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“Mi mensaje es no desfallecer ni retroceder”: hijo del sargento Libio José Martínez, asesinado en cautiverio
La Comisión de la Verdad llevó a cabo un Espacio de Escucha enfocado en conocer los relatos de policías, militares y familiares víctimas de secuestro en medio del conflicto. Los estremecedores testimonios invitaron a toda la sociedad a trabajar en la no repetición de estos actos de barbarie.
Los testimonios del coronel del Ejército Raimundo Malagón, del sargento de la Policía César Augusto Lasso y de Johan Martínez, hijo del sargento del Ejército Libio José Martínez, asesinado en 2011, son muestra de que aún el país tiene muchas heridas por sanar.
El coronel Malagón fue secuestrado el 3 de agosto de 1998 en un intenso combate perpetrado por la guerrilla de las Farc en La Uribe, Meta, y liberado 10 años después en la Operación Jaque. En medio de este Espacio de Escucha, propiciado por la Comisión de la Verdad, describió cómo él y sus compañeros de cautiverio eran amarrados de pies, manos y cuello a los árboles en medio de la selva y narró las pésimas condiciones en las que recibían sus alimentos y las torturas físicas y mentales a las que eran sometidos.
“Escuchábamos motosierras cerca al campamento guerrillero. Pensábamos que estaban en labores madereras o de cultivo de coca, pero lo que hicieron fue llevarnos a unos campos de concentración con alambre de púas”, recordó el coronel.
A su vez, el sargento Lasso, secuestrado el 1 de noviembre de 1998 en la toma de Mitú, contó que al momento de su cautiverio su esposa tenía un mes de embarazo. Catorce años después pudo conocer a su hija.
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“Durante el secuestro no teníamos atención médica. Tuve paludismo en cinco ocasiones y hasta leishmaniasis. A veces dormíamos en charcos y hacíamos nuestras necesidades frente a todos”, aseguró el sargento.
Por último, narró su historia Johan Martínez, quien nunca perdió la esperanza de volver a abrazar a su padre, asesinado a manos de la guerrilla de las Farc después de 14 años de cautiverio. “Desde muy niño empecé una lucha incansable por su liberación y la de todos los secuestrados. A mis 8 años, realizaba manifestaciones, participaba en marchas por la paz y acudía a más eventos con familiares de militares, donde exigíamos la libertad de nuestros seres queridos”, relató emotivamente.
Estos testimonios dejaron ver que la práctica del secuestro, además de socavar la vida física y mental de policías y militares en este caso, deja huellas imborrables en sus familiares, ya sea porque algunos jamás regresaron a casa o porque perdieron meses o años cruciales de unión familiar.
“Uno de los daños e impactos está relacionado con el paso del tiempo. Tiene que ver con todo lo que se deja de vivir por estar en cautiverio, sobre sus familias y experiencias”, afirmó Juliana Machado, investigadora y psicóloga.
Este Espacio de Escucha hizo un especial énfasis en que estos crímenes de guerra no queden en la impunidad y que se esclarezcan para lograr, como sociedad, la no repetición y la construcción de un país diferente. Así lo recalcó Johan Martínez, al pedirle a la JEP que agilice el caso de su padre. Además, dejó un sentido mensaje: “Mi mensaje para los colombianos es no desfallecer ni retroceder a esas épocas de violencia; seguir avanzando y luchando porque este país se lo merece. Mi mensaje para la guerrilla es que cumpla lo acordado, ya que estamos en este proceso de paz y no podemos retroceder, al contrario, debemos avanzar cada día más para recuperar la paz y la tranquilidad en este territorio”.
Organizaron la Comisión de la Verdad en alianza con Foros Semana y con el auspicio de La Unión Europea.