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Maurice Armitage: corazón generoso

Tiene 69 años, nervios de acero y corazón grande. Maurice Armitage padeció dos secuestros, uno en 2002 y otro en 2008; y en el segundo perdonó y ayudó a uno de sus captores.

6 de septiembre de 2014
Maurice Armitage | Foto: Archivo SEMANA

Tiene 69 años, nervios de acero y corazón grande. Maurice Armitage padeció dos secuestros, uno en 2002 y otro en 2008; y en el segundo perdonó y ayudó a uno de sus captores. Con esas experiencias a cuestas, promueve desde el sector empresarial un “cambio de mentalidad de los ricos”. Algo así como una cruzada tendiente a lograr que redistribuyan sus ganancias con los más pobres y se comprometan por la paz de Colombia.

Los cinco días que estuvo secuestrado por delincuentes que pretendían venderlo a la guerrilla, en 2008, no le produjeron tanto dolor como el momento en que el mayordomo de su finca le confesó haber participado en ese plagio.  No entendía por qué aquel hombre humilde a quien consentía con detalles como regalarle un carro, seis vacas y encargarse del estudio de sus hijas, decidió secuestrarlo. Armitage solo pudo llegar a una conclusión: “Algo estoy haciendo mal”,.

Lo primero que hizo fue pagarle a su mayordomo un abogado para que lo sacara de la cárcel y durante el tiempo que este estuvo en prisión, Armitage cuidó económicamente de su familia. Una vez libre, Maurice le consiguió un nuevo empleo y aún hoy se cruzan algunas llamadas.

Esa actitud frente a su mayordomo es un hecho aislado; pero la vida de Maurice está marcada por la reconciliación. Ofreció su compañía Siderúrgica de Occidente, Sidoc, para fundir las armas que entregó el M19 tras el proceso de paz. Y en 2005, a través de la fundación de su compañía, apadrinó el barrio Siloé de Cali. Allí no solo construyó un parque y pintó las fachadas de las casas, sino que puso en marcha tres orquestas, un equipo de fútbol y una oficina de emprendimiento..

“Los ricos de este país debemos aprender a redistribuir nuestras ganancias”. Asegura que si se cumple con ese pequeño detalle, muchas de las injusticias sociales se acabarán. Da ejemplo al destinar el 10 por ciento de toda la utilidad de su compañía, para obras sociales en Siloé y replica en su empresa ese ejemplo de equidad. “El salario más bajo que pagamos es de casi 1 millón y medio de pesos: para la señora de los tintos”, dice con orgullo.

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