POLÍTICA
Otro nubarrón: revive el debate sobre la financiación de la campaña de Duque
Una conversación telefónica entre la directora del Centro Democrático y la exasesora de Álvaro Uribe, Cayita Daza, trae nuevamente a la mesa preguntas sobre la campaña presidencial del actual presidente.
La campaña de Iván Duque está bajo la lupa. Además del escándalo de la Ñeñepolítica, todavía en desarrollo, le acaban de aparecer dos nuevos chicharrones. Uno puede ser delicado y el otro no. El primero es una conversación entre una activista política de Bucaramanga llamada Sandra Isabel Aguilar y el Ñeñe Hernández. En esta, ella le dice a él frases como: “Ñeñe, mira, ponme cuidado. Es que acá en Bucaramanga hay unas personas que quieren reunirse con un líder de Duque y yo te pregunto a ti, ¿con quién se puede reunir para que en realidad esos votos sean bien dirigidos y que se hable con una persona seria?… Unos votaron por Fajardo, ahí entonces pues esa gente quiere direccionarla con Duque, y yo estoy pendiente de eso, y ayúdame”.
Esa es una conversación rutinaria que tiene lugar en todas las campañas políticas. En todos los departamentos, ciudades y municipios hay jefes políticos que controlan un cierto número de votos que quieren entregarle a un candidato y necesitan un interlocutor para coordinar la cosa. Si hay o no compra de votos nadie lo sabe, pero en todo caso ese elemento no aparece en la conversación. Por lo tanto no hay que perder tiempo dándole vueltas a eso.
El segundo sí puede ser más complicado. Se trata también de una conversación interceptada legalmente por la Fiscalía entre la directora del Centro Democrático, Nubia Stella Martínez, y la ya famosa Cayita Daza. Esta última pregunta “¿Qué pasó con lo del venezolano?”, y Nubia Stella le responde: “Sí. ¿Sabes cuánto nos dio? 300.000 dólares”. Se referían a Oswaldo Cisneros, uno de los empresarios venezolanos más ricos y prominentes. Sobre esa conversación, la directora del Centro Democrático dio explicaciones. Martínez dijo que se trató de un lapsus linguae, pues ella quiso decir “nos ofreció” y no “nos dio”. Dijo que eso se quedó en un ofrecimiento y nunca se hizo el aporte; que sí hubo un aporte de 320 millones de pesos en total de la familia Ricaurte Silva, unos socios colombianos de Cisneros, y que esa plata entró al partido y no a la campaña.
Todos esos argumentos sonarían normales si no fuera por lo concreto del contenido de la conversación interceptada. Ante las implicaciones que esta podía tener, la Fiscalía envió al CTI a buscar documentos a la sede del Centro Democrático. Inicialmente se pensó que se trataba de un allanamiento, pero rápidamente aclararon era una “inspección”. La diferencia entre las dos palabras no es insignificante, pues en el allanamiento las autoridades llegan al recinto por sorpresa, y en la inspección avisan previamente. Esto último ha dado pie a pensar que los funcionarios del CTI no van a encontrar nada muy jugoso en los documentos que se llevaron, pues si había conocimiento previo del operativo, cualquier información comprometedora habría desaparecido.
Si las autoridades determinan que no hubo giro, el escándalo queda enterrado. Pero si la plata entró los problemas serían muy serios, pues sí infringiría la ley. En este caso, es seguro que no va a aparecer en los libros porque recibir aportes del exterior para campañas políticas es un delito. Una posibilidad es que los socios colombianos de Cisneros aportaron los 320 millones de pesos con dineros de él. Eso no sería fácil de demostrar, y si giraron la plata en Colombia, en pesos, y además llegó al partido, no hay delito alguno. Por lo tanto, en lo que se refiere a esta conversación en particular, por ahora el problema para la campaña de Duque es más político que jurídico. El lapsus linguae de Nubia Stella Martínez no convence, pero mientras no haya una prueba de que los 300.000 dólares entraron, no tendrá un enredo penal.
Lo más leído
El último capítulo sobre la financiación de la campaña de Iván Duque es un suceso infortunado, pues, en términos generales, la manejaron con rigor y seriedad. Lo que pasa es que en las elecciones presidenciales con frecuencia conviven unos controles muy estrictos en las campañas a nivel central con un manejo más folclórico e irregular en las regiones. Lo inusual de la revelación de esta semana es que Nubia Stella Martínez preside el Centro Democrático a nivel nacional. En todo caso, una cosa queda clara: las versiones de que el Ñeñe Hernández era solo un gordo mitómano y que Cayita Daza solo manejaba la agenda de Uribe no son del todo creíbles.