NACIÓN
Muerte de Romaña: un GPS en los calzoncillos, una maleta y fajos con miles de dólares; el impresionante relato del mercenario
Un mercenario europeo que dice haber participado en la operación para dar de baja al líder de las disidencias de la Segunda Marquetalia habló con SEMANA y contó detalles inéditos de lo que habría sido este plan.
El relato del mercenario que dice haber participado en la operación para dar de baja a Romaña está lleno de detalles de película. El hombre, que no es colombiano y que llegó al país con esa misión, relató los pormenores de lo que se habría planeado para capturar al exguerrillero, uno de los exjefes de las Farc y de las disidencias de la Segunda Marquetalia.
“Yo fui el que estuvo con Romaña casi un año, haciéndole creer que era un narcotraficante, como me dijeron la CIA, la DEA y el GRATE (Grupo Antiterrorista de la Policía)”, dijo el mercenario a SEMANA.
El relato de cómo se mantuvo todos esos meses escondido llama la atención, en especial por un detalle: en ese año que estuvo infiltrado, mientras se pensaba en cada detalle para lograr capturar a Romaña, el hombre siempre tuvo un GPS que supuestamente les permitía a las autoridades saber dónde estaba.
El mercenario contó cómo funcionaba ese aparato. “Son unos bolsitos negros, uno mete las cosas suyas, la ropa dentro. Pero si usted toca, no encuentra el GPS. Y ellos saben a toda hora dónde está uno”, dijo.
Esto habría sido determinante en el momento en que la operación tuvo éxito. A Romaña lo matan en una pista aérea. Cuando ellos estaban allá, les pidieron mandar una foto del disidente. “Yo tuve que mandar esa foto y avisarle a un contacto en Italia dos días antes que, cuando le llegara esa foto, la girara a un número de Colombia. ¿Si me entiende? Y el número de Colombia aseguraba que nosotros ya estábamos con Romaña, ya se estaba haciendo la operación”, contó.
Se trataba de una maletica negra, pero también de un aparatico en el cuerpo, un “spot”. Y el lugar donde el mercenario lo llevaba buscaba que no fuera nunca encontrado: en los calzoncillos. “Adentro de los calzoncillos”, aclaró el mercenario, para ser específico.
“En los calzoncillos no te requisaban”, agregó. El maletín, por su parte, también les permitía a quienes no estaban infiltrados saber dónde estaban. Pero no los protegía de nada. “Pues sabían por lo menos hasta dónde llegó el maletín. No hubiera pasado nada porque habríamos quedado muertos ahí, como quedó Chaverra y han quedado muchas más personas”, contó.
El hombre también narró con pelos y señales cómo movieron plata para la recompensa de esa operación. Según el mercenario, todo el dinero ”salió de la embajada americana”. Cuenta que se las entregó Wilson Trejos, detrás de la Universidad Nacional, en un parqueadero.
“Nos dice: vea, los gringos solo nos dieron 1,2 millones de dólares, tienen que tener paciencia porque, como el cuerpo quedó allá...Nosotros les hemos dicho: pero vea que a ti te trajeron las fotos”, contó el extranjero.
Y continuó relatando cómo sucedió esa conversación. “Entonces él me dijo: no, como esto es en otro país, hay un poquito de papeles que hacer, pero de aquí a un mes nos dan el resto. O sea, nos dieron 1,2 millones de dólares. Faltan 3,8 millones de dólares. ¿Dónde está ese dinero? Yo no creo que la embajada les haya dicho: denle 1,2 millones a ellos y cojan 600″, agregó.
Pero no sospecha de la embajada americana en el embolate de esas platas. “La embajada sí pagó, porque la embajada siempre ha pagado. Por eso le decía que no son películas, ustedes pueden averiguar”, advirtió el hombre.
El mercenario se quejó porque aseguró que no les cumplieron lo que les habían prometido y dijo que esa fue la razón que lo llevó a contarle la historia a SEMANA.
Para probar que sí había estado en la operación, entregó datos hasta ahora inéditos de cómo murió el exjefe de las Farc y líder de las disidencias.
“Romaña cuando se dio cuenta ya tenía la ráfaga encima. No se dio ni cuenta de la muerte”, aseguró.
Narró que Romaña estaba vestido como siempre de militar “con las botas color crema que usaban los vaqueros”.
“Nunca lo vi con botas de caucho. Con su fusil y su pistola siempre”, dijo.
Según su versión, el día que falleció estaba “en un resguardo indígena y detrás de este lado está la pista. Desayunamos en una casita y detrás hay otra pañetada. Él ahí fue a buscar algo y allá es donde empieza el tiroteo”. Agregó que ahí ya vieron que llegaban los norteamericanos, los recogió un helicóptero y se fueron para Valledupar. “Allá en Venezuela todo es más relajado y se dieron las cosas”, agregó.
Y reconoció que siente un poco de dolor por lo sucedido. La meta, según él, era traer a Romaña vivo y capturado, pero terminaron matándolo. “El plan era escopolaminarlo”, sostiene. Según él, esto no se pudo lograr porque Romaña no tomaba, el que lo hacía era Santrich. Pero Santrich siempre estaba con Romaña, y para la época en que el plan se iba a ejecutar ya había muerto. “Entonces para entrarle a una persona en el agua, una pastilla es más difícil y no se pudo”, dijo.
“Yo no quería que terminara de esta manera, yo quería dormirlo y traerlo dormido, pero no se pudo, la verdad no se pudo”, repitió.