro y los demás candidatos presidenciales deben tener en cuenta. Quien gane las elecciones tendrá que gobernar con el apoyo de las Fuerzas Militares. Es la única manera de mantener intacta la democracia y el orden, en un país tan convulsionado como el nuestro. Lo contrario podría traer consecuencias catastróficas para Colombia.