NACIÓN
Masacre de Nariño: no fue un combate sino un ataque indiscriminado del ELN
SEMANA logró llegar hasta Magüí Payán donde un ataque armado el 27 de noviembre dejó trece muertos. El Ejército de Liberación Nacional está implicado en los hechos.
Temor, confinamiento y tristeza es lo que se respira en la vereda Pueblo Nuevo de Magüí Payán, en Nariño, donde fueron masacradas 13 personas la semana pasada. Los detalles de lo que sucedió ese lunes después de las cinco de la tarde ha llegado a cuentas gotas.
Solo dos días después del múltiple crímen, Carlos Bastidas Torres, el procurador provincial de Tumaco, fue el primero que levantó la voz en medio de un mar de especulaciones. Pese a la poca información que tenía, durante un foro, el funcionario le devolvió al país el vértigo de las peores épocas del conflicto: en un corregimiento recóndito de Nariño, en una zona conocida el triángulo de Telembí, había ocurrido una masacre.
Puede leer: Masacre en Nariño sí ocurrió: confirman 13 muertos después de una semana
Se sabía mucho y nada. El corregimiento es un paraje aislado de difícil acceso donde los grupos armados ejercen un control del territorio. Solo 40 horas después de la masacre, cuando el Ejército y el CTI de la Fiscalía llegaron a Pueblo Nuevo, se conocieron noticias de fuentes oficiales: cuatro cuerpos estaban siendo velados en el caserío.
La noticia se habría podido quedar ahí sino es porque este lunes el personero Wilson Angulo y el alcalde municipal Walter Quiñónez confirmaron el peor de los rumores.
De acuerdo a la nueva información recopilada, a los cuatro muertos confirmados por las autoridades, se sumaban otros nueve, así: dos personas que fueron sepultadas en la vereda Ricaurte, dentro de las que se relacionaba una mujer de 22 años de edad, madre de un pequeño de tres años y quien tenía tres meses de gestación; dos personas de la vereda El Playón; dos personas de la vereda Punta del Barco; dos personas de la vereda Panga del municipio de Roberto Payán y una más de la vereda Las Cruces del municipio de Barbacoas.
Por obvias razones, los pobladores se sintieron intimidados. Nadie quería hablar. Los familiares de las víctimas llevaron a cabo los sepelios en el más completo anonimato. Además porque no había ninguna autoridad que llevara a cabo necropsias ni levantamientos. Hasta este martes 5 de diciembre, ningún funcionario de la Gobernación se había hecho presente en el lugar de los hechos.
Aunque este martes el ministro de Defensa Luis Carlos Villegas confirmó la situación y se refirió a un probable enfrentamiento entre grupos, sus palabras se distancian de lo que vivieron las víctimas. Según ha podido determinar SEMANA en la misma zona de la masacre, lo que sucedió en Pueblo Nuevo no fue un combate.
Ese 27 de noviembre se estaba llevando a cabo una fiesta de cumpleaños. Mujeres, hombres y niños se reunieron a orillas del río Patía. Con licor y música festejaban el encuentro. Horas antes había tenido lugar un partido de fútbol. Sin embargo, lo peor llegó minutos después. Hacia las 5 de la tarde, un grupo de hombres armados, con distintivos del ELN, llegaron preguntando por el homenajeado, quien había hecho parte de las Farc y hacía ocho meses había regresado de la zona veredal.
Se trataba de Ernesto Samuel Cuero Obando, de 23 años. Los hombres vestidos de camuflados y provistos de armamento largo le dispararon. Fue entonces cuando los asistentes a la fiesta comenzaron a correr en distintas direcciones. Algunas de las personas se lanzaron al río, otras huyeron selva adentro. Pero las balas fueron dirigidas a distintos flancos. Dos menores de edad salieron heridos. Y trece personas, como se ha dicho, fueron asesinadas.
Tanto Cuero Obando como los demás que allí se encontraban estaban en condiciones de indefensión. No hubo intercambio de disparos. No se trató, en resumidas cuentas, de un combate.
El Ejército alcanzó a tomar una fotografía de una bandera del ELN que dejaron izada a la orilla del río.
Esta zona de Nariño por décadas fue fortín de las Farc. Pero luego de su desmovilización, el ELN, que se encontraba en la zona alta del triángulo de Telembí, comenzó a ganar terreno. Al punto que se fueron acercando a Pueblo Nuevo.
La masacre hizo que las familias de caserío se desplazaran. Ahora están sumidos en el temor y en el desconcierto que implica el no saber qué será de sus vidas. Además del dolor que llevan a cuestas por el asesinato de sus familiares, en un cruento episodio del que apenas comienza a saberse la verdad.