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Migrantes: el asunto ya no es recibirlos, es integrarlos
Colombia tiene la titánica tarea de abrirles los brazos a casi dos millones de personas que huyen de un país descuadernado. Lo ha hecho bien, pero lo que falta es colosal.
En febrero de 2020, el presidente Iván Duque anunció una apuesta humanitaria tan grande como la crisis que la precedía: Colombia se convertiría en un ejemplo mundial implementando el Estatuto Temporal de Protección para Migrantes Venezolanos (ETPV). Ni Colombia ni ningún país del mundo podría haberse preparado para recibir un fenómeno migratorio tan acelerado y masivo como el venezolano.
En 2015 había en el país poco más de 31.000 migrantes persiguiendo mejores condiciones de vida; para 2018 la cifra, como en cohete, pasó el millón, y en 2019 llegó a 1.700.000, según cifras de Migración Colombia. Si bien las personas migrantes hoy representan menos del 4 % de la población total, Colombia sí es el primer receptor de venezolanos en el mundo y enfrenta la segunda mayor crisis migratoria del planeta después de la de Siria.
Por eso, ese día desde el atril, el presidente marcó un antes y un después en el manejo y gestión migratoria. Junto al alto comisionado para los Refugiados, Filippo Grandi, lanzó el ETPV, un marco normativo en el que el Gobierno venía trabajando meses atrás y con el que Colombia se aprestó a darles un estatus migratorio regular a casi dos millones de personas, que se encuentran presentes en todas las regiones del país. La decisión fue aplaudida desde diferentes sectores, incluso opositores al Gobierno.
Desde afuera, el espaldarazo de presidentes, personalidades y también de la prensa internacional hizo ver que el país eligió el camino correcto y comprendió que la migración es un fenómeno que llegó para quedarse, sin importar el tiempo que le quede a Nicolás Maduro en el poder. Esa máxima, que todavía muchos no terminan de aceptar, está respaldada por las cifras y por la decisión institucional de crear, desde la Presidencia de la República, la Oficina para la Atención e Integración Socioeconómica de la Población Migrante, como respuesta al reto que se plantea en términos de integración.
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Eso no quiere decir más que una cosa: el asunto ya no es recibir a los migrantes que, según Acnur, siguen saliendo de Venezuela a razón de un millar cada día en medio del hambre y los sueños, y sin nada más que lo que les cabe en el ya icónico morral tricolor ‘de la patria’, a menudo ajado y sucio por las largas travesías a pie. El asunto ahora es integrarlos. Un asunto que fue tema obligado en medio de las discusiones y debates propios de la carrera a la Presidencia de la República.
“Hay que pasar de una mirada de atención en crisis o atención humanitaria a una mirada de integración, con medidas estructurales de política pública, para atender un fenómeno que es de largo plazo y que llegó para quedarse”, dice Adriana Sabogal, directora del Proyecto Migración Venezuela.
Pero, ¿cómo vamos en ese asunto? Casi un año después del anuncio de Duque, las cifras son alentadoras y en palabras de Juan Francisco Espinosa, director de Migración Colombia, “los venezolanos han respondido al llamado del Gobierno”. En efecto, según el más reciente reporte de la entidad, 1.652.000 migrantes habían completado el Registro Único de Migrantes Venezolanos (RUMV) –paso inicial para acceder al Estatuto de Protección Temporal–. Es decir, ya son ‘visibles’ para el país, como reza el eslogan de Migración Colombia.
Además, al 12 de diciembre ya se les había aprobado el Permiso por Protección Temporal (PPT) a 224.000 migrantes venezolanos, lo que no solo les permite estar de manera regular en Colombia por la siguiente década, sino trabajar de manera formal, afiliarse al sistema de seguridad social, estudiar, acceder al sistema financiero y, dicho de manera coloquial, ayudar a empujar la economía y a que sus aportes sean visibles.
De acuerdo con cifras de 2020 aportadas por el Banco de la República, “el choque migratorio genera una respuesta positiva de los principales agregados macroeconómicos como la producción, el consumo y la inversión”. Según este estudio coordinado por Ana María Tribín, los impactos sobre el crecimiento del PIB para el período 2015 a 2030 se situarían entre 0,14 y 0,17 puntos porcentuales y se podría presentar un incremento permanente en la productividad del país del 0,9 %.
Los hogares migrantes venezolanos aportan entonces a la economía colombiana mediante varios canales; por un lado, aumentan el consumo (hay 1,8 millones de personas consumiendo más en el mercado), incrementan la inversión y tienen una mayor disposición para ahorrar; tienen mayores tasas de participación y ocupación en el mercado laboral que los no migrantes y un mayor nivel educativo. A eso habría que sumarle que ayudan a incrementar el ingreso del Gobierno mediante el pago de impuestos, tales como el IVA y la renta.
En ese sentido, el empleo aparece como factor clave de la integración y es ahí en donde, de cierto modo, están los mayores retos que el país debe asumir. Algunos de esos los deja planteados un estudio reciente de la Fundación Ideas para la Paz y Konrad Adenauer (KAS): aunque el estatuto constituye la consolidación de diversos intentos previos por regularizar a la población migrante en el país, solo el 7 % de los empresarios lo conocen, lo que –dice el estudio– representa una fuerte barrera para un proceso de integración exitosa. Pero no es la única.
El mismo estudio establece que la percepción del sector empresarial sobre los migrantes está dividida: 48 % confía en ellos y el restante 52 % no lo hace. No hay inclusión sin relacionamiento, ni tampoco relaciones sólidas sin confianza. Y aunque el Gobierno colombiano ha hecho esfuerzos importantes en materia de regularización, en los tres años recientes han sido mediáticas las normas, discursos y actitudes xenófobas no solo de colombianos del común, sino incluso de gobernantes locales.
Además, según la Encuesta de Percepción de la Migración del Proyecto Migración Venezuela, cerca del 40 % de los colombianos percibe a los migrantes como fuente de inseguridad y el 53 % como competidor en el mercado laboral.
En ese sentido, y para seguir el discurso de Juan Francisco Espinosa, director de Migración Colombia, si bien el Gobierno y los migrantes venezolanos están haciendo la tarea, ahora es tarea de todos desde el sector privado, el Gobierno nacional y territorial, la cooperación internacional, la sociedad civil, la academia o como simples miembros de la comunidad, sobreponerse a la simple idea de recibir a las personas migrantes y liderar procesos que las integren y las conviertan, de verdad, en nuevos ciudadanos colombianos.
Cifras: así va la integración de los venezolanos
Regularización. Al 31 de octubre, 1.475.780 migrantes habían superado la etapa del prerregistro del ETPV.
Sisbén. 187.572 inscritos, con corte al 7 de septiembre 2021.
Educación. 489.178 matriculados, con corte a octubre de 2021.
Salud. Se han atendido 1.362.950 personas al 30 de junio de 2021.
Afiliación al sistema de salud: 396.415; 203.495 al régimen contributivo; 192.920 régimen subsidiado. Corte al 30 de junio 2021. La mayor proporción de afiliados (76 por ciento) está entre 20 y 49 años.
Fuente: Observatorio de Migración del DNP, 2021