VALLE DEL CAUCA
Marchas en oeste y sur de Cali para rechazar bloqueos y actos de vandalismo
Ciudadanos del barrio Normandía y Ciudad Jardín salieron a manifestarse en contra del paro nacional.
Decenas de ciudadanos del oeste y sur de Cali, principalmente del barrio Ciudad Jardín, salieron a las calles este sábado vestidos de blanco para rechazar los bloqueos y actos vandálicos que tienen sumida a la capital del Valle en una de sus peores crisis sociales de la historia.
Las manifestaciones se iniciaron en el sector El Ancla y en la estación de Policía La María, y transcurrieron de manera pacífica. Principalmente piden que se levanten los bloqueos en las salidas y entradas de la ciudad, situación que ha generado desabastecimiento de alimentos y de combustible.
Una marcha blanca de la gente de paz de #Cali. La gente cívica que siempre los ha representado. La que quiere a su ciudad y la quiere lejos del terrorismo que les mandó el Mesías.
— dona_pilysuspendida (@Dona_Pily2) May 8, 2021
Dios los proteja🙏🏼🙏🏼#ValleLibre pic.twitter.com/D3KWfwSMaC
Además, los manifestantes del oeste y sur han mostrado su apoyo al actuar de la fuerza pública, que busca retomar el control del orden público en la ciudad.
Esta es la segunda vez que habitantes de esos sectores salen a marchar en contra de los bloqueos. A comienzos de la semana también manifestaron su inconformidad por el encierro en el que está la ciudad desde el miércoles 28 de abril.
Tendencias
Una ciudad secuestrada
En Cali se rompieron las barreras que contenían una bomba social a punto de estallar desde hace varios meses. A la ciudad solo le faltaba un pequeño empujón, que llegó con una reforma tributaria agresiva con el bolsillo de los menos favorecidos, y una tribuna de políticos recurriendo al caos para frenar el polémico documento.
La capital del Valle, que ya arrastraba un hastío generalizado por la inequidad social revelada por la pandemia, recibió ese baldado de agua como un detonador para salir a romperlo todo.
Miles de personas acudieron a las calles el 28 de abril y, contrario a lo ocurrido en las principales ciudades del país, el paro se mantuvo esa noche del miércoles. Y los otros días. Cali no volvió a tener noches tranquilas. Ahora hay angustia por los bloqueos indefinidos en las entradas y salidas de la ciudad, así como sucede en las vías internas, además de las confrontaciones entre manifestantes y la fuerza pública, tiroteos, muertos, heridos y más muertos, la mayoría jóvenes.
La ciudad es un croquis de lo que fue: 90 % de las estaciones del Masivo Integrado de Occidente (MIO) ya no existen. En su lugar hay ruinas de metal quemado y desmantelado. No hay cámaras de fotomultas, pues fueron derribadas y robadas. Los postes de energía eléctrica, también echados a tierra, obstruyen el paso vehicular en muchos sectores. Los semáforos solo están en el recuerdo de quienes por última vez transitaron una ciudad en calma. Las calles son un río de escombros, basura y piedras. Hay estaciones de gasolina vandalizadas y algunas no funcionarán hasta dentro de tres meses. Sedes bancarias incineradas y supermercados de grandes cadenas reducidos a escombros.
Las pérdidas, calcula la Alcaldía de Cali, superan los 200.000 millones de pesos. La ciudad retrasó diez años su crecimiento, tiempo que estiman para reponerse del estrago social causado en diez días de paro.
El sentimiento de anarquía total se ha tomado varios puntos de la ciudad y a la lucha de resistencia se han unido pandillas, clanes y otras estructuras criminales organizadas, como las disidencias de las FARC en el Cauca, que ven en el caos una oportunidad grande para expandir sus tentáculos. No en vano, en la ciudad se han registrado más de 100 episodios de saqueos a establecimientos de comercio minoristas y se instauraron peajes urbanos ilegales. Si alguien desea transitar en su vehículo –y a pie–, debe pagar desde 2.000 hasta 20.000 pesos.