JUSTICIA
Musa Besaile: ahora es la víctima
La estrategia de defensa del senador genera polémica. Sin embargo, nada asegura que pueda funcionar para lo que él espera.
Las palabras del ex senador de la U Musa Besaile conmocionaron a gran parte de la élite judicial del país. Este martes su declaración ante la Corte Suprema de Justicia confirmó lo que muchos anticipaban: el escándalo no parará de crecer. El barón electoral del partido de la U confirmó la telaraña de corrupción que existía en las altas cortes y entregó detalles sobre cómo era su operación y cuáles eran sus tarifas. Con una salvedad importante, la estrategia de venderse él como víctima.
Sin embargo, en su testimonio en la corte y en su larga entrevista en la W radio, Besaile reveló lo que será su estrategia de defensa: el ataque. En el mundo jurídico muchos se preguntan qué llevó a Musa a entregar de primerazo tantos detalles. Los procesos penales suelen ser un complejo ajedrez en el que cada quien se esfuerza por mover inteligentemente las fichas paso a paso.
Con Musa eso no pasó. El senador se lanzó a contar de una vez todo lo que aparantemente sabía. Entregó detalles de modo, tiempo y lugar. Incluso alcanzó a revelar algunas escenas algo hilarantes. Aseguró que pagó 2.000 millones para evadir un carcelazo y que tiene soportes de cómo se hicieron las consignaciones, así como una prueba testimonial. Y agregó que todo se concretó en una conversación en que ustavo Morenole exigió el dinero para su “papá” y que entre labios y luego en una servilleta le preciso que se refería a Leonidas Bustos.
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Pero en ese mar de acusaciones, que salpican incluso a otros altos funcionarios, Besaile soltó una perla. Aseguró que fue “extorsionado” por Gustavo Moreno. En un país en que la extorsión es un delito tan común y suele afectar a miles de ciudadanos indefensos, la calificación del senador como víctima del mismo causó indignación. El barón electoral, uno de los hombres más poderosos del Congreso, aseguró que sintió pánico cuando el entonces abogado le pidió una coima a cambio de frenar su proceso.
Besaile quiso hacer una jugada a doble banda con el fin de delatar a otros, pero exculparse a él. Sin embargo, es poco probable que su estrategia funcione. En términos jurídicos el senador no es una víctima, sino el autor de un delito: cohecho. El código penal lo define como cohecho y lo describe como la conducta del funcionario que "dé un ofrezca dinero y otra utilidad a servidor público". Según la ley, tiene una pena de tres a seis años, una multa y la inhabilitación para el ejercicio de funciones públicas.
En el caso de Musa Besaile hay un ingrediente adicional que lo pone en esa situación. Su declaración ante la Corte Suprema podría representar una confesión. Hasta antes de su testimonio en ese alto tribunal, lo que existía contra él era una conversación interceptada en la que un abogado, Leonardo Pinilla, se vanagloriaba de tener acceso a la corte y de haber logrado torcer procesos de importantes políticos, entre ellos Musa Besaile. En un proceso penal habrían tenido que demostrarle que en efecto eso fue así. Pero con su testimonio ya no se necesita recoger más evidencias. Para muchos, es claro que el senador Besaile entregó ese testimonio después de verse acorralado y seguramente de tener la certeza de que la Corte Suprema tiene pruebas sólidas en su contra.
Su caso en la justicia será polémico. El profesor de penal Estanislao Escalante asegura que si Besaile puede demostrar que realemente sufrió un constreñimiento para evitar una privación de su libertad, podría ser considerado víctima. Sin embargo, hay que hacer la claridad que no se puede llamar constreñimiento a la amenaza de ir a la cárcel cuando existe la prueba de que esto se genera de la comisión de un delito. En ese sentido, todos los acusados por la Corte Suprema estarían en esa situación.
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Hay quienes creen, como el profesor de la Universidad Militar Nueva Granada, Sergio Trujillo, que Besaile podría estar en ambas categorias: víctima y victimario. "Sería víctima de extorsión porque estarían afectando su libertad con la amenaza de cárcel y se estarían aprovechando de una situación frente a la cual estaría constreñido a dar una plata con el fin de que se frene un proceso en su contra, pero también tiene responsabilidad penal por esa conducta”, asegura el académico.
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Pero otras voces jurídicas son más radicales. Álvaro Garzón, profesor de la Universidad del Rosario, asegura que la conducta de Besaile es reprochable pues en su momento no denunció la situación y se aprovechó de esa posibilidad para tener ventaja.
"Su deber ser como congresista sería haber puesto en conocimiento de las autoridades lo que vivía. En cuyo caso, tal y como se hizo mucho tiempo después con el fiscal Gustavo Moreno, se habría hecho un operativo para llegar a su captura… Si no tuviera deudas con la justicia, ni siquiera debió haber hecho caso a esa solicitud de los 2.000 millones de pesos," estimó el catedrático.
Hasta hace muy poco, cuando su nombre aparecía mencionado en escándalos judiciales, el senador siempre contestaba que confiaba en que la verdad saldría a relucir y demostraría su inocencia. "El único pecado que ha hecho Musa Besaile fue haber sacado la votación más alta del país y desde ahí me han venido anónimos, estigmatizaciones, han trapeado el piso con mi nombre, pero siempre aflora la verdad. Estamos cansados, porque la política se ha convertido en la profesión más peligrosa de este país", le dijo a SEMANA, cuando el fiscal compulsó copias para que lo investigaran por el escándalo de Odebrecht.
Ahora, el senador pretende calificarse como víctima de uno de los mayores escándalos que hayan tenido lugar en la justicia. Su tesis es muy díficil de vender ante los magistrados que llevarán su caso. Para determinar que él es víctima, los miembros de la Corte Suprema tendrían que validar la hipótesis de que en ese alto tribunal existió una especie de empresa criminal cuyo objetivo era sobornar a congresistas indefensos. Lo que viene en esa alta corporación abrirá uno de los capítulos más díficiles de la política en el país y golpeará aún más la credibilidad de la justicia.