“Mi papá debe estar en el cielo contento y agradecido”: Horacio José Serpa

SEMANA: ¿Cómo ha recibido la familia esta noticia?

Horacio José Serpa: Mi mamá, Rosita, está feliz, tranquila, mis hermanas y cuñados también. Todos sentimos un respiro porque es injusto. Mi padre fue un ejemplo, un defensor de las ideas liberales, luchador por la paz y la justicia social. Y qué bueno que este lamentable episodio para la familia se haya aclarado.

SEMANA: Mucha gente condenó a su padre por lo que se decía, ¿para ustedes es una absolución?H.S.: Sí. Mi padre siempre fue un señor decente, un amigo de sus amigos. Una persona coherente, leal, con carácter, defensor de sus convicciones. Qué lástima que no haya podido ver y sentir. En este momento nos hace mucha falta, pero estamos felices y tranquilos: Horacio Serpa siempre fue un caballero en política.

SEMANA: ¿Su padre cómo vivió las acusaciones que le hacían?

H.S.: En la cosa política lo veían como una persona muy seria, de carácter fuerte, pero cuando llegaba a la casa siempre era amoroso y cariñoso. Me acompañaba en los diferentes eventos del colegio, siempre buscaba estar cerca de la familia. Teníamos unos consejos de familia y él nos consultaba muchas de las decisiones. Fue una persona totalmente cariñosa, de familia, especial con sus amigos y personas cercanas, nunca se le vio de mal genio o estresado. Un padre espectacular.

SEMANA: Usted escribió lo siguiente: “Lo más triste es que cuando nos enteramos del cáncer de mi papá, lo convencí para ir donde el doctor Santiago Rojas y le hablara de medicina alternativa para ayudarle a afrontar la enfermedad. Lo visitó varias veces en el consultorio”.

H.S.: Fue lo que se me vino en ese momento, lo que sentí. En las cartas dicen que Santiago Rojas fue la persona que tuvo el enlace con los Rodríguez Orejuela. Entonces yo dije: “Si hace un tiempo lo visitamos con mi papá, ¡miércoles, qué pasó!”. Me salió del alma.

SEMANA: ¿Impotencia, dolor?

H.S.: Me dolió en el alma enterarme de que el doctor Santiago había estado involucrado en todo esto. Pero hace unos meses lo visitamos para que le ayudara a salir adelante con su cáncer, entonces realmente uno siente frustración.

SEMANA: ¿Qué opina del cruce de cartas?

H.S.: Yo tenía 11 años cuando esto ocurrió. Yo le puedo contar lo que sentí al enterarme de esa última carta, ya que me duele que mi padre no haya podido agradecerles a sus fieles seguidores. Me duele porque mi padre cargó con esa cruz muchas décadas.

SEMANA: Ahora los hermanos Rodríguez Orejuela aseguran que su padre nunca recibió dinero de ellos…

H.S.: La política es sucia, difícil, complicada. Mi papá me enseñó a no odiar a nadie y mucho menos a las familias de los políticos. Ojalá que esto que ocurrió con mi padre sirva para que entendamos ese legado, la lealtad con el otro, así sea un rival. Jugaron con la imagen de mi papá, se beneficiaron tratando de enlodarlo y ¡mire cómo son las cosas!... Duele en la familia, pero él está contento y agradecido en el cielo con todos sus seguidores, que siempre lo acompañaron a pesar de todas esas mentiras que le decían.

SEMANA: Si su papá estuviera vivo, ¿cómo cree que habría tomado esta noticia?

H.S.: Estaría feliz, con sus nietos, con sus hijos y con Rosita agradeciendo a cada una de las personas por haberlo acompañado durante tanto tiempo. Muchos años en los que buscaron dañar la imagen de Horacio Serpa, y fíjese que el tiempo siempre dará la verdad. Entonces estaría feliz con sus seres queridos, ya retirado de la política, pero con el corazón inflado.

SEMANA: Y volvería a sacar ese inolvidable “mamola”, porque es que su padre es recordado por esa expresión.

H.S.: (risas) “¡Mamola!”. Sin duda lo hubiera sacado cuando estuviera hablando con sus seguidores y amigos.

SEMANA: ¿Tomarán acciones legales o el nombre de su padre ya está reivindicado?

H.S.: Estamos tranquilos, felices y no vamos a tomar ninguna acción porque es un episodio del pasado. Nos sentimos completamente orgullosos de Horacio Serpa Uribe, que siempre fue un caballero en la política y hasta ahí llegamos, punto final.