NEGOCIACIÓN
Cambio de ritmo en los diálogos con el ELN
La negociación recibió oxígeno con los cambios en el equipo negociador y el balance de la tregua bilateral. Pero el camino no está despejado.
En medio del escepticismo que despertaron las violaciones al cese al fuego, las declaraciones del ELN y las advertencias del gobierno, la negociación en Quito recibió dos empujones que podrían dinamizar la mesa. En primer lugar, el balance del cese bilateral y, en segundo, la llegada de Gustavo Bell, exembajador en Cuba durante todo el proceso de negociación con las Farc, con un equipo negociador renovado.
La tregua ha tenido unas de cal y otras de arena. Según el Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac), el ELN la ha violado dos veces con el asesinato de un líder indígena en Chocó –por el que la guerrilla se disculpó– y la masacre perpetrada en Magüí Payán (Nariño) que dejó 13 muertos. No se han presentado enfrentamientos con la fuerza pública. Los secuestros pasaron de ser el 46 por ciento del total de registros en 2016 al 51 el año pasado. Y mientras en 2016 hubo 62 atentados contra oleoductos en Caño Limón-Coveñas, durante el cese no ocurrió ninguno.
En ese contexto se presenta la primera tarea de los negociadores en 2018 y en especial del nuevo jefe del equipo del gobierno: sostener o dejar vencer los términos de un cese al fuego que, aunque con debilidades de verificación, comunicación y coordinación, demostró ser útil para menguar los reductos que quedan del conflicto armado. Angelika Rettberg, Socorro Ramírez, Alberto Fergusson, José Noé Ríos, Alejandro Reyes Lozano y los generales Freddy Padilla y Carlos Rojas, dieron el primer paso y este sábado después de un encuentro con el presidente Santos, anunciaron que están dispuesto a renegociar con el ELN las condiciones para prorrogar la tregua pactada originalmente hasta el próximo martes.
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El tema no es de poca monta. En el proceso con las Farc, el cese no se acordó durante las negociaciones, sino al final. Pero en el pasado el país había intentado detener los combates en medio de los diálogos. Ocurrió en el gobierno de Belisario Betancur en 1983, y el resultado fue desastroso. Como se presentaban permanentemente actos delincuenciales o de violencia en muchas partes del país, el gobierno acusaba a las Farc de violar la tregua y estas se defendían con el argumento de que era una provocación de los enemigos de la paz para acabar con el proceso. En algunas ocasiones la guerrilla y el gobierno efectivamente violaban el cese al fuego, y la comisión creada para verificarlo acabó siendo inoperante. En muchos casos la violencia provenía de otros grupos criminales, pero era imposible establecer cuáles. Por eso las acusaciones no paraban y las explicaciones nada aclaraban. Esto llevó el proceso al fracaso.
Aunque ese no ha sido el caso con el ELN, las partes deben hacer varios ajustes para evitar que las diferencias de interpretación sobre los actos prohibidos se traguen la dinámica de la mesa. Bell necesita un margen de maniobra que le permita tomar una decisión reposada y sin la presión de que su aterrizaje esté amenazado por la posibilidad de un escalamiento de la violencia. A la tregua la ha abrazado una calma chicha difícil de mantener. De hecho, estas tensiones provocaron que la guerrilla cuestionara el papel de la ONU y se hiciera a un lado del mecanismo de verificación.
¿La razón? No cayó bien el contenido de la carta sobre el balance de la tregua enviada por el secretario general de la ONU al presidente del Consejo de Seguridad el pasado 13 de diciembre. El documento constataba que, hasta la fecha, los equipos que se han desplegado en terreno han llevado a cabo 27 actividades de verificación. Sin embargo, omitía las denuncias de la guerrilla sobre hostigamientos de la fuerza pública y no se menciona la masacre en Tandil (Tumaco) como otro de los hechos violatorios por los que imputarán a dos oficiales de la fuerza pública. Para el ELN la “no criminalización de la protesta social” es uno de los puntos abordados en el documento que suscribieron cuando fijaron reglas del cese al fuego.
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“Hay un problema de definición de términos. Falta un glosario para que cuando se diga si es o no una acción ofensiva ambas partes manejen el mismo concepto. La ambigüedad creativa hace que las partes firmen algo, pero a la hora de materializarlo se convierta en un problema”, manifestó el analista Víctor de Currea-Lugo. También hay otro factor para tener en cuenta: las dificultades para acceder a las zonas de conflicto remotas, donde las personas y las comunidades afectadas son reacias a facilitarles información a los verificadores por temor a represalias, y donde, en consecuencia, la información depende de fuentes indirectas, menos fiables.
Aunque hasta ahora el proceso con el ELN se ha caracterizado más por los frenazos que por los avances, el cese al fuego se convirtió en uno de los elementos que alienta un moderado optimismo. Quizá por eso, esta semana se hizo pública una carta en la que académicos, escritores, congresistas, representantes de organizaciones, víctimas y empresarios les piden al presidente Juan Manuel Santos y al equipo negociador del gobierno prorrogar el cese bilateral del fuego.
La propuesta consiste en que no se le deje margen de maniobra a la guerra, ya que una ruptura de la tregua distanciaría a las partes de la negociación, “desmotivaría la participación de la sociedad” y terminaría dando insumos a quienes no están de acuerdo con la negociación y “hacen de la guerra una bandera electoral”. Sus palabras se fundamentan en la idea de que uno de los puntos claves de la mesa son las audiencias públicas en las que se ha discutido la modalidad de participación que se les abrirá a los colombianos en ese proceso de paz. Pero para que eso suceda, se necesitan garantías de participación con un cese al fuego bilateral verificable. Sin embargo, este requiere precisar las reglas del juego y tiene a su favor que estos 99 días no hubo necesidad de garantizar la separación de fuerzas para que el ELN y el Ejército no se atacaran. Hay voluntad política de las partes.
Sin duda, la negociación con el ELN será distinta a la de La Habana. Mientras que con las Farc se adelantó una discusión hermética y bilateral, la mesa de Quito es abierta y tiene a la sociedad civil como una parte activa. Falta ver qué tanto eco tiene la petición que ese tercer actor elevó para que se mantenga el alivio que encontraron aquellas zonas que siguen asediadas por la violencia.
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El gobierno y la guerrilla tienen la palabra y se muestran los dientes refrescando los rituales acostumbrados en tiempos de guerra. Así, pues, mientras el frente Occidental se llena de ínfulas exhibiendo cómo gradúa los nuevos integrantes de la organización, el ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, les advierte que los combatirá si no se prorroga el cese al fuego. “Si hay prórroga con las mejoras que se han sugerido, estaremos listos a respetarlo, pero si no (...) estará lista la fuerza pública para enfrentarlos con toda contundencia”, aseguró el jefe de la cartera, que presidió un consejo de seguridad en Chocó. Aun así, las partes han expresado por separado su voluntad de extender el alto al fuego bilateral que consiguió oxigenar la mesa y al gobierno, además de abstraerse de la campaña electoral.
Gustavo Bell camina cuesta arriba. Tendrá que lidiar con todos los esfuerzos que implica construir confianza desde cero y encara la tarea de liderar a un como coequipero tiene a un equipo que que se sabe de memoria la negociación con las Farc, lo podría ser útil a la hora de concretar fórmulas. A Quito la Mesa llega recargada con dos generales de alto rango y dos acádemicas que conocen a fondo las raíces del conflicto colombiano.
“Escoba nueva barre bien”, dice un refrán popular que le cae como anillo al dedo a la mesa en Quito. No sólo por los cuatro cambios que oficializó el presidente sino también porque la designación del exvicepresidente le inyecta una dosis de oxígeno a la discusión por dos razones: se trata de un académico que se desenvuelve como pez en el agua en el mundo político. Su paso por el Ministerio de Defensa le dio insumos para conocer los actores del conflicto y como estudioso conoce el contexto que lo rodea. De hecho, siguió de cerca el proceso por el que transitaron las Farc hasta dejar las armas.
Por eso, su llegada le tomará el pulso de verdad a estas conversaciones que ya van para su quinto ciclo. Lo que pase a partir del 9 de enero servirá para mostrar hasta dónde las partes están dispuestas a ceder en busca de un acuerdo final y si el tiempo les alcanza para llegar a un punto crucial antes de que terminen los meses que le quedan a este gobierno. El problema es que con el ambiente electoral firmar no es una garantía. Y con el espejo de las Farc, nadie asegura que el acuerdo conquistado sea aplicado.
¿Quiénes son los miembros del equipo?
Nueva baraja
Angelika Rettberg
Fundadora del Programa de Investigación sobre Conflicto Armado y Construcción de Paz (ConPaz). Es politóloga con doctorado en Ciencia Política de la Universidad de Boston en Estados Unidos. Su trabajo ha abarcado tres líneas de investigación: la relación entre los recursos y la guerra, la relación entre el sector privado, el conflicto y la construcción de paz, y la justicia transicional. De hecho, el libro Entre el perdón y el paredón: preguntas dilemas de la justicia transicional es considerado el precursos de ese tema en el país. "Ha desarrollado estudios sobre café, petróleo y minería de oro con el fin de comprender cómo esos recursos que dominan algunas economías regionales se vinculan o no a las dinámicas de la guerra", informó la Universidad de los Andes en su página web.
Socorro Ramírez
Fue candidata a la Presidencia de la República en 1978 con las banderas del feminismo socialista, hizo parte de la comisión de paz durante el gobierno de Belisario Betancur. Actualmente, es profesora titular del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI) de la Universidad Nacional de Colombia, doctorada en Ciencia Política y con Diploma de Estudios Avanzados en Relaciones Internacionales en la Universidad Sorbona, París. Durante varios años investigó los problemas fronterizos desde el punto de vista de la integración, no de una línea limítrofe que nos separa. Llegó a Bogotá en los años 70 como maestra y empezó a abrirse espacio como mujer dirigente del sindicalismo.
Freddy Padilla
Tras más de 40 años de servicio, el comandante de las Fuerzas Militares le pidió la baja al expresidente Àlvaro Uribe Vélez. Su paso por la instituciòn castrense se caracterizó por los resultados. Desde su designación en agosto de 2006, fueron muchos los logros reportados por este uniformado, oriundo de Montería. La muerte de los jefes guerrilleros Tomás Molina Caracas, alias el ‘Negro Acacio’, y Gustavo Rueda Díaz, alias ‘Martín Caballero’, registradas ambas en 2007, abrieron una serie de impactos a la estructura de mando de las Farc.
En 2008, fueron dos las acciones militares que paralizaron al país. Primero, en marzo de ese año, la denominada operación ‘Fénix’, el recordado bombardeo a un campamento de las Farc en Ecuador en el que murió ‘Raúl Reyes’. Segundo, cuatro meses después (en julio), la operación ‘Jaque’, la histórica misión que puso fin al cautiverio de quince personas en poder de las Farc, entre ellas la ex candidata presidencial Íngrid Betancourt y los ciudadanos estadounidenses Thomas Howes, Keith Stansell y Marc Gonsalves. Pero no sólo los logros han enmarcado la comandancia ejercida por este oficial. Siendo ya comandante de las Fuerzas Militares estalló uno de los escándalos más sonados y escalofriantes de los últimos años, el de los denominados falsos positivos, situación que él mismo ha calificado como vergonzosa.
Carlos Rojas
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Es oficial del arma de Infantería. Profesional en ciencias militares, politólogo egresado de la Universidad de Chile y especializado en docencia universitaria. Adelantó curso de lancero, paracaidismo, airborne, contraguerrilla rural y fuerzas especiales rurales. Durante su trayectoria como oficial se ha desempeñado como subdirector de la Escuela de Infantería, comandante del Batallón de Infantería No. 26 Pigoanza, oficial de operaciones de la Fuerza de Despliegue Rápido, comandante de la Brigada Móvil No. 1, jefe de estado mayor de la Séptima División y comandante de la Vigésima Sexta Brigada, en Leticia (Amazonas). Además, se desempeñó como agregado militar de defensa en Corea del Sur y miembro de Naciones Unidas como representante del Ejército de Colombia ante la Comisión Militar del Armisticio. Durante varios años acompañó la negociación con las Farc en La Habana. De hecho, fue uno de los hombres claves para ayudar a coordinar todo el proceso del fin del conflicto en la Mesa y en terreno el proceso de dejación de armas de la guerrilla.
Gustavo Bell
Gustavo Bell es el hombre llamado a llevar las riendas de la negociación con el ELN. Desde el 19 de diciembre del 2017 el ex vicepresidente de Andrés Pastrana asumió la titánica tarea de sacar adelante los diálogos que se adelantan en Quito. Su paso por el Ministerio de Defensa le dio insumos para conocer los actores del conflicto y como estudioso conoce de pies a cabeza el contexto en el que se mueve el país. Muchos esperan que con su espíritu costeño le impregne un nuevo ambiente a unos diálogos que no despiertan entusiasmo entre los colombianos.
La vida del reconocido periodista barranquillero dio un salto cuando en 1992 decidió lanzarse a la política y alcanzó el impulso para ser nombrado como embajador de su departamento, el Atlántico. Después de esa gestión, Bell vivió un tiempo en Oxford pero regresó para ser la formula del expresidente conservador. Se podría decir que con él, la figura del vicepresidente tomó un giro pues paralelamente a ese trabajo ejerció las funciones de ministro y se convirtió en un personaje clave en los frustrados diálogos que ese gobierno adelantó con las Farc. El tiempo que fungió como embajador de Colombia en Cuba sirvió para seguir de cerca la negociación.
Vieja baraja
Luz Helena Sarmiento
La ex ministra de Ambiente es una de las mujeres fuertes del gobierno Santos. Fue directora de la Autoridad de Licencias ambientales y luego estuvo encargada de la cartera verde, en reemplazo de Frank Pearl. Sarmiento es geóloga. Durante años trabajó en las regiones del país por cuenta de su trabajo en el sector petrolero, en Ecopetrol. Antes de llegar a ser funcionaria pública trabajaba en el Banco Interamericano en Washington. Con ella, tres mujeres son negociadoras plenipotenciarias.
José Noé Ríos
En la hoja de vida de José Noé Ríos dice que es licenciado en matemáticas y economista y se desempeño como viceministro del Trabajo. Ha transitado por caminos de conflictos con la esperanza de lograr un buen acuerdo. Durante el gobierno de César Gaviria, por ejemplo, debió emplearse a fondo para tratar de lograr una negociación con las Farc, el ELN y el EPL en Caracas (Venezuela) y Tlaxcala (México). Aunque las conversaciones debieron suspenderse por el asesinato del dirigente político Argelino Durán Quintero, los subversivos siempre expresaron su conformidad por la manera como negociaban con Ríos, entonces miembro de la Consejería de Paz. Fue asesor de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y desde que se abrió la posibilidad de encontrar una salida al conflicto con el ELN en Quito, hace parte del equipo negociador.
Alejandro Reyes Lozano
Asesor Oficina Alto Comisionado para la Paz. Estuvo en la primera linea de negociación del fin del conflicto con las Farc. Fue uno de los hombres que ayudó a delinear cómo sería el camino por el que transitaría la exguerrilla hasta dejar las armas. Adicionalmente, fue uno de los hombres claves para conquistar la tregua temporal que el pasado 1 de octubre se suscribió con el ELN, era parte de la mesa técnica.
Alberto Fergusson
Es un reconocido académico, médico psiquiatra y psicoanalista de la Universidad del Rosario. Describió la Teoría de la Autorehabilitación Acompañada, la cual fue revisada por la Universidad de Yale y actualmente se utiliza en la práctica.