POBLACIÓN VULNERABLE
Más del 58 % de población vulnerable en Colombia vive en hacinamiento
En el 13 % de los casos se identificó que hasta cinco personas duermen en una sola habitación.
Un informe realizado por la entidad Acción Contra el Hambre reveló que más de la mitad de la población vulnerable en Colombia vive en situación de hacinamiento, lo que amplía las posibilidades de un contagio masivo de la covid-19.
De acuerdo con el reporte, más del 58 % de las personas encuestadas declaró vivir en condiciones de hacinamiento: 2,5 personas viven por habitación, y en el 13 % de los casos se identificó hasta cinco personas por dormitorio.
Además, de acuerdo con lo explicado por el director país de Acción Contra el Hambre, John Orlando, el 98 % de las personas encuestadas no cubre con todas las necesidades básicas de supervivencia, incluyendo la alimentación y la vivienda.
El informe fue realizado a partir de la encuesta a 34.000 hogares de familias venezolanas y colombianas en La Guajira, Atlántico, Bogotá, Magdalena, Nariño, Valle del Cauca, Cundinamarca y Bogotá.
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“‘Tenemos más miedo al hambre que a la COVID’ se ha convertido en un clamor unánime en América Latina. Sin redes de protección sólidas en forma de subsidios, la enfermedad supone una condena al hambre para quienes vivían al día en la economía informal, han perdido su empleo por las restricciones de movimientos o encuentran alimentos cada vez más caros en los mercados, por las dinámicas comerciales generadas por la pandemia”, así lo dio a conocer la organización Internacional Humanitaria, Acción Contra el Hambre.
Situación en Latinoamérica
A nivel de Latinoamérica, la situación del hambre también es una problemática que se ha agudizado a raíz de la pandemia.
Una de las zonas más críticas es el llamado Corredor Seco Centroamericano, que se extiende desde Nicaragua hasta Guatemala, y donde al menos 3,9 millones de personas están teniendo dificultades para alimentarse de acuerdo con estándares mínimos de cantidad y calidad nutricional.
“En esta zona hemos entrevistado a una muestra de 3700 hogares, evidenciando que el 75 % de las familias afirma no tener alimentos suficientes, al tiempo que perciben un aumento notable del precio de estos en los mercados”, señaló Orlando.
A los perjuicios socioeconómicos provocados por la pandemia de se añaden la pérdida de cosechas provocada por los huracanes Eta e Iota que golpearon amplias zonas de Nicaragua, Guatemala y Honduras en noviembre.
El endeudamiento, la venta de las escasas posesiones o el préstamo de alimentos entre familias son algunos de los mecanismos con los que la gente está afrontando esta situación extrema. “La puesta en marcha de programas de apoyo por parte de los Estados a las personas en peor situación socioeconómica, lo que se denomina redes de protección social, son el elemento clave que en circunstancias como esta pueden impedir que millones de personas caigan en la miseria, pero la cobertura de las incipientes redes de protección social en Centroamérica es aún muy dispar”, explicó a organización.
Para reducir esta brecha humanitaria, en los últimos meses Acción contra el Hambre y ONG socias, con el apoyo de la Unión Europea, por medio de Protección Civil y Ayuda Humanitaria Europea -ECHO- han tendido una red alternativa que ha impedido la “caída” de más de 50.000 personas en comunidades rurales del Corredor Seco. proporcionando asistencia alimentaria en los peores momentos.
En Perú, las llamadas ollas comunas, cocinas comunitarias autogestionadas, generalmente por mujeres, se han convertido en la forma de escapar del hambre generada por la covid-19 para miles de peruanos.
Según la encuesta entre 200 familias en Lima metropolitana, ocho de cada diez familias han visto reducidos sus ingresos y tres de cada cuatro partes de la población encuestada se encuentran en situación de inseguridad alimentaria, especialmente las familias venezolanas que llegaron masivamente a este país desde 2013.
Sobre este panorama, la organización ha trabajado en una estrategia para financiar su apuesta regional con tres ejes fundamentales: personas (ayuda alimentaria y monetaria, tratamiento de la desnutrición, provisión de material de higiene y equipos de protección, entre otros), territorios (refuerzo de estructuras de salud y programas de salud comunitaria, mejora de la empleabilidad y apoyo a PYMES como medio de vida, entre las principales actividades) y sistemas (generación de información de calidad sobre cómo afrontar las causas y consecuencias del hambre agravadas por la pandemia, canales digitales para el intercambio de experiencias y fortalecimiento de las alianzas entre los actores locales)