El 7 de abril de 2014 se realizó la exitosa operación.
El 7 de abril de 2014 se realizó la exitosa operación. | Foto: Cortesía

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Murió Cielo González, la primera persona en Latinoamérica que vivía con un corazón artificial

Su legado perdurará como símbolo de valentía y esperanza en la historia de la medicina.

Redacción Nación
10 de septiembre de 2024

Cielo González Díaz, una santandereana de 66 años, hizo historia hace una década al convertirse en la primera persona en Latinoamérica en recibir un corazón artificial. Sin embargo, en las últimas horas, una infección en uno de los puntos de conexión del dispositivo provocó su muerte.

Esta valiente mujer falleció en su hogar ubicado en Floridablanca, Santander, rodeada por el cariño y el apoyo de sus familiares y seres queridos, quienes permanecieron a su lado hasta su último respiro.

Cielo quien había dedicado su vida a la docencia en una escuela rural del municipio de Barbosa, en Santander, enfrentó un dramático giro en su vida cuando, en enero de 2013, sufrió un infarto y una trombosis. Su corazón dejó de bombear la sangre con la fuerza necesaria, transformando actividades cotidianas como comer, cepillarse los dientes o caminar en tareas extremadamente difíciles.

El  sonido de un corazón artificial es similar al de una turbina.
El sonido de un corazón artificial es similar al de una turbina. | Foto: FCV.

A pesar de buscar soluciones a través de diferentes tratamientos médicos, la salud de Cielo continuó deteriorándose sin ofrecer mejoras significativas. Su condición se volvió cada vez más crítica hasta que finalmente llegó a la Fundación Cardiovascular de Colombia (FCV) en Bucaramanga. Allí, los médicos evaluaron su situación y reconocieron la urgencia de una intervención para salvar su vida.

“Con los exámenes determinamos que ella estaba en falla terminal, una fase muy avanzada de la enfermedad cardíaca, que implica múltiples hospitalizaciones. Normalmente, más del 70 % de este tipo de pacientes fallece en menos de un año”, afirmó hace dos años Luis Eduardo Echeverría, jefe del programa de Falla y Trasplante Cardíaco de la FCV.

El tiempo se convirtió en un factor crucial, y las opciones eran limitadas. Aunque Cielo necesitaba con urgencia un trasplante de corazón, los análisis indicaban que su cuerpo probablemente rechazaría el órgano. En ese momento, la única solución viable era realizar una cirugía innovadora en Suramérica: implantar un Heartmate II, conocido como corazón artificial. Este dispositivo, alimentado por energía eléctrica, se encargaba de bombear sangre a través del cuerpo.

El 7 de abril de 2014, Cielo González fue sometida a esta compleja cirugía, que resultó ser un éxito rotundo. Con este procedimiento, pasó a la historia como la primera persona en Sudamérica en recibir un corazón artificial. “Ese día volví a nacer. La medicación ya no me hacía efecto y si continuaba así, no llegaba ni a diciembre de ese año”, recordó la profesora con emotiva gratitud.

Controlador que ayuda a monitorear el desempeño del corazón artificial.
Controlador que ayuda a monitorear el desempeño del corazón artificial. | Foto: FCV.

“El Heartmate II tiene una fuente de poder que sale por la piel del vientre y está conectada a un pequeño computador, que es el cerebro del dispositivo. Este computador, que ella carga en un bolso, tiene dos baterías portátiles, con cargas de entre 14 y 16 horas, que le permiten salir sin problemas”, explicó en su momento Leonardo Salazar Rojas, director del Programa de ECMO y Asistencia Ventricular de la FCV.

Lamentablemente, a pesar de la avanzada tecnología que había salvado su vida, en las últimas horas, una infección en uno de los puntos de conexión del corazón artificial provocó su fallecimiento. Su legado, sin embargo, perdurará como símbolo de valentía y esperanza en la historia de la medicina.

“He viajado por el país con mi familia, pude celebrar los 15 años de mi única nieta, estuve en la confirmación de todos mis nietos. En resumen, si no fuera por este dispositivo no estaría echando el cuento”, dijo Cielo hace dos años al cumplir ocho años con el corazón artificial.