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“Mi mujer me pega”: estremecedor relato en SEMANA de un hombre que sufrió maltrato físico y emocional por parte de su esposa
Los hombres en Colombia están dejando de lado el tabú del maltrato intrafamiliar del que son víctimas por sus parejas. Las denuncias en los últimos cinco años superan los 33.000 casos. Sus relatos también son desgarradores.
El 19 de marzo se hablaba de la celebración del Día del Hombre en homenaje a San José. Pero fueron más los memes que surgieron en las redes sociales y los chistes entre ellos que los detalles que pudieron recibir. Ese mismo día, un señor de 56 años decidió romper el silencio y desahogarse: “Yo fui víctima de maltrato intrafamiliar durante 31 años, y nunca tuve el valor de decir: mi mujer me pega”, confiesa a SEMANA mientras aclara que no da su nombre por proteger la imagen de la mamá de sus hijos.
La casa en la que vivió con ella aún conserva las pruebas del maltrato que él sufrió. Las puertas siguen averiadas. Le recuerdan tres décadas de tormentosa convivencia.
“Prefería esconderme antes que responderle de la misma manera y maltratarla”, cuenta estremecido con cada recuerdo de aquella pesadilla. El caso de Pablo no es el único y ni siquiera forma parte de las estadísticas que manejan las autoridades porque nunca denunció.
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Según información de la Fiscalía General de la Nación para el Sistema Penal Oral Acusatorio (SPOA), en los últimos cinco años se hallaron registros de 33.444 hombres víctimas de violencia intrafamiliar. De esos casos, 11.769 han ocurrido tras sostener una relación de pareja con su supuesta victimaria.
Todo sucedió después de que su esposa saliera a departir con sus amigas y le pidiera recogerla. Como él se negó, al volver a la madrugada, ella aprovechó mientras dormía profundamente para agredirlo. “Me levanté y me vi unos rasguños por todo el cuerpo. Me confesó que ella los había hecho. Pudo haber cogido un cuchillo y clavarlo mientras dormía”, dice que ella estaba sentada junto a la cama y no paraba de llorar. Fue justo en ese momento en el que recibió el golpe del desamor, sabía que no podía seguir justificando el cariño, en el maltrato.
Y es que mucha de esa violencia intrafamiliar termina en tragedia. En el último quinquenio se registraron 2.340 hombres víctimas de homicidio doloso cometido por mujeres y se identificó que nueve de ellos tenían algún tipo de relación sentimental con su victimaria. Evidentemente, la cifra es mucho menor frente a las de feminicidio, pero no por eso menos significativas.
Casanare y Antioquia son las regiones en las que más hombres fueron asesinados por mujeres, con cuatro y dos casos, respectivamente. Sin embargo, la capital de la República es, con 5.530, la ciudad que más casos de violencia intrafamiliar registra, según la Fiscalía.
Pablo agradece contar su historia y no engrosar las cifras mortales que se presentan mayormente en hombres entre los 27 y 59 años de edad. Indica que el patrón de un abusador es similar, independientemente de si es hombre o mujer. Suelen ser posesivos, celosos, manipuladores y muchas veces le hacían creer a su víctima que merecían los golpes. Él vio esos rasgos en ella desde el noviazgo.
Si es cierto que el amor es libertad, también es cierto que la dependencia es un nudo que ahoga. Eso le pasó a este hombre.
“Aguanté por mis hijos, no quería dejar de ser un padre presencial. La amé, al principio, los primeros 15 años, después me sentía atado porque no quería dejar solos a mis tres hijos varones”, sostiene.
La búsqueda de su tranquilidad fue la construcción de su propia cárcel. Para evitar las agresiones de su esposa, Pablo dejó de compartir con su grupo de amigos. “Ella se volvió indeseable en el círculo cercano”, dice que, por esa razón, prefería no contar lo que estaba viviendo. Ni a su familia, quería evitar que se llevaran una mala impresión de la madre de sus hijos.
Y es que al igual que muchas mujeres que son víctimas de maltrato coincide al decir que cuando su pareja no está cegada por los celos o bajo los efectos del alcohol es una persona maravillosa, buena esposa, buena madre, lo que facilita que en cada intento por terminar la relación se llegue a pensar que puede haber un cambio y poco a poco irse sumergiendo en un mar de agresiones.
Expertos en psicología de familia aseguran que una de las razones por las que los hombres no denuncian estos casos de maltrato es por la cultura machista, incluso suelen burlarse del otro, así en su propia casa estén viviendo un infierno, algo que no pasa con las mujeres que tienden a generar protección por parte de la sociedad al ser vulnerables históricamente. Según información de la Fiscalía, de 2019 a 2024 han prescrito dos casos en los que el hombre denunciaba ser víctima de violencia intrafamiliar en calidad de compañero permanente.
Eso precisamente hacía que Pablo se sintiera preso de su propio ego. Reconoce que se avergonzaba de contar que era maltratado por su esposa. “Yo decía que había tenido un accidente cada vez que no podía ocultar los ojos morados, los rasguños en la cara o la nariz inflamada. No quería que mis amigos se burlaran de mí”, dice el hombre que trabaja en el sector defensa, donde supone que son rudos e incluso andan armados.
Especialistas en conflicto de parejas señalan que muchas veces los hombres tienden a minimizar a la mujer tratándola de “loca”, pero eso no permite que en realidad se den cuenta de que son víctimas de maltrato. “En varias ocasiones me arrancó la camisa. Cogía una plancha, lámpara, televisor, lanzaba toda clase de cosas. Me tocaba cogerle las manos para evitar el maltrato”, agrega Pablo.
Fácilmente, ella pasaba de victimaria a víctima, con el talento de la manipulación. Cuenta, por ejemplo, que cuando una conversación subía de tono, empezaba a gritar: “No me pegues”, llamados de auxilio que atendían sus hijos para defenderla, hasta que con el paso de tiempo vieron la realidad de lo que pasaba.
Ese fue su mejor stop, ver que sus hijos ya no eran niños. Cuando el menor cumplió 17 años, se fue y no regresó.
Ese adiós no fue como muchos en los que estaba decidido a separarse, se llevaba su ropa y volvía por el mismo camino porque ella lo buscaba, lo convencía, le pedía perdón y le prometía cambiar. “Fueron 5 oportunidades desperdiciadas”, según sus cuentas.
En muchas ocasiones Pablo llegó a pensar que las golpizas que recibía se las merecía, porque después de 15 años de soportar el maltrato decidió tener una relación clandestina, de la cual ella después se enteró, lo que le dio pie para argumentar sus ataques.
Siente que la pesa de la justicia está desbalanceada en Colombia. Se habla de igualdad para todos los géneros, pero por ejemplo en la Fiscalía hay un grupo de Trabajo Nacional de Violencia de Género para la Atención de Delitos que Afecten a Mujeres, Niñas, Niños y Adolescentes, que en un rótulo tan largo, ni siquiera nombra a los hombres, y así sucede en otras entidades.
Después de lo que a este hombre la vida le enseñó literalmente a los golpes, hoy aconseja a todo aquel que se sienta maltratado pedir ayuda porque el que permite, repite.