La rebelión de las canas
Lo terrible no está en envejecer: Mario Hernández
El conocido empresario, Mario Hernández, asegura que este es el momento de las decisiones de la nueva generación, pues aquellos adultos mayores ya hicieron lo mejor en su momento y asegura que ya les llegará la oportunidad de entender.
En alguna oportunidad escuché una conversación referente al exsacerdote Gonzalo Gallo, quién estaba ayudando a personas mayores a tener un buen morir, varios de ellos con enfermedades muy duras. Le creo y admiro a Gallo González y él lo refiere en sus conferencias para mostrar enseñanzas y moralejas de vida.
En las poderosas conversaciones espirituales de Gallo con esas personas, él les preguntaba: “Si te tocara regresar en el tiempo, ¿qué volverías a repetir o harías con mayor intensidad?” Y concluye: “Nadie me dijo que dedicaría más tiempo a trabajar o ir a la oficina más horas. Todos dicen que dedicarían más espacio a las cosas que los hicieran felices: la familia, hijos y nietos, los amigos y a compartir con las personas que quiere”. No voy a dar las conclusiones del Padre Gallo, para no ser impreciso, pero las dejo al arbitrio del lector.
Cada quién es libre de pensar lo que quiera y si lo puede expresar, mucho mejor. Con el paso de los años, esa afirmación es más relevante, así resulte para algunos desentonada. La verdad es que hay una relación directamente proporcional entre edad y decir las cosas sin cuidarse tanto del qué dirán. Sin duda que es una ventaja para quienes hemos llegado a una etapa de la vida en la que queda menos años de vida que lo vivido, o mejor, se han vivido más de lo que restan por vivir.
No hay que amargarse o forzar la realidad, como también se debe tener la capacidad de reconocer que “lo hecho, hecho está”, por más que no se quiera. Y no hay que forzar la carrera por completar la tarea, la que siempre algunos consideramos insuficiente. La verdad es que eso les toca a quienes que vienen atrás.
Hay tendencias sociales de hoy que no se pueden ocultar y en Colombia se dan: el 75% de la población colombiana, tiene menos de 45 años, esto es 37,5 millones de compatriotas y nuestro presidente tiene 43 años, quien nos hace sentir orgullosos por su capacidad, decencia, honestidad y no contaminado de las mañas y vicios del siglo pasado. Colombia es un país joven y con un gran futuro, que en el neto deja un saldo favorable, incluso en esta pandemia, frente a otros como España, Italia y Estados Unidos, en donde la población mayor de 70 años puede estar ya por encima de 20 %. En Estados Unidos, hay casi 75 millones de personas mayores de 70 años, que hoy están recibiendo el coronavirus sin clemencia alguna.
Puede que los llamados millennials critiquen con dureza lo que hicimos los grandes (abuelitos o en esa transición) pero un día ellos llegarán a lo que somos, siendo protagonistas y con seguridad lo entenderán. Muchos de ellos están viviendo ahora la primera crisis de su vida, cuando a nosotros nos ha tocado varias, incluyendo las duras de Colombia de los años setenta, ochenta y noventa, en las que algunos de ellos estaban solo niños y no recuerdan nada.
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El mundo es de los jóvenes y ellos deberán enfrentar las consecuencias de la crisis que apenas arranca. Y si Dios quiere, nosotros solo haremos el papel de observadores. Es una forma de pasar la factura, en forma serena y sin bronca alguna. Y sin duda que el pago no es otro que las cosas les salgan ben. Y hay que alegrarse. Pero no amargarse ni competir con los jóvenes, como magistralmente lo dijo Salvador Dalí: “Muchas personas no cumplen los ochenta porque intentan durante demasiado tiempo quedarse en los cuarenta” o Oscar Wilde: “Envejecer no es nada; lo terrible es seguir sintiéndose joven”.