ENTREVISTA

"La historia es un arma política": Marco Palacios

El académico Marco Palacios analiza la carta que Andrés López Obrador le envió al rey de España y al papa para que pidan perdón a los indígenas por la conquista. También habló de la minga del Cauca y la política en Colombia.

30 de marzo de 2019
Entrevista con el historiador Marco Palacios.

SEMANA: Qué piensa de la carta que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, les envió al rey de España y al papa Francisco para que pidan perdón por la conquista. ¿Es apropiado o un simple gesto populista?

Marco Palacios: Aunque aún no conocemos estas cartas íntegramente, hay tres aspectos, me parece, por tener en cuenta para entender la polémica desatada por la petición de López Obrador: uno, el uso político y de los políticos del pasado. Otro, el de la política exterior para manejar la política interna; y un tercer punto, el contexto de México en este momento.

SEMANA: Hablemos del uso político de la historia.

M.P.: Esta es una vieja estrategia para justificar y entender el presente. Los estados latinoamericanos, por ejemplo, usaron el Centenario y ahora el Bicentenario de la Independencia para construir un pasado épico donde fundieron la nación, la libertad, el progreso que caracterizarían los valores que unen a un país o una sociedad. Como las sociedades y realidades políticas cambian, el pasado tiene que ser reinterpretado, reescrito. Por ejemplo, en la Unión Europea debieron reescribir la historia de la Primera y Segunda Guerra Mundial y pulir las aristas fuertemente nacionalistas de las historiografías, de países que combatieron entre sí: Alemania, Francia, Gran Bretaña... Todo pasado se concibe y escribe desde un presente. Lo que no significa que sea imposible alcanzar, provisionalmente, la objetividad.

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SEMANA: Y, ¿eso qué tiene que ver con la carta de Andrés Manuel López Obrador (Amlo)?

M.P.: López Obrador tiene la firme intención de hacer la cuarta transformación de México y para eso, se ubica en tres momentos históricos. La independencia, la reforma o el juarismo que triunfaron sobre los conservadores, el Imperio de Maximiliano, y la Revolución mexicana. En este contexto, creo que él, comparado con muchos presidentes anteriores, quiere situar su régimen y a México en una cuarta transformación o sea, propone un cambio histórico profundo del México actual. Puesto que Amlo quiere cambiar la historia del país, también quiere reescribirla. En las cartas de marras propone hacer un nuevo relato a partir de la conquista española y hacerlo en conjunto; en este caso México, la Iglesia y el Estado español. Que aparezcan todos, vencedores y vencidos. Y pone como punto de partida que España y la Iglesia pidan el perdón a los indígenas del México actual, perdón que hace extensivo al Estado mexicano. Y a propósito, la Iglesia ya lo ha hecho varias veces en Hispanoamérica.

"Hoy se entiende que en el encuentro de otredades, el conquistador español resultó conquistando por la geografía, la naturaleza, las mismas sociedades que explotaba y sometía".

SEMANA: Pero la carta ha generado todo tipo de reacciones, tanto en Mexico como en España y otros países.

M.P.: Es evidente que la carta llega en un mal momento para España, polarizada, crispada, en medio de un proceso electoral en que son manifiestos el ascenso de la derecha y el impacto de los separatistas catalanes. La derecha española hace mofa de la carta, la descalifica, dice que sin España no habría llegado a México la civilización, la cultura o la lengua. En el espectro político español mientras más a la izquierda, más aceptación de la carta como en Podemos. En fin, este tipo de actos políticos hace que todos se vayan alineando, incluso los historiadores profesionales. En últimas, se trata de un debate sobre la actualidad y realidad política de cada país.

SEMANA: ¿Por qué dice que hay un uso de la política exterior para definir la interior?

M.P.: Porque al solicitar el perdón, no para los mexicanos en general sino para los indígenas de México, manda un mensaje político claro hacia dentro del país, de lo que quiere hacer en su mandato. El mismo Amlo ha dicho que los mexicanos y el Estado mexicano también deben pedir perdón a los descendientes de los pueblos originarios por la miseria, abandono y pobreza en que se mantienen. Usar la política exterior como arma interna es, por ejemplo, lo que ha hecho el presidente Duque con Venezuela, al denunciar la dictadura de Maduro, la miseria del vecino país, el éxodo y concitar el apoyo a Guaidó. Claramente usa la política exterior para hacer política interna. Le funcionó, pues subió en las encuestas y se ubicó finalmente, así su discurso sea poco creíble. Si de verdad le preocupa la situación del pueblo venezolano, qué mejor que empezar por la del pueblo de Cúcuta, en donde hay miles de colombianos, muchos de ellos provenientes de Venezuela, en la misma condición de miseria y abandono. En fin, los políticos usan la política exterior como arma interna. El paradigma es Trump y el muro con México.

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SEMANA: Y en el caso de España, ¿a quién le debería pedir perdón?, ¿a los moros o a los italianos, como herederos de Roma?

M.P.: Por supuesto, hay que reconocer un mestizaje universal in crescendo. En la propia España, los del norte dicen que son españoles puros porque nunca los conquistaron los moros. Pero además baste repasar y ver que el monarca español pidió perdón a los judíos por su expulsión en 1492. ¿En qué sentido eso no es extemporáneo, pero sí lo es dirigirse a los indígenas hispanoamericanos?

SEMANA: Hay una tendencia creciente que muestra la conquista como el fin de un paraíso pero, ¿el Imperio azteca no fue igual o más brutal que el orden español?

M.P.: La historia se escribe y se interpreta en el presente. Ya no se habla de conquista sino de encuentro, entre un ‘externo’ y un ‘interno’. Se recuerda ahora que las sociedades de Mesoamérica, muy complejas, vivían en guerra. Con Cortés llegó un ‘externo’, una civilización con marcadas ventajas tecnológicas y de conocimiento, como la escritura, los metales, los caballos, los perros mastines… Pero también los frailes, que les permiten entender rápidamente lo que ocurre entre estos pueblos y actuar para someterlos. Claro que la caída de Tenochtitlán-Tlatelolco fue un baño de sangre, aunque las enfermedades que trajeron los europeos mataron más gente que la conquista por las armas. Hoy se entiende que en el encuentro de otredades, el conquistador resultó conquistado por la geografía, la naturaleza, las mismas sociedades que explotaba y sometía. De ese encuentro surgió una nueva sociedad, diferente a la originaria y a la europea. Pero esta, con sus valores y creencias y técnicas prevaleció: por eso la mayoría hablamos español, tenemos templos católicos, nos casamos en el ritual romano... En esa nueva sociedad los indígenas siempre quedaron muy abajo en la escala social, porque, abierta o solapadamente, siempre fueron tratados como menores de edad, gente sin razón, sin alma.

SEMANA: El suroccidente del país lleva más de dos semanas aislado por la minga indígena. Exigen que les cumplan compromisos o reividicaciones sociales, y muchos en el resto del país piden que los ataquen.

M.P.: La minga se volvió un problema que muchos gobiernos han tenido que enfrentar. Esto porque quienes manejan el Estado no han sido serios con ellos ni con la Constitución Política de 1991 que les reconoce derechos específicos y acceso a recursos materiales, o sea, dignidad. Aquí lo que ha habido es un Estado faltón.

SEMANA: Pero bloquear vías y adelantar medidas de hecho es lo que molesta a muchos, incluido el Gobierno.

M.P.: Duque, fortalecido en las encuestas, parece copiar a Trump, un presidente imperial que exige obediencia personalizada. Debiera preguntarse más bien ¿por qué los indígenas, una gente pacífica, se ven precisados a tomarse las carreteras, sabiendo el Gobierno las consecuencias graves que eso trae? ¿Por qué el Estado y sus representantes no cumplen los compromisos y actúan en consecuencia? El problema es la arrogancia y la distancia de gobernantes y gobernados, algo mayor frente a los indígenas y las comunidades afrodescendientes. Un problema que tiene solución.

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SEMANA: ¿Por qué critica la política frente a Venezuela?

M.P.: Porque no hay estrategia. Por el efecto contrario a lo que se propuso: reavivaron el chavismo que estaba alicaído y desmoralizado. Ahora está movilizado. Atornillaron a Maduro en el poder, y aumentaron la influencia de Rusia, que en cierta medida había sido mantenida a raya, paradójicamente por el nacionalismo chavista.

SEMANA: ¿Cómo ve el país?

M.P.: Con preocupación. Ojalá no se desbarate el proceso de paz, uno de los grandes avances que hemos conseguido como nación. No se puede jugar con la JEP, siguiendo a los gringos, o con los compromisos asumidos por el Estado como si fueran una bola de trapo. La paz debe ser una premisa que todos debemos defender. En vez de fomentar más odios, broncas y rencores, hay que aprovechar la paz, porque en Colombia es fácil volver a la guerra y a ese pasado que nos ha impedido avanzar hacia una sociedad democrática.

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