HISTORIA

Un noviazgo de 33 años se volverá matrimonio gracias a la Corte Constitucional

La pareja de Fernando Silva y Ricardo Betancourt es una de las cuatro que lograron convencer a los magistrados sobre el déficit de derechos que estaba viviendo la comunidad LGBTI.

7 de abril de 2016
Fernando José Silva y Ricardo Betancourt. | Foto: Archivo particular

La Corte Constitucional concluyó este jueves que los jueces y los notarios no podrán negarse a celebrar matrimonios de personas del mismo sexo que deseen casarse entre ellos. Y aunque todavía hace falta que se surtan algunos trámites para que la conclusión sea aplicable a casos concretos, las parejas homosexuales que interpusieron la acción de tutela ya están haciendo preparativos para su boda.

Fernando José Silva y Ricardo Betancourt forman una de las cuatro parejas beneficiadas con la decisión. Llevan 33 años de noviazgo y ahora, por fin, ven cómo sus planes para casarse y presentarse ante la sociedad como dos personas unidas por el vínculo sagrado del matrimonio se convertirán en una realidad en cuestión de días.

Desde ya están haciendo los preparativos para su boda y estudiando todos los planes con los que sueña una pareja que aspira a celebrar ese vínculo. Semana.com habló con Fernando José Silva, uno de los integrantes de la pareja que lleva décadas esperando a que la sociedad colombiana le conceda un espacio de aceptación, tolerancia y respeto a sus derechos, como el que acaban de ganar.

Ambos superan los 55 años, pero no pierden todavía esa esperanza juvenil que les hizo creer que en un país lleno de prejuicios era posible que las parejas del mismo sexo pudieran contraer matrimonio. La primera vez que estuvieron cerca de conseguirlo fue en el 2013, cuando se cumplió el plazo que la Corte impuso para que personas como ellos, que nada de distinto tienen a los demás, pudieran casarse.

En julio de ese año acudieron a la Notaría 37 de Bogotá para convertir ese anhelo de años en realidad. Pocas veces se sintieron tan frustrados como ese día, cuando el funcionario competente les explicó que no podría unirlos en matrimonio porque la decisión de la Corte Constitucional no lo permitía.

Según les explicó el notario ese día, sólo podrían establecer una sociedad conyugal con todos los efectos del matrimonio, a la que sólo podrían referirse a través de una compleja denominación jurídica: la unión civil solemne. Pero esa opción estaba muy lejos de sus intenciones.

Fernando le contó a Semana.com que, para ellos, esa figura tan complicada de pronunciar no representaba cambio alguno a lo que hasta ese momento estaban viviendo, pues llevaban varios años conviviendo a través de una unión marital de hecho. El cambio verdaderamente significativo y anhelado para sus vidas, dice, era el matrimonio.

Decidieron que si su lucha por contraer nupcias tenía que enfrentarlos a los tribunales, correrían el riesgo. Por eso acudieron al abogado y activista de los derechos de los LGBTI Humberto Rincón Perfetti y a través de él interpusieron una acción de tutela, una de las cuatro que escogió la Corte para revisión.

Ahora cuando ese tribunal les ha dado el sí, esperan con ansias a que se cumpla el trámite final que haga aplicable la tesis en la que la corporación establece que jueces y notarios deben permitir a homosexuales y lesbianas contraer nupcias con sus parejas. Además, aunque no sean practicantes de un credo religioso, ponen en manos de Dios sus destinos y le agradecen sus concesiones.

Ambos creen tener la bendición del ‘altísimo‘ en su futro matrimonio, pero en nada envidian a quienes se casaron por el rito de la Iglesia católica, a la que le piden no seguir ‘pecando‘ por perseguir a la comunidad LGBTI.

Ya se atreven a decirles a los periodistas que discuten en su intimidad sobre la posibilidad de adoptar y si están preparados para asumir semejante responsabilidad. Agradecen, eso sí, el respeto, el cariño y la tolerancia que han recibido desde siempre por parte de sus familias y sus amistades.

Dicen que no les intimidan las propuestas ciudadanas para echar atrás las conquistas que han logrado gracias a la Corte Constitucional, pues aunque respetan las convicciones de los demás respecto de lo que debe ser una familia, tienen claro que el convencimiento de la mayoría no puede aplastar los derechos de las minorías.