Crisis humanitaria
Más de 1.200 inmigrantes quedaron varados en Necoclí, Antioquia, tras cierre fronterizo con Panamá
Jorge Tobón, alcalde del municipio, decretó la emergencia sanitaria y humanitaria pues las aglomeraciones de expatriados en playas y hoteles han causado problemas de seguridad, de abastecimiento de servicios básicos y de temor por un posible brote de covid-19.
La crisis comenzó el pasado 20 de enero de 2021, cuando el Malecón de las Américas, la playa principal del municipio de Necoclí, en el Urabá Antioqueño, amaneció con alrededor de 500 carpas y cientos de fogatas montadas por un nutrido grupo de inmigrantes ilegales, provenientes en su mayoría del continente de África y de países como Haití y Cuba.
“Ellos están hacinados en carpas ubicadas una detrás de otra; afuera de las mismas, cocinan y también hacen sus necesidades en la orilla del mar, por lo cual la playa está irreconocible e intransitable. El olor que emana de allí es muy fuerte y desagradable”, denunció Wilfredo Menco Zapata, personero municipal de Necoclí.
Aunque se calcula que son unos 1.200 los extranjeros que ocupan tanto las carpas como las habitaciones de los hoteles del municipio, no existe un censo provisional: “Calculo que en la playa duermen unas 1.000 personas entre hombres, mujeres y niños, pero la caracterización ha sido imposible pues ellos se niegan a entregar cualquier dato por temor a ser deportados”, denunció el funcionario.
La situación ha ido escalando en complejidad desde diciembre de 2020, cuando eran unas 60 personas las cuales acampaban en el malecón; sin embargo, a raíz de la publicación del decreto 039 de 2021 (expedido por el gobierno Duque) que ordena el cierre de la frontera con Panamá para evitar nuevos contagios con la covid-19, el número de “varados” aumentó rápidamente: el 10 de enero se calculó la llegada de 200 inmigrantes nuevos y cada día el número se incrementa de manera alarmante.
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Jorge Tobón Castro, alcalde del municipio, agregó que los recursos económicos de estas personas se les están terminando al estar tantos días varados en su municipio. “Ya no tienen plata y están aguantando hambre. Esta mañana se nos presentaron varios migrantes en la alcaldía y llevaron a unos niños con problemas de salud. Los llevamos al hospital y allá los atendieron. Los padres de los niños argumentan que los menores de edad están comiendo muy poco porque no tienen recursos para comprar alimentos”, reveló.
“Ellos vienen a la alcaldía municipal y a la personería buscando hospedaje, alimentación y asistencia médica, y les exigen a las autoridades que les brinden transporte marítimo humanitario para llegar a Capurganá, pero eso es imposible porque, además de ser ilegal, Panamá tiene cerrada su frontera, por lo cual le estaríamos enviando un problema mayor a ese municipio”, le explicó a SEMANA el personero.
Otra de las grandes dificultades para conjurar esta crisis es la diferencia idiomática: “Tuvimos que identificar a algunos líderes de los grupos que hablan español, pero lo entienden a medias; con los haitianos es un poco más fácil, pero el reto es con los africanos, porque en su mayoría no habla español ni inglés, y termina comunicándose con señas. Esto ha dificultado cualquier labor humanitaria y por eso pedimos ayuda desde el interior del país”, expresó Zapata.
“Calculo que en la playa duermen unas 1.000 personas entre hombres, mujeres y niños, pero la caracterización ha sido imposible pues ellos se niegan a entregar cualquier dato por temor a ser deportados”, Wilfredo Menco Zapata, personero municipal de Necoclí.
“Vamos a hacer una alianza con el municipio de Acandí (Chocó), igualmente afectado por la sobrepoblación de inmigrantes ilegales, para exigirle a Migración Colombia que se apersone de la situación y retire a estas personas para que reciban asistencia humanitaria, mientras son deportadas a sus países de origen”, reveló el personero.
Por su parte, la alcaldía estudia la posibilidad de reubicar a quienes duermen en la playa en el coliseo deportivo municipal, pero la estructura solo puede albergar a unas 300 personas, por lo cual se proponen otras alternativas, pero ninguna plausible en el futuro inmediato.
Necoclí: una historia de inmigrantes.
El actual panorama no es nuevo para los 50.000 habitantes de este municipio del Urabá antioqueño, quienes sobreviven gracias al comercio y la agricultura, aunque principalmente al turismo y las divisas que dejan los inmigrantes en su paso por este lejano paraje.
El plan de los extranjeros es navegar desde su costa por el mar Pacífico hasta el vecino Capurganá (Chocó), y allí intentar cruzar a pie la espesa jungla que compone el Tapón del Darién, un viaje que puede tomar un mes hasta cruzar la frontera con Panamá.
Los buses que los transportan hasta Necoclí llegan desde puntos tan disímiles de Colombia como Ipiales (Nariño) o las playas del Pacífico, cerca del Valle del Cauca. Los ‘Coyotes’ (guías ilegales) que los acompañan solo hacen paradas en municipios del occidente antioqueño para evitar los retenes de las autoridades. Incluso, antes de llegar al puerto, los inmigrantes son abandonados en la vía que conduce a Turbo, desde donde deben caminar hasta la cabecera municipal.
Sin importar las dificultades a las que se enfrentan hasta ese punto, el destino final de los inmigrantes ilegales se encuentra en el norte del continente: Estados Unidos y Canadá; sin embargo, pocos logran llegar pues la mayoría es detenida en países de Centroamérica, mientras que otros son presa de grupos delincuenciales y traficantes de personas.
Aparte de los funcionarios de Migración Colombia que se desplazaron a Necoclí desde la oficina central de Turbo cuando se cerró la frontera panameña, el personero municipal negó que exista alguna representación del gobierno de Iván Duque en medio de esta crisis, pues hasta el momento ni siquiera los han llamado telefónicamente para conocer a fondo la problemática.
Tampoco ha hecho presencia la Gobernación de Antioquia, a pesar de que la emergencia sanitaria y humanitaria afecta a dos de los más importantes municipios del norte del departamento.