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Testimonios de militares víctimas de la guerra en la Orinoquía colombiana
La Comisión de la Verdad escuchó a cuatro integrantes del Ejército Nacional víctimas de secuestro y minas antipersonal en la región de la Orinoquia, en medio del conflicto armado.
La entidad conoció el relato de los sargentos primero Francisco Pedraza y Luis Arcia; del soldado profesional Eduardo Franco; y del suboficial del Ejército Jheferson Franco.
El sargento primero Francisco Pedraza contó cómo en 2004, en medio de una operación que tenía como objetivo liberar a un campesino que había sido secuestrado por las Farc, cayó en un campo minado en el Caquetá.
“Las afectaciones físicas fueron la amputación de mis dos piernas y la herida de uno de mis riñones, que no queda funcionando muy bien. Despertar y ver que te ponen una silla de ruedas al lado significa que tu vida ha cambiado definitivamente”, afirmó.
A su vez, el sargento primero Luis Arcia narró el sufrimiento que padeció durante 14 años al ser secuestrado por las Farc en 1998: “Fueron 5.141 días de un cautiverio que truncaron mi proyecto de vida. Fui de las primeras personas a las que la guerrilla metió a sus campos de concentración, por tres años, y luego nos encadenaron para caminar por la selva”.
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Según el Comando de Personal de Ejército en sus archivos y bases de datos registran un total de 548 integrantes de la Institución castrense que sufrieron el flagelo del secuestro; de los cuales, 216 fueron privados de la libertad en la región de la Orinoquía; es decir, el 40 por ciento del total de las víctimas de este crimen.
Por otra parte, el soldado profesional Eduardo Franco narró cómo el 15 de junio de 2010 en medio de una operación activó una mina antipersonal que le produjo graves afectaciones en su rostro y la pérdida de la visión de forma permanente. Una de sus preocupaciones durante su tiempo de servicio en el Ejército y aún en la actualidad es que no solo los militares caían en las minas, también los campesinos sufrían el impacto del uso indiscriminado de estos artefactos:
“En esta región encontramos lugares de 3x4 llenos de artefactos explosivos para ponerlos sin pensar en que cada uno de los campesinos que transitaban por esos caminos podían caer en esos campos minados. Niños han quedado mutilados porque los grupos al margen de la ley las sembraban alrededor de nuestras escuelas”, señaló.
Otro de los testimonios escuchados en este espacio fue el del Cabo Tercero Jheferson Franco, hijo del soldado profesional Eduardo Franco, quién dio a conocer la realidad a la que se enfrentan las familias de los militares víctimas: “Es muy duro saber que de todas las actividades que uno hacía diario con él ya no las podía hacer . Tuve que afrontar eso en mi niñez, tenía nueve años cuando eso pasó. Hay momentos en los que uno no sabe cómo afrontar la situación”.
En la Orinoquía colombiana, 1.965 militares han sido víctimas de artefactos explosivos improvisados y minas antipersonal, de las cuales, 434 perdieron la vida y 1.531 sufrieron afectaciones físicas como amputación de sus extremidades, pérdida de alguno de los sentidos, heridas por esquirlas, entre otras.
Desde la Comisión de la Verdad se manifestó el compromiso de seguir trabajando en la escucha de todos los sectores y en avanzar en la construcción de un relato plural sobre lo ocurrido en el conflicto armado, y en la generación de aportes para la no repetición.
Organizaron la Comisión de la Verdad en alianza con Foros Semana y con el auspicio de la Unión Europea.