JUSTICIA
Muerte de Javier Ordóñez: el disparo y misterio del cartucho perdido
La Fiscalía analiza una carta que envió el patrullero acusado de la muerte del abogado, días después de que sucediera el crimen. Allí, el oficial reporta que se perdió una bala de su dotación.
Las investigaciones por el caso de Javier Ordóñez avanzan en la justicia. SEMANA tuvo acceso a una serie de elementos probatorios que reposan en el expediente sobre la muerte del abogado. Uno de estos apunta a determinar un hecho sobre el cual se orientan las investigaciones: el uso de un arma de la policía esa noche. En la necropsia de Ordóñez, Medicina Legal confirma que hay rastros del impacto de un proyectil en su cuerpo.
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En la primera entrevista que le hacen al coronel Necton Lincon Borja, al oficial le preguntan si sabe que esa noche los dos patrulleros involucrados en el episodio, Juan Camilo Lloreda y Harby Rodríguez, usaron armas de fuego. El coronel responde que no tiene conocimiento, pero que el 12 de septiembre, tres días después de los hechos, el patrullero reporta la pérdida de un cartucho de bala.
La Fiscalía tiene en su poder esa carta en la cual el patrullero Harby Damian Rodríguez Díaz, comandante del CAI de Villa Luz, le escribe al mayor Miyer Rojas Rubio, comandante de la Estación de Policía Engativá. El documento tiene el siguiente asunto: novedad cartucho 9 mm.
El patrullero asegura que escribió ese texto “con el fin de poner en conocimiento la novedad con el cartucho 9mm”. Según relata, “para el mes de marzo cuando salí de vacaciones se entregan los elementos del armerillo como el chaleco antibalas, chapuza y proveedores con sus respectivos cartuchos, pasados días de estar en vacaciones mediante llamada telefónica me informan que dentro de mis proveedores hay un cartucho que no es del mismo lote que se tienen asignado”.
Rodríguez intenta explicar allí la razón de esa inconsistencia y señala a uno de sus compañeros. “De igual manera el día 1ro de abril cuando vuelvo de mis vacaciones me entrevisto con el patrullero Sabogal quien se encontraba de control armerillo”. Según el patrullero, “en ese momento me manifiesta que se había equivocado de cartucho y que él lo tenía que ya lo reponía. Hasta el momento no se había hecho reposición del cartucho ya que el patrullero Sabogal fue retirado del cargo de armerillo y vinculado a un cuadrante”. Aparentemente por cuenta de la covid-19, a Rodríguez no le fue posible entrevistarse con el patrullero Sabogal.
“Es de anotar que en las horas de la noche del día de hoy, el patrullero Sabogal hace reposición del cartucho que hace falta ya que se encuentra de servicio con el Esmad. De igual forma, se deja constancia que no se puede radicar por el Gecop. Este informe que me encuentro en suspendido. Esto para conocimiento del mismo”.
En una diligencia posterior en la Procuraduría, el patrullero Rodríguez reconoce que esa noche se hizo un disparo al piso con el fin de disuadir a Ordóñez y sus amigos.
La necropsia de Javier Ordóñez
SEMANA conoció el documento que cuenta los rastros que dejaron en el cuerpo del abogado los golpes que recibió de la Policía. Lo más revelador de ese estudio, hecho por especialistas en ese organismo técnico, es que Javier Ordóñez tiene evidencias del impacto de un disparo en su pierna derecha.
El documento es contundente y comienza por relatar los hechos que sucedieron el pasado 8 de septiembre. Registra que Javier Humberto Ordóñez, de 43 años, llegó esa noche a la clínica Santa María del Lago, “aparentemente sin signos vitales y con signos de trauma contundente” tras hechos ocurridos, de acuerdo con el relato del acta de inspección, en el barrio Santa Cecilia “en un procedimiento policial en el cual es inmovilizado, aparentemente con uso de dispositivos Taser y aparentemente trasladado a CAI de la policía donde habría recibido traumas contundentes, según versiones de testigos”.
Además del cuerpo, Medicina Legal recibe dos prendas de vestir, embaladas (pantalón y camibuso) y el dispositivo Taser mencionado en el acta de inspección. La hipótesis de las pesquisas: muerte violenta sin determinar.
Los principales hallazgos de la necropsia comprueban lo que el país vio en las imágenes que fueron grabadas por sus amigos esa noche y en el video de las cámaras de seguridad del CAI que posteriormente revelaron que aún al interior de ese lugar, el abogado seguía recibiendo golpes sin compasión, en un estado de total indefensión.
Además de todos estos golpes, el informe de Medicina Legal registra algo importante: el impacto de un proyectil en el cuerpo. El documento señala que se revisó el informe de balística forense DRB-LBAF-0001194-2020 y que con base en este “se determina que no es posible estimar el rango de distancia de disparo para las perforaciones 1 y 2 de la prenda de vestir, anotan que no se evidencian residuos de disparo”.
La conclusión es relevante porque al inicio de la investigación se registraban los golpes y el impacto de la pistola Taser, pero no el uso de otro tipo de armamento policial. Según el documento de Medicina Legal, en ese informe de balística “se determina que fragmentos recuperados (dos) hicieron parte constitutiva de proyectil constitución plomo o de núcleo de proyectil encamisado, sin determinar calibre del mismo”.
Los peritos, sin embargo, aclaran que el disparo no fue la causa de la muerte. El informe detalla que el deceso “se explica por hemorragia masiva intraabdominal y retroperitoneal, secundario a trauma cerrado de abdomen, contundente, de alta energía. Según lo encontrado en la necropsia, las lesiones se producen por múltiples traumatismos contundentes en abdomen y región lumbar”.
Sobre el impacto de bala, Medicina Legal asegura que “se determinó que los fragmentos metálicos recuperados de los tejidos blandos de la pierna derecha corresponden a proyectil de plomo o núcleo de proyectil encamisado, sin residuos de disparo en la prenda”.
Posteriormente, en una diligencia ante la Procuraduría, el patrullero Harby Damián Rodríguez Díaz recuerda el momento en que supuestamente se disparó una bala, pero no registró que esta haya golpeado el cuerpo del abogado. Según él, Javier Ordóñez se lanzó a golpear a su compañero Juan Camilo Lloreda y para atajarlo, en ese momento se hizo un disparo al suelo.
Las conclusiones de los peritos van mucho más allá. Aseguran, por ejemplo, que los impactos de la pistola Taser no condujeron a Ordóñez a perder la vida, pero sí le produjeron un “intenso dolor y sufrimiento”.