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“Mi lucha terminará cuando mis hijos estén libres”: María Eugenia Rojas
En extenso diálogo con SEMANA, Rojas rompe su silencio y habla sobre los casos penales de Samuel e Iván Moreno y sobre lo que esto ha significado para la familia. "40 años de cárcel es casi una cadena perpetua", dice. Exclusivo.
Samuel Moreno díaz y María Eugenia Rojas han sido durante muchos años una popular pareja en la sociedad bogotana. Independientemente de las diferencias políticas, los amigos nunca les han faltado. Por la situación judicial que atraviesan sus hijos, en los últimos años los padres habían desaparecido de la escena social. Recientemente, invitaron a SEMANA a hablar con ellos en su casona de Teusaquillo, donde sorprende encontrarlos en plena forma, lúcidos y vitales como si no hubiera transcurrido el tiempo. Samuel tiene 98 años y parece de 80. Está ágil no solo física, sino mentalmente. María Eugenia anda igual que siempre. Irradia esa calidez y esa simpatía que cientos de miles de colombianos vieron en ella cuando fue candidata presidencial. Sigue siendo una mujer actualizada no solo en los asuntos del país, sino en los procesos jurídicos de sus hijos. Esta es la conversación con ella:
SEMANA: ¿Por qué usted nunca le había hablado a ningún medio?
María Eugenia Rojas: Porque creíamos en la justicia colombiana.
SEMANA: ¿Y cuándo dejaron de creer?
M.E.R.: Cuando vimos todos los atropellos que se estaban cometiendo, que culminaron en la barbaridad de que la semana pasada condenaron a Samuel a casi 40 años de cárcel, lo que en la práctica sería cadena perpetua.
SEMANA: Pero contra él hubo varios testimonios y ustedes lo saben.
M.E.R.: No, no hay un solo testimonio que lo comprometa en un delito. Solo expresiones de oídas: ‘me dijeron’, ‘se decía’. No hay ni verbal ni escrita una sola prueba que diga que Samuel exigió una coima. Todos los testigos que han pasado por los distintos procesos han declarado que jamás el alcalde Moreno pidió, ordenó o insinuó un pago irregular.
SEMANA: Pero muchas personas dicen que su hijo Iván sí lo hizo…
M.E.R.: La verdad es que la Fiscalía compró a unos testigos para que dijeran esas cosas a cambio de beneficios judiciales y económicos. Así es como funcionan los principios de oportunidad con que la justicia “resuelve” tantos casos.
“No hay una sola prueba ni verbal ni escrita que diga que Samuel exigió una coima"
SEMANA: ¿Entonces para usted ni Samuel ni Iván recibieron un solo peso?
M.E.R.: Mi opinión no importa. Lo que es relevante es que hay más de 100 informes del CTI que se ocupan del seguimiento de los dineros y en ninguno se encuentra que alguno de mis hijos haya sido favorecido.
SEMANA: ¿Qué pasó entonces con la plata del carrusel de Bogotá?
M.E.R.: Los contratistas y servidores públicos beneficiados por la Fiscalía con principios de oportunidad acabaron quedándose con esa plata. La Fiscalía, a cambio de que no tuvieran que devolver esas sumas y de que tuvieran penas mínimas, les pidió que declararan contra los Moreno.
SEMANA: Cuando dice la Fiscalía, ¿se refiere a Néstor Humberto Martínez?
M.E.R.: No, nosotros creemos que a él le ocultan las cosas. Todo ese proceso de manipular la verdad con principios de oportunidad arrancó con Guillermo Mendoza Diago y se institucionalizó con Eduardo Montealegre.
SEMANA: Los Nule aseguran que los hermanos Moreno les exigían entre el 6 y 8 por ciento de todos los contratos y que acabaron por pagarles más de 30.000 millones de pesos.
M.E.R.: Eso no lo dice ni siquiera la sentencia con que condenaron a Samuel. En esta se afirma que es responsable no de recibir dinero, sino por “la promesa de recibir”. En otras palabras, lo condenaron sin pruebas. Samuel no solo no recibió, sino que en el caso del contrato de la avenida 26 recuperó 69.000 millones del anticipo de los Nule que se iban a perder. Ellos habían recibido por ese concepto 85.000 millones, pero solo invirtieron 16.000, el resto desapareció.
SEMANA: ¿Y cómo los recuperó Samuel?
M.E.R.: Obligando a la aseguradora a pagar.
SEMANA: La primera condena contra Samuel fue por el lío del contrato de las ambulancias. Allí hasta el propio secretario de Salud del Distrito, Héctor Zambrano, ha reconocido que esa adjudicación fue direccionada.
M.E.R.: No, señor. Lo que Zambrano dijo es que la instrucción que le dio Samuel a él fue que “no se deje presionar, es una licitación y hay que adjudicar a quien cumpla con todos los requisitos”. Zambrano, posteriormente, interpretó esa frase como una instrucción “tácita” para direccionar la licitación. ¡Qué tal eso!, cuando lo que dijo Samuel fue exactamente lo contrario. Y como si fuera poco, el juez 14 en su sentencia escribió: “Samuel Moreno determinó tácitamente al secretario de Salud Héctor Zambrano”.
SEMANA: Volvamos al tema de la obra de la avenida 26. Allí al exalcalde lo acusan los Nule de haberles quitado el contrato para cederlo a Conalvías.
M.E.R.: Empecemos por aclarar que ese contrato fue adjudicado por Lucho Garzón. Y luego, cuando la obra estaba gravemente atrasada, Samuel ordenó la caducidad del mismo por incumplimiento. Se inició así la caducidad y fue ahí cuando se advirtió que el grupo empresarial Nule –en ese momento uno de los más grandes del país– no tenía capital. Se descubrió la pirámide y se derrumbó. Entonces, el único argumento que les quedaba a los Nule era decir que perdieron el contrato porque Samuel tenía un interés en cederlo a favor de Conalvías.
SEMANA: ¿Y qué pasó con los contratos 071 y 072 referentes al lío de la malla vial?
M.E.R.: Permítame le muestro tres informes del CTI, uno de 2001 y dos de 2014. Usted puede leerlos, no lo digo yo. En los tres informes se lee que después de las investigaciones “con base en los documentos obtenidos a la fecha y las entrevistas realizadas no se ha logrado establecer que esos recursos hayan llegado a los hermanos Iván y Samuel Moreno Rojas como parte de comisiones del 6 por ciento para cada uno de ellos”. Los tres documentos del CTI de la Fiscalía terminan con esta conclusión.
"Los contratistas y servidores públicos beneficiados por la Fiscalía con principio de oportunidad se quedaron con la plata"
SEMANA: Esas frases que usted subraya en esos documentos efectivamente dicen eso, pero cómo se explica que los jueces, al analizarlos, llegan a conclusiones diametralmente opuestas.
M.E.R.: Es porque en el caso de Samuel los jueces no están fallando en derecho. La justicia contra mis hijos se ha convertido en justicia espectáculo y es mediática. La presión de los medios pesa más que las pruebas. Los procesos contra Samuel e Iván están llenos de cosas absurdas. Por ejemplo, Emilio Tapia se compró un carro BMW y el juez ordenó investigar a Autogermana con el argumento de que esa concesionaria no estableció de dónde salían los dineros de ese cliente.
SEMANA: Hablando de Emilio Tapia, se ha afirmado que entre 2008 y 2010 él voló 53 veces a Miami y 23 de esas con Iván Moreno. ¿Qué explicación tiene esa veintena de viajes juntos?
M.E.R.: Eso no es cierto. Ellos coincidieron una sola vez en un vuelo, que fue cuando el avión que tenía alquilado la campaña de Iván tuvo que ir a Miami para su mantenimiento. Ese avión también lo alquilaba Emilio Tapia y por eso el piloto les ofreció a los dos ir sin costo, lo cual aceptaron. Es la única vez que coincidieron. Aquí le entrego todos los registros de migración y la bitácora de vuelo para que vea que el cuento de los 23 vuelos es mentira.
SEMANA: Pero un famoso constructor de Bucaramanga y exembajador está acusado de lavar inversiones de los hermanos Moreno en Florida en proyectos inmobiliarios.
M.E.R.: Lo de Fernando Marín el que lo tiene que explicar es él. Nosotros no conocemos ese caso, pues apenas se anunció la audiencia de imputación. Lo que sí sabemos es que mis hijos no están metidos en ese negocio y que el nombre de Emilio Tapia sí ha sido mencionado. Según los informes que le he mostrado, ningún juez ha podido concluir que a mis hijos les llegó un peso.
SEMANA: ¿Entonces de dónde sale esa versión?
M.E.R.: El vicefiscal Jorge Perdomo dijo en una entrevista que le habían incautado 50.000 millones de pesos en bienes a Emilio Tapia. Le legalizaron esa plata para que no devolviera nada de eso a cambio de inventarse la declación contra los Moreno, de ahí surge el cuento de Miami.
SEMANA: Pero la Fiscalía en una rueda de prensa sacó una foto del lujoso edificio River Oaks, donde, supuestamente, estaría invertida la plata de los Moreno.
M.E.R.: Los medios sacaron esa imagen con el título de ‘El edificio de los Moreno’, agregando que está avaluado en 70 millones de dólares. El FBI ha investigado durante cinco años bienes de los hermanos Moreno en Estados Unidos, no han encontrado nada. Nosotros lo único que tenemos en Miami es un apartamento de una alcoba, de 97 metros que adquirimos en 1978. Por eso estamos hablando con los abogados para estudiar la posibilidad de demandar. Ya acabaron con toda la familia, pero no podemos permitir que este karma recaiga hasta en nuestros bisnietos. Todo es completamente absurdo. El trasfondo de todo ese cuento es un principio de oportunidad que tiene Emilio Tapia para que no lo extraditen.
SEMANA: La Fiscalía se limita a investigar y a acusar, y las decisiones, los veredictos, les corresponden a los jueces.
M.E.R.: Así es, pero para los hermanos Moreno hay un Código de Procedimiento Penal diferente al de todos los colombianos. El abogado de Samuel estuvo durante un mes solicitando pruebas para hacer su defensa. Se las negaron todas. Luego apeló y el Tribunal de Bogotá, en solo una hora, nuevamente negó cada una de las pruebas solicitadas. Mire esto: según la justicia mis hijos y los Nule crearon una sociedad para delinquir, pero mientras Samuel fue alcalde nunca a su despacho fue ninguno de los Nule. Eso es algo que reconocen incluso los enemigos. Pero esa fue una de las pruebas que nos negaron.
“A Popeye, quien confesó 3.000 asesinatos, lo condenaron a 23 años, la mitad de lo que le han impuesto a Sami"
SEMANA: Sorprende el conocimiento que usted tiene de los procesos contra sus hijos, al fin y al cabo usted no es abogada.
M.E.R.: Esos procesos han tenido más de un millón de folios y yo he pasado los últimos años estudiando todos los que he podido. Pero yo no quiero hablar como si fuera una abogada, sino más bien como madre y como colombiana. Popeye confesó haber coordinado 3.000 asesinatos, aclarando que 300 habían sido ejecutados por él. Fue condenado a 23 años de cárcel que es la mitad de lo que le han impuesto a Sami. Bernardo el ‘Ñoño’ Elías se robó la salud de Córdoba y está pagando cinco años. Lo mismo el exfiscal Gustavo Moreno. A este paso, con los dos procesos que le faltan a Samuel, vamos a terminar triplicando la condena de Popeye. Aun los enemigos nuestros, que creen que él puede tener alguna responsabilidad, consideran esas condenas un exabrupto.
SEMANA: Usted habla de sus “enemigos” como si todo el caso fuera político contra la familia Moreno Rojas.
M.E.R.: Yo llevo en esta lucha para defender a mi familia más de 50 años. Primero me tocó con mi papá. Lo juzgó el Senado, y como no logró encontrarle delito, lo declaró indigno y le quitaron los derechos políticos. Luego el Tribunal Superior de Cundinamarca le restituyó esos derechos. De todas maneras, lo acusaron y tuvo que defenderse ante la Corte Suprema de Justicia, integrada toda por liberales; aun así resultó absuelto. Para mí lo más importante no fue la absolución de la corte, sino la del pueblo que quedó medida con la votación del 19 de abril de 1970 cuando nos robaron la presidencia después de ganarle a Misael Pastrana. Como ven llevo toda una vida en esto.
SEMANA: Es difícil que la gente crea que sus hijos no han cometido absolutamente ninguna irregularidad.
M.E.R.: Samuel obtuvo un millón de votos, eso lo ponía de primero en el abanico presidencial. Pero vino la arremetida uribista, la orden fue desprestigiar a toda la izquierda y los que estaban de primeros eran los Moreno. A Samuel no lo dejaron hacer la alcaldía. Ordóñez por la demora de la obra de la 26 lo destituyó. Yo he leído buena parte del expediente y he escuchado las audiencias, conozco además las declaraciones ante la Procuraduría y los relatos de los testigos, por eso tengo la absoluta seguridad de que mis hijos son inocentes. No han cometido una sola indelicadeza. No hay una sola prueba.