Nación
“Me dijeron que iban a fusilar a mi esposo”: víctima de extorsión relató la amarga experiencia
Una familia en Bogotá vivió la hora más aterradora de su vida por cuenta de los criminales.
La delincuencia no da su brazo a torcer para acabar con la tranquilidad de los ciudadanos. En esta ocasión la víctima fue un conductor, que se dedica al transporte de personas en una pequeña camioneta.
Esperanzado por hacerse un viajecito el fin de semana y levantar unos buenos pesos, Andrés*, (nombre cambiado por seguridad) aceptó el trabajo: recoger a unas personas en el vecino municipio de Suesca, Cundinamarca.
Andrés recibió la llamada de su supuesto contratante, quien le envió las respectivas indicaciones a su celular. Como el trabajo de Andrés funciona voz a voz, pensó que quien lo estaba buscando era algún recomendado de un cliente anterior.
Sin pararle mayor atención, la víctima optó por decirle que sí al servicio y en su camioneta inició el viaje desde Bogotá a la zona rural de Suesca, donde le habían dado las indicaciones para recoger a las personas que tenía que transportar.
Comenzó el calvario
Cunado llegó al punto acordado, recibió una llamada a su teléfono, en donde del otro lado le decían que esperara un momento que ya bajaba el capataz a recibirlo y llevarlo al sitio exacto. Segundos después, Andrés recibió otra llamada. Quien se comunicaba con él esta vez era un hombre, quien le dijo que era un comandante de las disidencias de las Farc.
El supuesto guerrillero comenzó a hacerle preguntas personales y circunstanciales a Andrés, seguramente para confundirlo e infundirle más miedo.
“Me decía que qué hacía yo en la zona, que quién era. Luego me dijo que estaba en territorio de ellos, que me tenía rodeado por 300 hombres, que no me podía mover del sitio o me tenía que someter a las consecuencias, que me comenzarían a disparar”, relató Andrés.
Reveló que, en medio de la atemorizante llamada, el supuesto cabecilla de las Farc, le dijo que tenía que corroborar que no fuera un infiltrado de la fuerza pública y le pidió el teléfono de su esposa. Inocente e invadido por el pánico, Andrés, que estaba acompañado por su mamá, le dictó el teléfono al delincuente.
En medio de la conversación, el criminal ya le había dado algunas instrucciones a Andrés sobre que tenía responder en el momento en el que se comunicara con la esposa. “Me dijo que le tenía que decir a mi esposa que me encontraban en un retén”, señaló.
Aprovechando la tecnología, el supuesto cabecilla de las Farc, que en ningún momento colgó la llamada con Andrés, se comunicó con su esposa a quien le repitió la misma retahíla, que era un miliciano, y que su esposo se había desviado del camino y se encontraba en el territorio que ellos manejaban y que para dejarlo ir tenían que pagar una multa de guerra o sino lo asesinaban.
Es decir, sin estar de cuerpo presente, el supuesto guerrillero estaba manejando la situación por vía telefónica. A Andrés le hacía creer que estaba siendo vigilado por 300 hombres y a su esposa le hacía creer que estaba detenido en un retén de ellos. Con la situación bajo su mando, el escurridizo delincuente le pidió 12 millones de pesos a la esposa de Andrés para dejarlo marchar.
Sujetos del miedo, Andrés y su mamá seguían las instrucciones del extorsionista quien les ordenaba por teléfono que no se podían mover del lugar en donde estaban, mientras tanto la esposa de Andrés movía cielo y tierra para conseguir los 12 millones de pesos. “Ese comandante me dijo que si no conseguía el dinero daba la orden de quemar la camioneta y que iban a fusilar a mi esposo”, relató la esposa de Andrés.
Al ver que nadie estaba a su alrededor, Andrés optó por jugársela, movió la camioneta un par de metros, pero de inmediato recibió el llamado de atención por teléfono del extorsionista, quien le dijo que no intentara huir.
Con el panorama más claro, Andrés tomó la decisión de apretar el acelerador y juro no detenerse por más delincuentes que se le pusieran al frente. “No veía a nadie, solo sabía que me estaban vigilando porque cuando intenté mover la camioneta me dijeron que no lo hiciera, ahí supe que me estaban vigilando desde lejos y ahí tomé la decisión de arrancar el vehículo sin parar”, relató.
Como alma que lleva el diablo, Andrés y su mamá bajaron de la loma logrando llegar a zona urbana desde donde se comunicaron con sus familiares. La esposa de Andrés, que estaba lista para hacer la transferencia de los 12 millones de pesos, frenó al saber que estaban sanos y salvos.
Según las autoridades, esta es una modalidad que viene utilizando la delincuencia común, denominada ‘falso servicio’, la cual consiste en pedir servicios a domicilio en zonas alejadas y al llegar al sitio intimidan a la persona a distancia, por teléfono como le sucedió a Andrés, para luego contactarse con sus familiares e indicarles que los tiene en su poder una organización ilegal armada y que si no pagan el dinero de la extorsión ordenan su asesinato. Tras la presión psicológica, aseguran investigadores de la Policía, en algunos casos las personas terminan pagando.